En junio de 2012, siendo usted Presidenta de la República, visitó la sede mundial, en Ginebra, Suiza, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), para participar, como Jefa de Estado de Costa Rica, en su conferencia anual.
Usted, señora Laura Chinchilla Miranda, haciendo gala de las bondades del diálogo social en el marco del tripartismo clásico de la OIT, le entregó a tal organismo global del mundo del trabajo y en su propia sede, el documento “Memorándum de Entendimiento para la puesta en marcha en la República de Costa Rica del Programa de Trabajo Decente por País”; en ese entonces, un documento histórico de acuerdo entre su Gobierno, el principal gremio corporativo-empresarial del país y las más representativas corrientes sindicales nacionales. Este documento fue firmado el 25 de mayo de 2012, por los tres sectores: el gubernamental, el empresarial y el sindical.
En el apartado titulado “Primera prioridad” del documento en mención, “Promoción del cumplimiento efectivo de las normas laborales nacionales e internacionales”, su punto 5. indica: “Impulsar la aprobación del proyecto de Reforma Procesal Laboral que contenga los acuerdos consensuados entre los sectores trabajador y empleador”.
Pues bien, producto de esos “acuerdos consensuados” y también con la misma fecha, está el “gemelo” del documento que usted, doña Laura, llevó a la OIT. Se trata del “Acuerdo entre la UCCAEP y las Organizaciones Sindicales sobre el Proyecto de Reforma Procesal Laboral Exp. Legislativo 15.990”.
Cuando usted regresó al país, señora Expresidente, semanas después, usted “apuñaleó” esos acuerdos, firmados ambos por su Gobierno, deshonró su palabra y le mintió a la OIT en su propia sede; cuando usted, inesperadamente y contra todo pronóstico, vetó la ley de la Reforma Procesal Laboral, misma que había obtenido los dos debates legislativos de orden constitucional y con lujosa mayoría en cada uno.
Ahora que el señor Presidente de la República, don Luis Guillermo Solís Rivera, levantó el infame veto que usted le interpuso a la más grande transformación que sufre el Código de Trabajo desde que éste fuera promulgado en 1943; es él el que pasa a la historia y usted, doña Laura, quedará como mentirosa en este delicado capítulo de la justicia laboral y de los derechos humanos que le conciernen a toda la clase trabajadora costarricense.
Además, le tocó al Presidente Solís lavarle la cara al país de su reiterada conducta engañosa para con la OIT, para con sus compromisos internacionales en materia de Derecho Laboral internacional y en materia de los mismos Derechos Humanos.
Miente usted, otra vez, al decir que la valentía del Presidente Solís al levantar su veto a la Reforma Procesal Laboral, es que él “escogió beneficiar a los sindicalistas del sector público antes que a los ciudadanos usuarios de los servicios públicos”. Nada más falso, manipulador y temerario.
El levantamiento del veto que usted interpuso y que el Presidente Solís anula con su decisión del día histórico 12 de diciembre de 2014, es para beneficiar a miles y miles de trabajadores y de trabajadoras de este país, personas asalariadas de los sectores público y privado; pero, más profundo todavía: para hacer más firma la paz laboral y el respeto pleno a los Derechos Humanos.
Afortunadamente usted se fue del gobierno con la credibilidad por los suelos y su malsana especie no tendrá mayores repercusiones. Pero sí merece contradecirse su dicho para el registro de la historia, toda vez que los anales de la misma han de consignar todos los acontecimientos que han venido sucediendo, que se están dando y que siguen en los próximos meses, en torno a esta estratégica decisión política que es la que tomó el Presidente Solís: hacer nacer, finalmente, a la vida legal, lo que algunos llamamos como el “segundo” Código de Trabajo.