Es tiempo de dejar de usar el verbo y pasar a las acciones. Es necesario modificar modelos para entrar en una verdadera transformación de la forma de brindar seguridad ciudadana, en la forma de administrar a nuestra policía; es necesario valorar un sistema de seguridad más preventivo y menos represivo.
La inversión debe ser en el recurso humano. Lo dije en aquella ocasión cuando el entonces Ministro de Seguridad y el hoy Ministro sacaron un artículo con el título de “Los seis pilares de la seguridad ciudadana”, a saber: 1- “Uso del método científico para el control criminal”: ¿Dónde quedó ese método científico ante la creciente acción criminal? 2- “Mayor y mejor movilidad”: ¿Cuál movilidad… la que hacen cada vez que trasladan a un oficial para incomodarlo?; o, ¿la que se hace cuando sacan a un director de una región porque la comunidad se manifiesta disconforme y se lo envían a otra, como sucede a menudo?
3- La tecnología ocupaba el tercer lugar. ¿Cuál tecnología? Las cámaras no evitan homicidios. La tecnología se contrarresta fácilmente. 4- En el cuarto lugar de los seis “pilares” señalaban profesionalización y mejores condiciones para el personal policial. ¿Cuál profesionalización? ¿Las convalidaciones, los ascensos irregulares y vertiginosos, los nombramientos a dedo… a eso llaman profesionalización? Mejores condiciones, en aquel momento fue una desfachatez; ahora, mejoran un par de delegaciones pero se sigue durmiendo en el suelo, se sigue dando mala alimentación, siguen nuestras compañeras y nuestros compañeros trabajando seis días con un solo uniforme, inclusive algunos sin botas.
5- El quinto “pilar”: “Planes Preventivos”. ¿Dónde y cuáles? De haberse tenido no hubiese sido necesario improvisar con el envío de oficiales en proceso de formación a los lugares conflictivos, además se habrían identificado los riesgos a tiempo.
6- Sexto “pilar”: “Estrategia contra el narcotráfico y el crimen organizado”. ¿Cuál estrategia? El trabajo valiente y abnegado de nuestros compañeros de la Policía de Control de Drogas (PCD), del Sistema Nacional de Guardacostas y del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), sumado a la participación de ciudadanos que alertan de algunas situaciones al número 176, “drogas no”. Sin olvidar el trabajo que realizan las navieras del país, presuntamente mayor consumidor de drogas y donde pareciera no se produce la misma.
Esto es lo que permite los decomisos de cantidades importantes de drogas que, sin embargo, no deberían “celebrarse” tanto, ya que estos son reflejo de un incremento en la actividad delictiva, de la intromisión del crimen organizado y del incremento en la violencia, en menoscabo de la seguridad y la paz social.
En aquella ocasión nosotros citamos que el principal pilar de la seguridad ciudadana es el recurso humano que labora en la tarea de brindarla: las funcionarias y los funcionarios de la Fuerza Pública. Ellas y ellos son el primer y gran pilar de la seguridad ciudadana, y es necesario brindarles la calidad que merecen y necesitan. Ese debería ser el plan.
Este debería ser: Brindarles condiciones como suficientes uniformes, botas, buena y oportuna alimentación, delegaciones dignas, lugares decentes para descansar, buen trato, igualdad de oportunidades, jornadas de trabajo de menor desgaste pero de mayor proactividad, motivación, mejoras salariales, (los policías no ganan salarios de lujo), favorecer la relación de familia, minimizar la desintegración familiar, favorecer la transparencia; entre otras cosas que deberían ser parte de un plan que permita combatir la criminalidad.
“Cuando el que manda pierde la vergüenza, el que es mandado pierde el respeto”.
No solo el respeto. Se pierde la ilusión, se pierde la voluntad, y cuando se pierde y se pierde el derecho de opinar, de cuestionar y se pierde hasta la familia, se está en el límite de perder la dignidad, y esto aumenta el riesgo de llegar en un corto plazo a mirar lo que se vive hoy en países como México… Hoy preguntamos: ¿cuál es el plan?
Nosotros seguimos analizando la situación y de manera responsable señalamos que es necesario atender al recurso humano, es preciso brindar calidad humana, es imperativo escuchar su clamor. Lamentablemente, la comunicación asertiva está muy lejos de algunos de quienes tienen en sus manos la administración del recurso humano y la seguridad del país.
Nosotros nos enteramos: el “plan” ante la criminalidad es ordenar a los mandos medios que se olviden de un fin de semana con sus familias; así se “planea”: “les recuerdo que les ordené la semana pasada que no quería a nadie del mando medio libre de viernes a domingo”. ¡Vaya solución! Y entonces, ¿para qué jefes distritales, supervisores nacionales, regionales y cantonales?
Es preocupante mirar que la “solución” ante la criminalidad es generar presión a los mandos medios, algunos de los cuales la sufrirán más que otros, por razón de la personalidad y experiencia de cada quien; pero que sin duda descenderá hasta la “tropa” si las y los policías de a pie, los que duermen y se alimentan mal, los que trabajan seis días con un solo uniforme, ellos reciben la presión, por algunos mandos que comienzan igual a generar movimientos, cambio de horarios, que solo provocan desánimo, y consecuentemente se beneficia la criminalidad.
Hay gente que no quiere cambiar. ¿Cuál será el resultado de una lección no aprendida? Debería la administración preocuparse por la salud mental del policía, que en alto número ha perdido su hogar por el desarraigo familiar; debería preocuparse por su principal pilar: su recurso humano.