Se trataba de reconocer la dignidad y derechos iguales para mujeres y hombres. En la actualidad, puede afirmarse que poner al día la conciencia moral de los seres humanos continúa siendo un objetivo básico de ese documento que continúa vigente.
La acción irracional de médicos estadounidenses Taliaferro Clark, Oliver Wenger y John Heller para infectar a seres humanos con virus que producen enfermedades venéreas como la sífilis, gonorrea y chancros como un hecho premeditado y científicamente impulsado por las universidades y centros de investigación donde laboraban para saber su desarrollo y efectos de la penicilina, agrede la conciencia humana.
El gobierno actual de los Estados Unidos ha reconocido públicamente el uso indebido de acciones médicas, donde se incluyeron a mujeres y hombres guatemaltecos, quienes fueron infectados después de la segunda Guerra Mundial. No les importó a pseudocientíficos y políticos esgrimiendo el garrote, que la población mundial rechazó los experimentos del nazismo contra seres humanos, cuando terminó la guerra.
Sin embargo, esa continuidad de barbarie al mejor estilo del régimen nazi, empezó a degradar a seres humanos algunos con problemas de estabilidad mental para conocer las implicaciones de un experimento ejecutado inicialmente en Alabama y conocido como Experimento Tuskegee (aplicación del virus en varones negros y, posteriormente, inoculado a ciudadanas y ciudadanos de Guatemala). Está por demás señalar que no se solicitó ninguna autorización a nadie.
El presidente Bill Clinton expresó el perdón del gobierno estadounidense a nueve sobrevivientes de raza negra de ese programa y hoy el presidente Barak Obama pide perdón a Guatemala por un delito que agrede la conciencia de los seres humanos y, en el caso guatemalteco, afecta la dignidad del Estado. La acción estadounidense ha sido calificada como “posiblemente la más infame investigación biomédica de la historia de los Estados Unidos”.
En la comunidad internacional, el menosprecio a los derechos humanos origina actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad, como es el caso de esa acción premeditada de centros universitarios y de salud de Estados Unidos.
En el preámbulo de la Declaración Universal de Derechos Humanos se establece, entre otros factores, la necesidad de impulsar relaciones amistosas entre las naciones y, junto a este hecho, la libertad como base de la dignidad y derechos inalienables de todos los integrantes de la familia humana.
¿Cómo es posible para guatemaltecas y guatemaltecos tener relaciones de amistad con los gobiernos de Estados Unidos cuando invaden el territorio nacional, como ocurrió en 1954?
¿Qué más se le puede decir a una nación que entrena mercenarios y policía local para torturar a hombres y mujeres de Guatemala? Y en el colmo del cinismo y de la violación a normas relativas a la defensa de los derechos humanos, ¿cómo se puede perdonar a un gobierno que ha utilizado a mujeres y hombres para fines de experimentación y su implicación final de lucro?
Es necesario asumir la dignidad de la persona y establecer un nuevo discurso en la ciencia con relación a los peligros de la investigación para su adecuado control.