Iniciaré hablando un poco del antecedente previo a mí llegada a la ANEP. La primera vez que participé como afiliado, en una Asamblea de fin de periodo, recuerdo se dio en el antiguo salón el Tobogán. En aquel momento, Albino aspiraba a la Secretaria General; el señor Morales, sería su Secretario General Adjunto, como venía siendo en los últimos años. El suscrito, junto con otros policías, entre ellos Adrián López, cuestionamos aquel día, por qué no había un policía dentro de la Junta Directiva de ANEP; se nos dijo, que históricamente, ninguno había querido asumir ese reto.
Luego, para el periodo de elecciones internas, en el año 2011, se me preguntó si me interesaría ser parte de una papeleta, que encabezaría el Sr. Vargas; asentí participar. Al mismo tiempo, un día, mientras desempeñaba mis funciones como funcionario de la Fuerza Pública, recibí una llamada telefónica de un dirigente sindical de ANEP, el interlocutor me hizo la siguiente invitación: “Anchía, queremos que seas parte de nuestra papeleta para sacar a Albino de la ANEP”, para aquel entonces, mi persona era delegado sindical, e integrante de la Seccional de la Fuerza Pública, pero no manejaba detalles del diario vivir de la Organización.
Ante tal propuesta, hice la siguiente pregunta; ¿Por qué lo quieren sacar? la vos al otro lado del teléfono manifestó: “Tiene muchos años en el “poder” y se robó una millonada”; como buen policía le respondí lo siguiente: Muéstreme una sola prueba, al menos un indicio de lo que usted me dice, y le aseguro que seré parte de su lucha, ¡aún estoy esperando! Así he visto como, unos, un día algunos dicen “Albino es como un padre para mí”, y el otro día, lo están lapidando”.
El Albino que conozco, carece de protocolos; que evidentemente se forjó en la llanura; que constantemente hace mención de su madre; es una persona que comete errores, como cualquier ser humano. El Albino que conozco, es el que no completó sus estudios universitarios, pero que tiene la capacidad de participar en debates televisivos, con connotados catedráticos; es una persona entregada en cuerpo y alma a la lucha obrera. Me consta, que dedica más de doce horas al día, y prácticamente todos los días, al estudio, la investigación y el análisis de los temas nacionales, y sus repercusiones positivas o negativas, para la clase trabajadora.
El Albino Vargas que conozco, es confiado en exceso; es una persona sensible, humilde, y leal, cualidades que posiblemente motivaron al excelentísimo don William Gómez, QdDg, para darle un espacio semanal en la columna de Opinión del Diario Extra.
Puedo dar fe, en razón de estos casi cinco años, que he sido uno de sus principales colaboradores, como coordinador de la Unidad de Desarrollo Organizacional, y como dirigente nacional, que Albino Vargas, es una persona honrada; de no ser así, no estaría yo en ANEP. Al igual que yo, y que usted, amigo lector, el señor Vargas tiene defectos, comete errores, se equivoca en algunas decisiones; también falla en algunas posiciones, pero no le he visto nunca, hacerlo con malas intenciones.
Algunos de sus detractores (antes sus amigos), aseguran que tiene una línea filosófica dictatorial, nada más falto de verdad. Llevo casi cinco años en ANEP; ni una vez Albino Vargas, me ha insinuado siquiera que no escriba algo, que no diga algo, o que no haga algo. Por el contrario, mis luchas en pro de la dignificación de los cuerpos policiales, siempre han tenido su respaldo. En un par de oportunidades, se le ha invitado a “ponerme un bozal”. La misma cantidad de veces me lo ha comentado con transparencia, al tiempo que me ha dicho: “siga haciendo lo que usted sabe hacer, compañero”.
En la vida, es natural que existan los pesos y contrapesos; es evidente que las diferentes corrientes de pensamiento ideológico, hacen que algunas veces no coincidamos unos y otros; dichosamente vivimos en un país democrático, que fundamenta su Estado, en el respeto de los Derechos Humanos. En un par de oportunidades, he diferido con Albino de sus posiciones, y así se lo he externado, mirándole de frente, con sinceridad, con respeto y con lealtad. De la misma manera, algunas de esas veces, le he escuchado decir: “tiene usted razón compañero”, como igual alguna vez ha dicho: “discúlpeme”. No creo que alguien con afinidad por lo vertical, lo inquisitivo o lo autoritario, tenga capacidad para pedir disculpas.
El Albino Vargas que conozco, despierta odios, envidias y también admiración. En mi caso tiene mi respeto, lo merece, por cuanto, se requiere de valentía para decir las cosas que incomodan a quienes tienen poder; lo tiene porque me parece un hombre bueno. Albino Vargas, con virtudes y defectos, ha escrito su nombre en los libros de la historia sindical.
Seguramente, mi artículo motivará algunos comentarios negativos y otros positivos; esa es la democracia en la que vivimos: no obstante, así como defiendo la libertad de otros de opinar, defenderé mi derecho de hacerlo, a muerte.
Mainor Anchía Angulo
Policía-Dirigente Nacional de ANEP.
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