¡Y se dio! Un terremoto político ha acontecido con la decisión adoptada por la mayoría del pueblo británico, el Reino Unido, en el referéndum del pasado jueves 23 de junio en el cual el Brexit triunfó. Las élites en el control del real poder político en el seno de la Unión Europea (UE) todavía no parecen explicarse qué pasó.
La cadena de repercusiones de este asunto todavía están por esclarecerse pero, al parecer, todas son sombrías, en especial para las propias clases trabajadoras directamente involucradas: la británica y la del resto de la UE.
¡Sí!, lamentablemente serán “los y las de abajo” quienes habrían de sufrir más con el Brexit puesto que el capital se las agenciará para acomodarse a la nueva realidad dado que, como sabemos, el capital no tiene fronteras y negocios son negocios (bussinnes are bussinnes), con UE o sin ella.
Presuntamente, en un período de dos años (aunque podría ser más), el Reino Unido o Gran Bretaña ya no será más miembro de la UE. Las consecuencias son tan graves que la misma unidad política de este país, a su vez una sumatoria de cuatro semi-estados (Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte), quedó quebrada, a riesgo de partirse. El Brexit dividió a ese país en lo geográfico, en lo regional, en lo social, en lo demográfico. “¡Qué tortón!”, diríamos en nuestra habla popular tica.
Hemos procurado leer varios comentarios de diversas fuentes político-ideológicas para poder lanzar desde una perspectiva obrero-social algunas reflexiones sobre el Brexit (vocablo que combina las palabras inglesas “Britain” británico y “exit” salida). Les compartimos, al menos, las dos siguientes.
El Brexit triunfa a partir de la fundamental característica de la globalización neoliberal: la exclusión social de los beneficios del crecimiento económico que, cada vez más, se concentran en menos manos. La globalización neoliberal practicada por la UE con sus principales contenidos de fundamentalismo fiscalista y su enfermiza obsesión por el control del déficit fiscal, más las brutales reglas de austeridad en el manejo de la inversión y del gasto público, ha generado que millones de personas, regiones enteras y hasta países completos de la propia UE, caigan en la pobreza y en la precariedad de todo tipo; mientras la acumulación de la riqueza ha alcanzado niveles imposibles de describir en toda su real magnitud. Y para agravar la situación, “al que no quiere caldo, dos tazas”, la deuda pública de muchas de estas naciones de la UE sigue creciendo sin parar, pese a los brutales y criminales recortes del presupuesto público y de la inversión social (el caso de Grecia, es paradigmático).
El Brexit triunfa ante la sensación de que de nada vale votar en elecciones si la voluntad popular no cuenta para nada. Es decir, muchos pueblos de la Unión Europea (UE), resienten que su expresión en la urna por un mejor futuro, por más justicia con equidad, por mayor promoción del bien común y por más inclusión social con real justicia tributaria, “no vale un cinco” (según expresión tica); puesto que en la capital política de la UE, la ciudad de Bruselas, sus tecnócratas se volvieron dictadores de políticas económicas y macroeconómicas para favorecer la acumulación desenfrenada de la riqueza y, especialmente, para favorecer a los bancos del capital financiero global y regional. En otras palabras, la democracia de la urna es aplastada por el poder del capital y en este caso de la UE, por la dictadura tecnocrática de Bruselas.
Ahora bien, pareciera que en esto del Brexit tiene mucho que ver lo que para muchos ya va siendo una conclusión mortal del rumbo que lleva la globalización neoliberal en el sentido de que la austeridad no funciona.
“La austeridad no funciona” es el título de un interesantísimo artículo publicado en Costa Rica, curiosamente, por el semanario El Financiero del Grupo Nación, escrito por el señor Bill Emmot, quieran fuera editor jefe del semanario británico The Economist, una publicación más que “sagrada” para quienes se identifican con el neoliberalismo del mercado loco, sin papel alguno de parte del Estado en la regulación de las relaciones sociales. En esencia este autor (y copio aquí), ha dicho este concepto más que lapidario: “Años de austeridad fiscal en Estados Unidos, Europa y Japón no han logrado nada, así que es hora de que los gobiernos empiecen a gastar otra vez”. ¡Casi nada! La conclusión es que la austeridad mata y la Democracia muere.
El señor Emmot forma parte de un gran grupo de ciudadanos de la UE que vienen planteando que esta unión política va por mal camino. Que los que gobiernan la Unión Europea (UE) y el poder real que la controla, como decimos en Costa Rica, “le están majando mucho el rabo a la ternera”.
En la película “The Great European Disaster Movie” (“La película de la gran catástrofe europea”), de la cual él fue su productor ejecutivo, ya se anticipaba de una forma u otra, el Brexit que estalló y los otros que se ven venir pues hay fuertes presiones y grupos políticos que en otros países de la UE están ya promoviendo referéndums para salirse de esta unión: frexit (Francia), nexit (Holanda), itexit (Italia), dexit (Dinamarca), auxit (Austria), gexit (Alemania) y el ya conocido grexit (Grecia).
En esto del Brexit las propias fuerzas sociales, sindicales y políticas favorables a la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea han salido golpeadas, especialmente las izquierdas socialista y socialdemócrata. En el Brexit (y en los otros exit que se ven en el horizonte), los contenidos xenofóbicos, ultranacionalistas, chouvinistas y aislacionistas tomaron mucho auge.
Sin embargo, la esencia del separatismo en perspectiva, con el Reino Unido a la cabeza, es porque la propia UE se ha venido disparando en el pie con sus políticas neoliberales extremistas dentro de las cuales, el fundamentalismo por la austeridad ha demostrado ser suicida y los británicos lo hicieron evidente con su referéndum del pasado jueves 23 de junio. Deplorablemente histórico.
La Unión Europea (UE), si no se reforma, se desintegra. Y la única reforma posible está en los contenidos del programa “Manifiesto por la Democratización de Europa”, el “DiEM25”, cuya proclama arranca con este emblemática consigna”: “La Unión Europea ha de democratizarse. ¡O se desintegrará!”.
Quienes lo suscriben, entre ellos el exministro de Finanzas de Grecia, Yanis Varoufakis, afirman lo siguiente: En el corazón de nuestra UE en desintegración anida un engaño: un proceso de decisión sumamente politizado, opaco y vertical que nos es presentado como “apolítico”, “técnico”, “de procedimiento” y “neutral”… Y dicha confederación se somete al dictado de los conglomerados financieros e industriales, desacreditando a Europa y provocando una peligrosa reacción antieuropea. Naciones orgullosas se están contraponiendo unas a otras. El nacionalismo, el extremismo y el racismo están despertando de nuevo”.
Este documento, “DiEM25”, debe ser de obligado estudio para quienes nos complicamos la vida con estos asuntos de la globalización neoliberal (si le llamó la atención, lo encontrará en www.anep.cr). Finalmente y para el caso costarricense, en esto de la austeridad, de la austeridad que mata, “hay mucha tela que cortar”. Lo abordaremos próximamente.