El fracaso de la gestión económica del dúo presidencial

Gracias a las convicciones democráticas del Diario Extra, en el campo del respeto a la Libre Expresión, ANEP publica, semanalmente, en días miércoles, esta columna.

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Matriculados ideológicamente con el neoliberalismo y el libre mercado a mansalva, obsesionados con malsano fanatismo por la aprobación del TLC (al punto de pervertir y corromper toda la institucionalidad republicana de la división de poderes), los hermanos Arias Sánchez se enfrentan hoy a las muestras contundentes del fracaso de su gestión económica.

Que no nos vengan ahora a echarle toda la culpa a los “factores” internacionales del cuento ese de las famosas “crisis” alimentaria y energética; que no son más que ejemplos incuestionables del fracaso de un modelo económico que concentra espantosamente la riqueza, que está depredando irreversiblemente el ambiente y la ecología y que juega con la comida de los más pobres del planeta, a fin de que haya combustibles para los “afortunados” del neoliberalismo.

Las mismas firmas encuestadoras que ayer alfombraron el retorno de don Oscar Arias Sánchez a la Presidencia, hoy se encargan de señalarle su descenso en el popularímetro convencional que, generalmente, mide los vaivenes de popularidad de las principales figuras integrantes del fétido mundillo de la política tradicional.

Estamos viviendo la carestía en el costo de la vida más alta de los últimos diez años. Al final del 2008 alcanzará un record inolvidable, sobre todo para las familias de la clase trabajadora de ingresos medios y bajos, que sufren esa carestía al doble. Efectivamente, los alimentos básicos y las bebidas no alcohólicas, es decir, lo que comúnmente conocemos como la “comedera”, tienen una velocidad de alza de precios que es dos veces el índice de inflación, ya de por sí altísimo.

El Banco Central de Costa Rica (BCCR), esa especie de “república independiente” al servicio de los intereses de los grupos financieros más poderosos del país, muestra su total incapacidad para garantizarle un entorno económico de estabilidad a la economía familiar de los sectores trabajadores y de las micro, pequeñas y medianas empresas.

Además, el BCCR sigue en la total impunidad, sin rendir cuentas, de las astronómicas inyecciones de recursos fiscales que se le han estado dando, dizque para solventar sus “pérdidas” y así controlar la inflación. “Pérdidas” que el pueblo ha pagado ya tres veces. Miles y miles de millones de colones le han quitado a los sectores populares y medios, vía tributos indirectos, para que esos sectores financieros se la sigan “tirando rico”, acumulando dinero de manera incontrolada, en forma ofensiva y en fiesta orgiástica desbocada.

Haber abandonado la política interna de fortalecimiento de nuestro sector agropecuario, renegando de un pasado exitoso donde prácticamente podíamos comernos lo que se producía en las tierras nacionales, es uno de los aspectos que la sociedad debe someter a juzgamiento; porque, repetimos, los responsables de que ya haya hambre en muchos hogares costarricenses, siguen en la total impunidad, sin rendir cuentas, como el otrora “dueño” del BCCR, don Eduardo Lizano Fait, padre ideológico de la ya fracasada política económica del nepotismo presidencialista de los hermanos Arias Sánchez.

La señora Primera Vicepresidenta, doña Laura Chinchilla Miranda, nos recetó transitar una especie de romería por un camino empedrado, augurando mucho más sacrificios; claro está que para los sectores populares y el pueblo asalariado. Un dato revelador indica que dos de cada cinco costarricenses han dejado de consumir alguna de las tres comidas diarias, a causa del alto costo de la vida.

Diversas medidas, con carácter estratégico, se pueden tomar para distribuir con equidad, con más justicia y con mayor solidaridad, los efectos del período de sacrificio de que ahora nos hablan. Una reforma tributaria profunda, una transformación tributaria estructural, es más que necesaria.

Pero esto jamás será realidad con el tipo de clase gobernante que tenemos hoy en día, no solamente la que está al frente del Poder Ejecutivo, sino la que está en las filiales o seccionales del mismo, como el parlamento, la Sala Cuarta, el otrora supremo tribunal electoral, la Aresep y otras. Este estado de cosas no puede seguir así y si no ejercemos mecanismos cívicos de autodefensa para la sobrevivencia, nos aplastarán mucho más con esa fracasada política económico de enormes beneficios para unos cuantos.

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