Dada la naturaleza de la hegemonía mediática global, ha pasado “inadvertida” por estos lares, la más reciente cumbre del grupo de países conocido como el G-77, que ha tenido lugar en la hermana nación latinoamericana de Bolivia.
Su presidente, Evo Morales Aymá, al pronunciar el mensaje inaugural, lanzó una serie de planteamientos que podrían dar pie a la reformulación de nuevos postulados para “otro” orden de primacía en las relaciones internacionales entre Estados y pueblos.
El G-77 nació hace 50 años en el marco de la Guerra Fría. Superada esta y ante el declive de la hegemonía imperial estadounidense y la emergencia de un mundo multipolar, 133 países forman parte de tal agrupación en la actualidad, cuando tenemos un mundo mucho más profundamente desigual que en aquel entonces.
El Mandatario boliviano nos indica que 10 países del orbe controlan el 40% de la riqueza de todo el planeta; además, 15 gigantescas empresas multinacionales controlan el 50% de la producción mundial. La situación de la desigualdad global es, realmente, espeluznante: El 0,1% de la población planetaria es propietaria del 20% del patrimonio de la humanidad, nos indica Morales.
El caso gringo es paradigmático de la decadencia del otrora “American Way of Life”, signado por la sociedad del bienestar y de las capas medias. En 1920, un gerente estadounidense ganaba 20 veces el salario de un obrero; hoy, en el 2014, 331 veces más.
Para el Mandatario suramericano, hemos llegado a un nivel realmente perverso de concentración de la riqueza y de modelo de desarrollo depredador de la naturaleza que la sustenta; que son la base de las crisis financiera, alimentaria, energética, climática e institucional que agobia a nuestros países y pueblos.
El presidente Morales Aymá nos lanza el reto de transitar desde el paradigma del “Desarrollo Sostenible”, al paradigma del “Desarrollo Integral para Vivir Bien”. Argumenta que “ningún desarrollo es sustentable si la producción destruye la Madre Tierra, ya que es la fuente de la vida y de nuestra existencia. Ninguna economía es duradera si produce desigualdades y exclusiones”.
Nos llama a luchar, reivindicando la garantía y el reconocimiento de los servicios básicos como Derecho Humano, y nos denuncia de que “la peor tiranía que enfrenta la humanidad es permitir que los servicios básicos estén bajo control de las empresas transnacionales”. Planteó la construcción de una nueva arquitectura financiera internacional, límites a las ganancias especulativas y a la excesiva acumulación de riqueza. Fue más allá el Presidente boliviano, pues se desprende de sus palabras que la sobrevivencia del planeta está asociada a una “renovación democrática de los Estados” y a “reconstruir el mundo desde el sur”.
Sin tapujos dijo que el Consejo de Seguridad de la ONU debe desaparecer, pues “ha promovido la guerra y las invasiones de potencias imperiales para apoderarse de los recursos naturales de los países invadidos”. Para él, en el seno de las Naciones Unidas se debe propiciar una “nueva institucionalidad”, un “Nuevo Orden Planetario para el Vivir Bien”…, “ha llegado el tiempo de las naciones del sur”, nos indicó. Como latinoamericanistas sentimos gran orgullo e identificación con este mensaje del Presidente boliviano en la apertura de la Cumbre del G-77. Lectura obligada para quienes pensamos ya no solamente que “otro mundo es posible”…, sino que es “imprescindible”.