En días recientes se presentó una noticia que desacomodó el estado de “confort” de algunas personas: “Los papeles de Panamá”. Hemos visto las reacciones de casi todos aquellos que fueron señalados en esta información periodística internacional. Tan variadas fueron estas, que inclusive vimos cómo un reconocido abogado le sacó en cara a una comunicadora el haberle asesorado a una hija suya, dejando de lado la ética profesional, mostrando incluso, públicamente, mensajes que se dieron como parte de una comunicación. Entonces es necesario preguntarse si ¿somos presa de “juicios mediáticos” que nos obligan a movemos a “puñalada por bollo de pan”?
Es claro, además de entendible, que varios de los afectados, por resultar mencionados en esa información periodística, sobre los denominados “papales de panamá”, intenten defender su honor y su honra. Sin embargo; sea que la información es veraz o no, en uno o en varios casos, el daño ya está hecho, y ese es el punto de reflexión.
Precisamente para estos días, he venido dando lectura al relato que nos presenta en su libro la exprimera dama, y exdiputada, doña Gloria Bejarano de Calderón: “Sin derecho a la Ley”, que considero debería ser leído por toda aquella persona que sienta alguna inclinación por la justicia.
La situación en la cual se inculpó al Expresidente Calderón, recibió una amplia cobertura, acompañado de sendos editoriales, de tal forma que parecía innecesaria la realización de un juicio con las garantías procesales que se establecen en nuestro Estado de Derecho. Me atrevo a decir que el “linchamiento” parecía procurar una sanción a priori (o puede ser sentida como una sanción en sí misma, que afecta su imagen de manera anticipada). Posiblemente algunas de las personas allí mencionadas en los “papeles de panamá”, coincidan en nuestra apreciación, de que se hace necesario un manejo serio y equilibrado de la libertad de expresión, que no tienda a inducir la opinión de otros, como parece ser en algunos casos.
Pero por ahora dejaremos de lado la forma en que algunos medios conducen su línea “informativa”. Es importante adentrarse en la lectura de este interesantísimo relato. Nadie debe ver limitados sus derechos procesales.
La lectura de “Sin derecho a la Ley”, invita a cuestionarse ¿qué pudo haber más allá de una presunta actividad ilegal? ¿Sería acaso algún interés político? ¿Devendría esto de algún revanchismo? En realidad surgen muchas dudas sobre la forma en que fue tratado el caso en donde se imputó al expresidente Calderón; misma suerte le correspondió al expresidente Rodríguez.
Encontramos en este libro la siguiente situación: “El Hospital Calderón Guardia quedó tan ahumado como el apellido de quien lo fundó”. En este caso, según el relato, se presentó esta frase en un examen del MEP, manchando así la memoria del Benemérito de la Patria y co-creador de las Garantías Sociales, que nos han permitido ser ejemplo a nivel mundial.
Claro que esto, al menos a quien redacta este artículo, le hace sospechar que, detrás de todo ese show mediático, existía algo más que una persecución penal.
Según relata el libro, en junio del 2005 “el Expresidente Oscar Arias declaró al diario Al Día que sería maravilloso tener en su papeleta presidencial al Fiscal General Francisco Dall Anesse”. Esto puede ser algo circunstancial, pero no se puede olvidar el protagonismo que parecía obtener el señor por apresarse a dos expresidentes.
Debo indicar que en razón de mis funciones, como integrante de la Unidad de Intervención Policial, fui parte de escoltas que se asignaron en casos de mucha peligrosidad (por ejemplo homicidios de personajes públicos), y evidentemente, por la gravedad del caso, no existe punto de comparación. Por eso nunca entendí el trato criminal que se les daba a ambos expresidentes. Perreras escoltadas, y saliendo a alta velocidad de los edificios del OIJ, me parecía algo desproporcionado y más producto de un afán mediático.
Posiblemente no falte quien me cuestione por lo que escribo; más lo asumo como corresponde, porque es necesario revisar y analizar los riesgos a que nos estamos exponiendo, pues sobre todo debe alguien señalar, ¿qué tipo de Justicia queremos? La que se resuelve luego de un proceso judicial, respetando las normas escritas del Derecho; o la justicia que provenga de un “linchamiento mediático”? ¡Este es el punto de reflexión!
Es que aun hoy, no me explico el tratamiento “criminal”, Show mediático incluido, que se dio a la llegada del Exsecretario General de la OEA, y Expresidente de la Republica, cuando se dispuso a ponerse a las órdenes de las autoridades Costarricenses.
Talvez el pueblo es ajeno de las consecuencias de estos “Linchamientos mediáticos”. No hay proceso penal sobre Delitos contra el Honor que (aun siendo condenado el querellado) le devuelva la honra y la imagen al sujeto víctima del inescrupuloso colectivo de opiniones.
Una condena económica y una nota de aclaración en un medio de circulación pública, no deviene en el resarcimiento de la honra, moral (subjetiva y objetiva) e imagen de un sujeto. Una sola publicación mal intencionada, y desinformada, por parte de un medio de comunicación masiva, puede venir a dañar el proyecto de vida, que tanto le ha costado a un individuo crear a lo largo de su existencia.
El momento histórico que vive nuestro país debe obligarnos a reinventarnos. Claro que es necesario que hagamos denuncias, pero en los casos que estas revistan de interés público, y en apego de la verdad, la justicia y el respeto de los instrumentos jurídicos, que forman parte de nuestro Estado de Derecho.