El señor Primer Vicepresidente de la República y Ministro de Hacienda, don Helio Fallas Venegas, da a conocer, oficialmente, lo que todo el mundo ya sabía: el déficit fiscal superó la “catastrofista” cifra del Producto de Interno Bruto (PIB), al cerrar el año 2017, en un 6.2 % de la producción nacional; siendo que, al terminar el gobierno anterior al ya casi saliente, tal déficit había superado la barrera del 5 %, 5.3 % para ser exactos.
Lo más grave aún es que se admite que los intereses de la deuda del país están ya fuera de control y que el monto de esa deuda va rumbo al “cataclismático” 60 % del PIB pues ya rompió la “barrera psicológica” del 50 % del mismo.
El distinguido funcionario indicado, desde nuestra perspectiva el mejor ministro de la Administración Solís Rivera, nos anuncia el episodio “apocalíptico” de esta situación: vendrá el Fondo Monetario Internacional (FMI), a “arreglarlos” el problema del déficit fiscal, con sus fórmulas de ajuste draconiano “a la griega”.
Y, ¿quiénes son los responsables políticos que no deben quedar impunes por el gigantesco conflicto social de confrontación abierta que se ve venir ante un ajuste fiscal fondomonetarista?
PRIMERO: El presente Gobierno, ¡sí!, particularmente, el señor Presidente de la República, don Luis Guillermo Solís Rivera: por desperdiciar el gigantesco capital político que el pueblo le dio con ocasión de su aplastante triunfo electoral de segunda ronda, de abril de 2014; y no utilizarlo para confrontar al capital financiero, el gran ganador de los últimos tiempos con la política macroeconómica: renunciando el mandatario a propiciar una reforma tributaria de carácter realmente progresivo que atajara, fuertemente, el crecimiento del déficit y de la deuda. Lo hizo para no “crispar” a este poderoso sector políticamente hegemónico de nuestra sociedad. Las reformas administrativo-legales que impulsó, correctas pero tímidas (cuyo esfuerzo reconocemos en la persona de don Helio), le generaron un gran costo político que se lo han cobrado mediáticamente, de manera inmisericorde. Mejor hubiera aceptado la alianza abierta con los sectores sociales que le llevaron a la Presidencia y, a lo mejor, hubiese tenido mejor suerte.
SEGUNDO: El viejo y añejo bipartidista PLUSC (Liberación-Unidad), quienes se pasaron al lado del neoliberalismo aperturista, adoptando ambos la agenda macroeconómica del gran capital hegemónico bancario-financiero; convirtiéndose los dos, sucesivamente en los últimos gobiernos y parlamentos, incluido el actual, en un muro de contención para bloquear cualquier transformación tributaria estructural, que gravara las grandes rentas, las gigantescas fortunas y las “creativas” formas de elusión y evasión fiscales, nacional e internacionalmente, mediando toda clase de triquiñuelas y leguleyadas, incluyendo maniobras tipo “Panamá papers”.
TERCERO: Particularmente, hay que demandarle cuentas al otrora socialdemócrata y ahora cuasi-evangélico Partido Liberación Nacional (PLN), por la gran estafa política que cometieron los hermanos Oscar y Rodrigo Arias Sánchez. Particularmente, el primero que con ocasión de su apuesta a favor del TLC con Estados Unidos, indicó que “a cambio”, él promovería la reforma fiscal-tributaria necesaria para reponer los prácticamente 3 puntos PIB que implicaría esa tratado comercial en materia de ingresos aduaneros de todo tipo. Hoy, como vemos, prácticamente la mitad del déficit fiscal se debe al TLC de don Óscar Arias cuyo partido PLN, optó, entonces, por seguir endeudando y endeudando al país, llevándonos al precipicio de un pago de intereses que “está ya sin control” y una deuda que, prácticamente, ya no se puede pagar.
ANEP reconoce la serie de esfuerzos institucionales-administrativos de la gestión del señor Ministro de Hacienda y, particularmente, la sacrificada tarea ejecutada por sus más cercano personal asesor y, por supuesto, de toda la población trabajadora honesta de esta cartera ministerial, en control de la evasión, de la elusión, en la implantación de la tarifa electrónica, en disposiciones contra el fraude fiscal y en algunas medidas legislativas impulsadas para “pellizcar” en algo, la gigantesca tajada de acumulación de riqueza de los bloques de poder económico-financiera que, básicamente, se anidaron en ese PLUSC, cuando uno dejó de ser socialdemócrata y el otro socialcristiano.
Hay soluciones para enfrentar el problema de modo tal que no afecte a los que ya están sumamente golpeados: la clase trabajadora. Pero, para ello, se requiere un potencial cívico-popular y patriótico cuya articulación se vuelve urgentísima.
Lastimosamente, la práctica totalidad de las actuales personas candidatas a la Presidencia de la República, decidieron “mirar para otro lado” y eludir abordar el tema del déficit fiscal por el lado correcto: la progresividad tributaria profunda y multifacética que está ya está diagnosticada, pero sin la más mínima voluntad política para ser impulsada.
Es nuestro criterio que esta crítica situación fiscal impone que se abra un diálogo político y social de un carácter tan serio y de enorme responsabilidad como no se había dado en los últimos tiempos. Las nuevas autoridades políticas del país, tanto ejecutivas como parlamentarias, seguirán en el cortoplacismo electorero y las rivalidades de rigor y deben ser compelidas a comprender que ninguna, por más “equipo” que muestren, sacarán esta tarea relativamente avante.
Y, lo más preocupante, es que algunas candidaturas presidenciales, fanfarronean de contar con equipo para ello, como las del PLUSC, pero, en esencia, son los mismos responsables de esta desastrosa situación fiscal generada en sus respectivos gobiernos anteriores.
Nuevamente, expresamos nuestro humilde pero vehemente llamado a, al menos, una amplia unidad sindical en la acción que, pese a la diversidad y a las diferencias, ponga a la clase trabajadora en el centro de su quehacer frente a dramáticas situaciones como la eventualidad de un draconiano ajuste fondometarista.
San José, viernes 26 de enero de 2018.
Albino Vargas Barrantes
Secretario General ANEP.