Incapaces de enfrentar el real poder de la sociedad costarricense actual, ese de la hegemonía del capital bancario-financiero y sus latifundios mediáticos, los partidos políticos del Cementazo reeditan la vieja propuesta neoliberal del expresidente Miguel Ángel Rodríguez Echeverría, de las garantías económicas: imponer por reforma constitucional el monto del déficit fiscal que debemos tener como sociedad.
Los partidos del Cementazo (Liberación, Unidad en sus dos versiones, PAC y Libertario), al igual que lo hicieron con la ley de aguas, pactan a espaldas de la ciudadanía algo tan grave y tan explosivo como lo es el futuro de la sostenibilidad financiera de una gran cantidad de servicios públicos; ya debilitados de por sí pero sumamente imprescindibles y necesarios para la población vulnerable de nuestro país, para las mayorías ciudadanas apretadas en su situación económico-salarial, así como para barrios y poblaciones en vías de caer bajo el control total del narcotráfico y del crimen organizado.
Y eso que no estamos hablando, particularmente, de lo que representa para el empleo público y para el salario de la gente asalariada del Gobierno Central y entes adscritos, una regla fiscal draconiana y extremista que pretende ser empedrada en la Constitución.
Mediando una negociación oscura, opaca y, con seguridad, realizada en ámbitos extraparlamentarios, el candidato de una de las alas de la Unidad del capital, don Rodolfo Piza Rocafort, arrinconó al ahora más que debilitado Gobierno del presidente Solís Rivera: si quiere más impuestos, debe apoyar la regla fiscal constitucional, repetimos, las garantías económicas de Miguel Ángel Rodríguez Echeverría. Ni lerdo ni perezoso, el partido de los hermanos Arias Sánchez y su candidato empresarial, señor Antonio Álvarez Desanti, se unió al pacto fiscal de los partidos del Cementazo.
Los partidos del Cementazo equivocan, radicalmente, el camino para emprender algún tipo de solución, justa y equitativa del problema fiscal nacional que, como nosotros mismos lo reconocemos, es sumamente grave.
Viven en una negación absoluta acerca del gran descrédito ciudadano que tienen en este momento, lo cual les resta legitimidad real para asumir semejante iniciativa que compromete el futuro de las próximas generaciones, condenándolas a más exclusión y desigualdad sociales, por un lado; y, por otro, a condenarlas a pagar una deuda pública que es, prácticamente, impagable.
Los partidos del Cementazo prefieren, por ejemplo, castigar a la clase trabajadora profesional del Gobierno Central (y de todo el Estado), abriendo el camino para reducciones salariales dramáticas, vía eliminación del pago de dedicación exclusiva (como lo están tramando en el proyecto paralelo al de la regla fiscal); antes que, por ejemplo, enfrentarse a los capitales narco y del crimen organizado que pasan y anidan en el sistema bancario-financiero, imponiéndoles un impuesto-peaje (tasa Tobin “a la tica”), que dejaría gran cantidad de recursos frescos a las alicaídas arcas fiscales.
Un impuesto-peaje de 0,025 a las transacciones financiero-bancarias superiores a los 10 mil dólares, dejaría unos 250 mil millones de colones por año; cifra esta que es la mitad de los 500 mil millones que le quitarán a la gente de a pie con la transformación del impuesto sobre las ventas a impuesto al valor agregado, que pretende el ya saliente Gobierno; mismo que en su desesperación porque le aprueben esta iniciativa ha pactado con los partidos políticos del Cementazo la aprobación de la reforma constitucional de la regla fiscal (garantías económicas de la Unidad), y la puesta en riesgo del pago de dedicación exclusiva al sector profesional estatal, abriendo paso a la precarización salarial y laboral del mismo.
Y es que hay que volver sobre el mismo tema, una y otra vez, sin cansancio alguno: si no se da en este país una verdadera Transformación Tributaria Estructural, no se resolverá ningún déficit fiscal.
No nos vamos a liberar de la asfixiante y torturante carga de la deuda; nos enfrentaremos a deterioros más dramáticas de los servicios públicos esenciales; nos veremos arrinconados como Estado (como estado fallido), al poder del narcotráfico y del crimen organizado; nos acercaremos a escenarios socialmente dramáticos como el griego (brutales reducciones salariales y despido masivo de empleados públicos), sin esa Transformación Tributaria Estructural.
Esta tarea histórica, la de la verdadera Transformación Tributaria Estructural, no la darán los partidos del Cementazo. Su pacto a favor de la regla fiscal neoliberal con gran rango constitucional así lo demuestra. Es al pueblo trabajador, a sus organizaciones legítimas, a la sociedad cívico-patriótica, a la ciudadanía más consciente, a quienes le ha de corresponder semejante desafío histórico.
Ellos, los partidos del Cementazo, los latifundios mediáticos que los controlan y orientan, las vocerías parlamentarias y extraparlamentarias de la hegemonía del gran capital neoliberal financiero-bancario, todos los días viven hablando del gasto, del control del gasto, del alza desmedida del gasto.
Por el contrario, a nosotros, “los y las de abajo” nos compete hablar, todos los días también, del robo de impuestos, de ponerle impuesto al capital, de la renta global, de la tasa Tobin… en fin, de la Transformación Tributaria Estructural.