Muy mal parado ha de quedar el Presidente de la República, Luis Guillermo Solís Rivera, si deja consolidarse el “fiestón salarial” de la alta cúpula político-tecnocrática y gerencial del Banco Central de Costa Rica (BCCR). Si “no lo puede” destituir por eso de la tal autonomía, al menos con pedirle la renuncia le ha de dejar debilitado y desacreditado en ese cargo.
Mientras que a la gran masa laboral del Gobierno Central, de los entes adscritos al mismo y de otras instituciones estatales se les sigue castigando con el congelamiento salarial en la práctica; en dicha entidad una sola persona, el actual Presidente Ejecutivo del BCCR, Olivier Castro Jiménez, estaría en puertas de recibir un aumentazo salarial de unos ¡7 millones de colones!, ¡de un solo tiro!, según informes que han trascendido. ¡Esto es indecente! ¡Esto es inmoral!
Esta indignante circunstancia se ve agravada por la denuncia que formula el sindicato institucional del BCCR de que el fiestón salarial incluye “reajustes” salariales entre los 400 y 800 mil colones mensuales para un pequeño grupo de altos funcionarios tecnócratas de este banco
La dolorosa contracara de este abuso salarial nada más y nada menos que en el Banco Central de Costa Rica (BCCR), se dramatiza ante el inminente decretazo salarial del 0.76 % como “reajuste” por costo de vida para el primer semestre del 2017 que se le impone a la abrumadora mayoría del conglomerado obrero-laboral del sector Público.
Ello refrenda y certifica que se va perfilando una política de empobrecimiento salarial con carácter estructural, por un lado; pero, por otro, parece consolidar un esquema de “repartición” de abusivos beneficios salariales en cada vez más pequeños sectores del empleo público en sus más altos niveles.
La destitución y/o petición de renuncia del actual Presidente del Banco Central de Costa Rica (BCCR), Olivier Castro Jiménez, se convierte en un imperativo ético y moral para la acción ejecutiva del propio Presidente de la República, en momentos en los cuales las mayorías asalariadas de la clase trabajadora, tanto la del sector Público como la del Privado, sufren un severo retroceso en su bienestar dado que beneficios del crecimiento económico no se están repartiendo con verdadera equidad redistributiva. ¡La gente trabajadora no come macroeconomía!
Aunque no se diera ni la destitución, ni la renuncia, ni la salida del Presidente del BCCR, debe saber él que se queda en su cargo y con su nuevo jugosísimo salario con una enérgica condena de parte de miles y de miles de costarricenses quienes, agobiados por diversas manifestaciones de inseguridad, entre ellas la económico-salarial, habrán de cobrar la correspondiente factura política.
La Asamblea Legislativa debe aprobar con urgencia la correspondiente legislación para detener estos “fiestones salariales” en el seno de la alta cúpula político-gerencial y tecnocrática del Estado.