Es imposible que alguien pueda afirmar que analizará, objetivamente, el primer año de la administración gubernativa que encabeza, como Presidente de la República, don Luis Guillermo Solís Rivera.
Si hay algún campo de la vida humana en que lo objetivo es lo más ausente que cualquier otra cosa, es la política, lo político. Siempre las perspectivas en este campo serán subjetivas según una posición ideológica, de clase, de gremio, de partido, de interés corporativo-gremial, empresarial, mediático, religioso, etc.
En tal sentido y según nuestra propia perspectiva subjetiva, intentaremos apuntar algo de lo bueno, de lo malo y de lo feo de este primer año de gobierno Solís Rivera. Usted también puede hacer su propio ejercicio al respecto.
LO BUENO: 1) Desafió a la hegemonía política del capital neoliberal al quitarle el infame veto que su antecesora en el cargo, de manera perversa, le impuso a la ley de la Reforma Procesal Laboral (RPL). 2) Varios miles de personas trabajadoras asalariadas del sector Público (específicamente en el Gobierno Central), están en camino de acceder a la propiedad en sus puestos de trabajo luego de largos períodos de interinatos prolongados y con gran miedo de perder sus respectivos empleos. 3) Por lo menos, “a medias”, se dio el desenganche de la ley salarial médica con relación a los puestos de más baja denominación salarial del régimen de Servicio Civil. 4) Se reconoce el tamaño gigantesco y criminal del robo de impuestos: superior al 8% del Producto Interno Bruto (PIB), proponiéndose iniciativas administrativas y de ley para combatirlo (aunque las mafias en las aduanas siguen “haciendo fiesta”. 5) Oposición a mayor iniciativa privada neoliberal en la generación eléctrica.
LO FEO: 1) Conformó su gabinete “en tractos”, “en tandas”, lo que indica que el resultado electoral ni él mismo lo previó (bueno, tampoco toda la sociedad). Esto demostró (y luego de 14 o 16 renuncias-destituciones de su equipo inicial de Gobierno), falta de cohesión política, debilidad de control de gestión política al máximo nivel, divisiones internas e improvisación, así como co-gobierno con el Partido Unidad Socialcristiana (o parte del mismo). 2) Menosprecio a las potencialidades de un esfuerzo de articulación multisectorial desde la sociedad civil organizada con propuesta de visión-país alternativa al modelo neoliberal y que le apoyó grandemente para que llegara a la Presidencia. 3) Ejercicio gubernativo sin un soporte estructural del partido que le llevó a la cabeza del Poder Ejecutivo, teniendo francotiradores desde sus propias tiendas, con un partido “partido”, al menos, en tres partes,. 4) Está abriendo un camino de confrontación abierta con las bases laborales del sector Público y sus respectivos gremios y agrupaciones (buena parte de su base electoral), cediendo a los ataques de la derecha oligárquica contra los empleados públicos y sus derechos, aceptando que éstos son los “responsables” del déficit fiscal. 5) La Caja parece continuar rumbo al despeñadero, dado que sigue estando “secuestrada” por poderosos grupos corporativo-gremiales, internos y externos, sin que se note algo de “cambio”.
LO MALO: 1) Ceder a presiones de algunos latifundios mediáticos neoliberales que con base en sus propias agendas político-ideológicas están acostumbrados a controlar los gobiernos de turno; por ejemplo, en los casos de los embajadores injustamente destituidos y el de su propio Ministro de la Presidencia caído en desgracia (aunque con errores de su propia producción), solamente porque la gritería del capital neoliberal y su “gran” prensa le exigió deshacerse de él. 2) Renunciar a propiciar reformas tributarias por el lado de las rentas al capital (como la global), dándole impulso a reforzar la injusta impositiva de sesgo regresivo (pretender cambiar el impuesto sobre las ventas en impuesto al valor agregado IVA). 3) Nada parece indicar un verdadero cambio hacia la soberanía y seguridad alimentaria pues la sensación en el sector agropecuario organizado es que no hay diálogo para nada y tampoco para construir una alternativa. 4) Una política exterior conservadora, anquilosada, que no está siendo creativa para comprender las oportunidades de una multipolaridad global en desarrollo, destacándose una especie de “terror” político para mirar al Sur y las potencialidades que está mostrando una integración latinoamericana soberana de enorme impacto. 5) Las restricciones salariales de los que menos ganan, los bajos salarios (especialmente los mínimos), el desempleo y el empleo precario no dan señales de “cambio”.