Elecciones 2010: En la calle está el verdadero Poder (2)

Gracias a las convicciones democráticas del Diario Extra, en el campo del respeto a la Libre Expresión, ANEP publica, semanalmente, en días miércoles, esta columna.

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La Democracia de la Calle es un mecanismo democrático de alta legitimidad que sirve para la genuina expresión popular, cuando se trata de indicarle a los gobernantes lo errático de sus decisiones, en el tanto éstas van en contra de la promoción, la búsqueda y la implementación del bien común. Éste debe ser eje central de toda aquella política pública, tal y como lo expresa la filosofía impregnada en nuestra actual Constitución Política, inspirada en el humanismo cristiano.

Nosotros estamos absolutamente convencidos de que hoy en día sobran las causas para apelar, nuevamente, a la Democracia de la Calle y al poder ciudadano expresado en movilización organizada y cívica, ante la repugnante obscenidad de la concentración de la riqueza. Un ejemplo de ello lo tenemos en la presente campaña electoral que, “pa’que no nos falte”, muestra que las dos candidaturas presidenciales más “notables”, son aquellas sostenidas en el gran capital, el cual se da el lujo de apostar a varias bandas (cárteles), dado que es de tal calibre el poder económico a su disposición que en uno u en otro caso, ese gran capital estima tener asegurado el control del próximo Poder Ejecutivo y también del Legislativo.

Y es aquí donde queremos llamar su atención porque creemos, estamos convencidos, de que hay que ir a votar en las próximas elecciones; pese a, como ya hemos indicado, desconfiamos profundamente del actual tribunal electoral, bastante parcializado a favorecer las candidaturas de la actual hegemonía en el poder, que es la de la lógica del lucro desenfrenado.

Es imperioso para los movimientos sociales y para los sectores cívicos que enarbolamos las banderas de una nueva Costa Rica inclusiva y solidaria, que personas amigas, simpatizantes, comprometidas con las luchas patrióticas de los últimos años, lleguen a la próxima Asamblea Legislativa.

Costa Rica ocupa un nuevo salto democrático y una nueva institucionalidad republicana que restaure la lógica del bien común como eje fundamental de toda política pública; para, por ejemplo, cambiar la perversa situación de verdadero crimen social que significa la circunstancia dolorosa de que a una de cada tres personas asalariadas, ni siquiera se les pague el actual salario mínimo de ley, ya de por sí completamente miserable. Ese es tan solo uno de los cambios más profundos que hay que realizar en nuestro país.

Pero ello se ocupa del derrocamiento, del derribamiento, de la sustitución de la actual hegemonía política que está basada en una lógica de lucro, mediando la generación de un poder cívico militante que deberá construirse con diversas tácticas, aportes multisectoriales, pensamiento sociopolítico autóctono y una renovada articulación estratégica, dentro de la cual la circunstancia de que haya diputados y diputadas jugando ese rol en el próximo parlamento, ha de ser vital. Y es posible hacer una vinculación transparente entre el significado del potencial de la Democracia de la Calle con los postulados del humanismo cristiano (el real, no el politiquero)

Bien dice la V Conferencia del Episcopado de América Latina y del Caribe, celebrada en Aparecida, Brasil, en el 2007, que “una democracia sin valores… se vuelve fácilmente una dictadura y termina traicionando al pueblo”. Por otra parte, acertadamente, el papa Benedicto XVI, en su homilía en la catedral de Villetri, del 23 de setiembre de 2007, nos señaló que_ “Cuando prevalece como motivación central la lógica del lucro, aumenta la desproporción entre pobres y ricos (…) Por el contrario, cuando prevalece la lógica del compartir y de la solidaridad, se puede corregir la ruta y orientarla hacia un desarrollo equitativo, para el bien común”._

En tal sentido, igual de bien hicieron los obispos ticos de la Conferencia Episcopal de Costa Rica (CECOR), en su exhortación pastoral de cara al proceso electoral en desarrollo, cuando en su documento “Caminos hacia una auténtica democracia” nos pidieron cuestionar los programas de aquellos partidos “…que pregonan el desmedido afán por la riqueza y la actitud depredatoria y egoísta hacia la naturaleza, por encima de la vida de las personas, los pueblos y nuestra soberanía”.

Por ejemplo, mantener una estructura tributaria altamente injusta y fuertemente regresiva, es consolidar la desenfrenada lógica del lucro que anima a las principales opciones electorales del gran capital: la de doña Laura y la de don Otto. El reto de la lógica del compartir y de la solidaridad nos obliga a luchar por una transformación tributaria estructural de inspiración progresiva (paga más el que más tiene), cuya lucha tendrá dos escenarios: la calle y el parlamento. Aquí es donde ocupamos elegir diputaciones amigas en al próximo parlamento. Afortunadamente las hay.

13 de enero de 2010

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