Tema “tabú”. Efectivamente, a menos de un mes de las elecciones presidenciales no conocemos planteamiento alguno, contundentemente preciso, de cuál sería la política salarial que se pondría en práctica, por parte de la persona ganadora y su eventual equipo de Gobierno, tanto en materia de política salarial como en lo atinente al costo de la vida; considerado éste como uno de los más altos de la América Latina.
La desigualdad y su crecimiento sistemático e indetenible, el problema número uno de nuestra sociedad en estos momentos, debería enfrentarse (entre otras medidas), ampliando el poder de compra del salario que, de manera indirecta, puede contribuir a la reactivación económica por la cual tanto reclama la cúpula dirigente del alto corporativismo empresarial, al estimularse la producción para el mercado interno, por ejemplo, con cientos de empresas (micro, pequeñas y medianas), abandonadas a su suerte.
A éstas no parece irles también en estos tiempos de neoliberalismo hegemónico excluyente y potenciador de la concentración de la riqueza; como tampoco le está yendo muy bien a la clase trabajadora asalariada de los sectores privado y público y que tienen ingresos medios/o bajos. Igual suerte está corriendo el gran conglomerado obrero-trabajador al margen de la formalidad laboral.
Ambos segmentos mayoritarios, conjuntamente comprendidos, viven un proceso de pauperización sostenido y sistemático, hundidos en el alto endeudamiento, como el espantoso de las tarjetas de crédito.
Por el contrario, a los exportadores les va muy bien. Veamos algunos ejemplos. Solamente dos productos agrícolas, banano y piña, generaron ingresos en el año que acaba de concluir, 2017, de casi 2 mil millones de dólares. ¡114 mil millones de colones! (114.000.000.000.000). Prácticamente, 3.5 puntos del Producto Interno Bruto (PIB).
Y todo el sector agrícola, creció en ventas al exterior en un 4%. Los negocios de tecnología de precisión y médica crecieron en un 12%. Un 7% creció la industria de alimentos. Las químicas y las farmacéuticas, un 8%. Las ventas de productos industriales crecieron en un 9.7%.
El turismo ni se diga. Entre junio 2016 y junio 2017, el turismo generó, prácticamente, unos 4 mil millones de dólares: ¡228 mil millones de colones! (228.000.000.000.000). ¿7 puntos de PIB? ¡Qué locura! Al cierre del año pasado, las cifras deben ser muy superiores. (Datos de la Promotora de Comercio Exterior Procomer y de la Cámara de Industrias de Costa Rica CICR).
¡Qué va! La plata está muy mal repartida en este país y los beneficios del crecimiento económico no se están distribuyendo ni con equidad, ni con igualdad y mucho menos con justicia; pese a que es la clase trabajadora, en sus distintas conceptualizaciones, la que genera esa inmensísima riqueza que los datos anteriores implica.
Por el contrario, ¿qué le recetan las políticas económicas vigentes a la clase trabajadora? Del escuálido y raquítico 2.43 por ciento que se estableció para los salarios mínimos del sector privado a partir del pasado 1 de enero, ya perdió un 1%. La rebaja salarial producto del 1% que impuso la directiva de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), ante las “dificultades” financieras del sistema de pensiones de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM).
Para las personas empleadas públicas, que no saben de cuánto será su respectivo reajuste salarial, éste también será mermado en un 1% por tal razón.
La empresa que disfruta del suculento negocio del cobro de peajes en la ruta 27, incrementó las tarifas desde el pasado 1 de enero. Desde este día, también aumentaron las multas por infracción a la Ley de Tránsito, en un 1.78%.
Viene el pago electrónico de tarifas de autobús. Y adivinen quién tendrá que asumir el costo de esta tarifa electrónica: ¡pues la clase trabajadora, la que viaja en bus! Tenemos entendido de que, en la línea de buses de Calle Fallas, Desamparados, ya funciona el pago electrónico, pero quien opte por él deberá cancelar 25 colones más por pasaje. ¡Qué bonito! En el negocio del transporte público modalidad autobús, se generan rentas de, al menos, 700 millones de dólares anuales. ¿Y cómo se les paga a los choferes de autobús?…
El déficit fiscal, cuya gravedad se incrementa día con día (según la perspectiva neoliberal), golpeará todavía más a quienes no tienen la menor responsabilidad por el mismo: ¡la clase trabajadora! El valor del dólar se acerca a los 600 colones (los exportadores más que felices), y a los trabajadores endeudados no solamente se le encarecerán los intereses de los préstamos que deben, sino que su ralito poder de compra salarial se verá más afectado.
Y todavía algunos candidatos presidenciales dicen que para enfrentar el problema del déficit fiscal hay que subir el impuesto sobre las ventas, del 13 al 15%, transformándolo en IVA (impuesto al valor agregado).
Tengamos presente que para los segmentos más empobrecidos y vulnerables de la clase trabajadora (la “suertuda” con empleo y salario fijo, la que lo tiene en condiciones precarias, la sin empleo o subempleada y la del mercado informal), en este 2018 su situación empeorará.
El prestigioso Informe Estado de la Nación 2017, del Programa Estado de la Nación (PEN), señaló que conforme disminuye el ingreso familiar y/o se deteriora el poder de compra del salario, queda menos plata para pagar los servicios públicos básicos y fundamentales de los hogares.
Esto es más grave todavía porque estos servicios no bajan, más bien suben. Datos de tal Informe elaborado con la realidad económico-familiar del 2016, indican que el 40% de los ingresos de las familias más pobres se van en pago de ese tipo de servicios públicos.
¿Cuál candidato presidencial, de los que tienen posibilidades de ganar y/o de avanzar a segunda ronda, se le meterá al tren?… Es decir, proponer, por ejemplo, otra política salarial y otro sistema tributario. ¿Quién le dará vuelta a la tortilla cómo para merecer su voto?…