El embajador de los Estados Unidos en el país, Mark Langdale, sin el menor rubor se inmiscuye en asuntos internos del país al hacer campaña abierta a favor del TLC con los Estados Unidos.
Declaraciones en la prensa, giras de propaganda por todo el país, una serie de visitas del agregado laboral de la embajada estadounidense a sindicatos haciendo ofrecimientos de toda clase y fiestas con “amigos” del poder judicial en su casa, forman parte de las prácticas que desde esa embajada extranjera se realizan, violando su estatus diplomático y entremetiéndose en un asunto que los costarricense debemos resolver de manera libre y soberana; nos referimos al referéndum sobre el TLC.
A esto se suma las “donaciones” millonarias que durante la etapa de negociación invirtió esa nación por medio de la fundación CR-USA en pago de funcionarios incluidos los negociadores de nuestro país, y en propaganda a favor de ese tratado.
La apretada agenda del embajador-empresario, es una abusiva intromisión en los asuntos de los y las costarricenses que no puede ser tolerada.
El día de hoy (9 de agosto) aparece una nota informativa en el diario “La Prensa Libre” titulada “Embajador de Estados Unidos promueve TLC en empresas”, en la que no deja margen de dudas acerca de la descarada intromisión de se diplomático en los asuntos que debemos resolver soberanamente los y las costarricenses.
También en una gira de la cual se informa ampliamente en el diario Extra (ver “Los productores agrícolas están con el TLC”, edición del 27 de julio de este año) queda claro que Langdale anda en campaña abierta, igual que lo hace Óscar Arias a favor del TLC.
Faltando a la verdad el embajador afirma a ese diario que si no se firma el TLC, 1500 empleados de las empresas de chayote se quedarían sin empleo. Esta declaración constituye además una amenaza velada que pretende atemorizar a aquellos que piensan votar no en el referéndum, de octubre.
Esta conducta no es nueva, la primera aparición de Langdale en el país fue como miembro de la delegación oficial norteamericana a la toma de posesión del ex mandatario Abel Pacheco, cuando fue presentado como presidente de la empresa Posadas USA Inc. También ha estado vinculado con la empresa CapRock Communications Corp, que es proveedora de comunicaciones dedicada en aquel entonces a la construcción de redes de fibra óptica y ahora evolucionó a las comunicaciones satelitales para la industria de transportes –marítimos y aéreos- y militares.
Eso quiere decir que la inaceptable ingerencia del embajador Langdale en asuntos internos de nuestro país tiene una motivación personal, además de política, pues él mismo mantiene intereses comerciales en el TLC en materia de turismo y las telecomunicaciones.
Tampoco es la primera vez que Langdale da declaraciones públicas, ya en La Prensa Libre del lunes 5 de marzo, bajo el título “Rechazar el TLC es perder una oportunidad de oro para el país” se publica una extensa entrevista al Langdale, en la se entromete de manera abusiva e ilegal en los asuntos internos de nuestro país, que solamente competen a las autoridades y pueblo costarricense.
El proceder de Lagadle contraviene la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, del 18 de abril de 1961, que obliga a todas las personas que gocen de privilegios e inmunidades diplomáticas a respetar las leyes y reglamentos del Estado receptor, y que también “están obligados a no inmiscuirse en los asuntos internos de ese Estado.”
Ponen plata para el sí
Ya desde el gobierno anterior, el entonces ministro del COMEX, Alberto Trejos, había reconocido que la fundación CR-USA financió los salarios del equipo negociador costarricense del TLC con Estados Unidos y que ¢ 380 Millones fueron utilizados en estudios, eventos de divulgación, elaboración de documentos y equipo. (Ver LA Nación, edición del —- “Ministro Trejos: no hay conflicto de interés”).
También otro publicación (La Nación—-, “Aportes de EEUU sufragan gastos del país en el TLC”)
Dio cuenta de que el CR-USA había donado ¢ 470 millones para “mantener al equipo de negociadores del TLC.
Sospechosa cercanía con el poder judicial
Finalmente, los fuertes intereses detrás del TLC y los oscuros antecedentes de la negociación tanto en Costa Rica como en el resto de Centroamérica obligan a preguntarnos acerca de la estrecha relación entre funcionarios del poder judicial y de esa legación diplomática.
Sobre todo despierta nuestros resquemores el papel que ha jugado la sala Constitucional en todo el proceso del referéndum y del debate en torno al TLC. Ya durante la serie de visitas a organizaciones sindicales realizada en el mes de junio pasado por un funcionario de la embajada de EEUU, de nombre Dorian Hurtado, este ofreció entre otras cosas, sus buenos oficios para interceder en materia de diferendos laborales con magistrados a los que definió como “amigos míos”.
Esa declaración de Hurtado inquieta aún más al leer una pequeña nota aparecida en el periódico “Al Día” donde se informa sobre varios funcionarios del poder judicial que “no se pierden ninguna actividad en la casa del embajador de los Estados Unidos. Antenoche, vinos a Fabián Barrantes, jefe de prensa y a un magistrado de la Sala IV disfrutando de una velada de jazz, llena de vinos y bocadillos”. (Ver Al Día del 26 de Julio).
Denunciamos públicamente la intromisión del Embajador Lagadle en los asuntos internos de un país soberano como es Costa Rica.
¡La intromisión de ese funcionario extranjero debe cesar inmediatamente!
Es inadmisible e intolerable, además de ilegal.
Los ticos y ticas tenemos todo el derecho de resolver de manera soberana y libre nuestros asuntos.
Exigimos a las autoridades correspondientes parar de inmediato este proceder de este procónsul del imperio.
Jorge Arguedas Mora
Coordinador del Frente Interno de Trabajadores (as) del ICE
San José, 27 de Julio de 2007
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Reproducimos la nota de VINAZOS de ese periódico de La Nación S.A.
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Amantes del Jazz
Cuentan que varios funcionarios del Poder Judicial no se pierden ninguna actividad en la casa del embajador de los Estados Unidos. Antenoche, vimos a Fabián Barrantes, jefe de Prensa, y a un magistrado de la Sala IV disfrutando de una velada de jazz, llena de vinos y bocadillos.