¡Siete personas en prisión preventiva! El ya tristemente célebre escándalo del cementazo tiene con sus huesos en la cárcel en estos momentos a la máxima cúpula gerencial del Banco de Costa Rica (BCR), así como al empresario estrella de todo este entramado, cuya parte submarina, en realidad, está por emerger a la superficie… O, tal vez, nunca sepamos lo que subyace en todo esto.
Golpeado en su credibilidad como nunca antes en toda su historia, el todopoderoso Poder Judicial, al cual sí debe llamársele con propiedad el primer poder de la República, ha reaccionado (aunque de manera tardía pero no catastrófica y mediando gran presión interna y externa), conforme a la profunda indignación popular ante las revelaciones de todos los días sobre este escándalo de la importación fallida y comercialización frustrada del cemento chino; pretendiéndose vanamente por parte de sus protagonistas (directos o indirectos) terciar en un mercado controlado por un poderosísimo duopolio, al parecer, intocable desde cualquier punto de vista.
¡Todo les salió mal! Tocar los estamentos del poder del alto corporativismo de negocios de las megaempresas, concentrado de manera monopólica, oligopólica y similares, especialmente si estas tienen corte trasnacional, es un asunto geo-estratégico no apto para principiantes.
¡Y tenía que salir mal si se habrían saltado el ordenamiento jurídico!
El compadrazgo político, el posible tráfico de influencias habría llevado a algunos (“los 7 del patíbulo”, ya en rejas y acusados), más otros que todavía faltan de ser indagados, a traspasar las barreras de la ley cayendo, presuntamente, en figuras penales como la del peculado en lo que respecta a los créditos tramitados para el rompimiento del duopolio cementero, de unos 30 millones de dólares que, ojalá no sea así, estaría perdiendo el BCR pues no los podría recuperar del todo o en parte.
¿Y qué va a pasar con los otros créditos del cementazo otorgados por los Bancos Popular, Nacional y Crédito Agrícola de Cartago (el que ya está práctica y técnicamente cerrado por este Gobierno) …?
A esta altura del escándalo del cementazo, podemos citar varios contenidos de fondo que le dan esa extraordinaria peculiaridad, muy próxima a una novela político-policíaca que acapara la atención de las masas, diariamente, generándose un alto rating mediático pocas veces alcanzado en estos tiempos neoliberales.
Si el “libre” comercio funcionara como sus teóricos lo conceptúan, luego de los TLC neoliberales, el duopolio cementero y otros deberían haber tenido sus días contados.
La intentona política para enfrentarlo se les fue de las manos a sus promotores (en el Gobierno, en el Parlamento y en el mismo Poder Judicial), a tal punto que la credibilidad en la institucionalidad republicana se ha resentido como nunca y la fe ciudadana en esta se quebrantó delicada y peligrosamente.
La causa del cementazo, desde cualquier punto en que se le mire, no podía quedar impune. No solamente desde una arista jurídico-penal y la eventual comisión de diversos delitos; sino y, quizás lo más importante, desde la perspectiva de un desafío estratégico al orden de las cosas del actual sistema político, al punto de que no podía este tolerar semejante provocación a su misma estabilidad estratégica.
Con la anterior gestión, ahora suspendida, de la Fiscalía General de la República, la sensación cívica dominante era que “todo estaba perdido” ante el reino de la impunidad, ante tanto archivo y desestimación de causas ligadas a personajes de la política tradicional; especialmente tratándose de figuras, directa o indirectamente, ligadas al Partido Liberación Nacional (PLN).
De ahí que la operación “Manos Limpias” con que nosotros hemos bautizado la gestión de la señora Emilia Navas Aparicio, fiscal general de la República interina (por ahora), haya empezado bien, para satisfacción ciudadana no solamente con el encarcelamiento de “los 7 del patíbulo”, sino con la reapertura del caso Crucitas, del cual habían salvado de rendir cuentas al expresidente de la República, señor Óscar Arias Sánchez.
¡Empezó la operación “Manos Limpias”…! ¿Pero será suficiente? ¡Contundentemente, no! Las razones del descontento ciudadano, prácticamente generalizado con su actual clase política (la vieja y la recién llegada), va mucho más allá del enojo y de la indignación por lo del cementazo.
El cementazo es el “emergente”. Según la psicología social, “…el emergente puede ser considerado genéricamente como el nuevo producto que resulta de una situación previa”.
¡Exacto! ¿Y cuál sería la “situación previa”? ¿Crucitas?… ¿La trocha?… ¿La plata peruana mal habida?… ¿Presuntos manejos irregulares con los fondos de pensiones IVM-CCSS?…
¡Por supuesto que esto es parte de la “situación previa”! Pero, siendo así, el problema es de una profundidad estructural que, a nuestro criterio, tiene que ver con una sociedad a la que le impusieron la exclusión vía la entronización de la desigualdad, de forma tal que el “¡sálvese quien pueda!”, es el dogma de imperio y, por ende, haga usted todo lo que pueda para sobrevivir, aunque se lleve “entre las patas” valores, la legalidad, el Estado de Derecho, mienta y estafe políticamente, etc.… 40-45 por ciento de indecisos de cara a las votaciones de febrero entrante lo podrían explicar mejor que quien esto escribe.