A una semana de haberse iniciado el segundo semestre del 2016, quienes trabajan asalariadamente para el sector Público no deben esperar, prácticamente nada, de un reajuste por costo de vida: según las cifras oficiales de inflación, ¡nada subió de precio!, pues el Índice de Precios al Consumidor (IPC), fue de tan sólo un 0.01 % de enero a junio pasado; o sea, “inflación cero”. ¡Cuesta creerlo!, ¿verdad?…
Se confirma así que este país ha estado manteniendo una política salarial (en ambos sectores, público y privado) que no distribuye riqueza, que no reparte más justamente los beneficios del crecimiento económico, que no potencia la reducción de la desigualdad vía otra política salarial.
Porque una cosa es el reajuste por costo de vida y otra, radicalmente distinta, es incrementar el poder de compra del salario expandiéndolo, aumentando su capacidad adquisitiva, por ejemplo, con aumentos considerando la inflación venidera, no solamente la vencida (la anterior a la fijación).
Ahora como el costo de la vida “no subió” (inflación de 0.01 %), hemos de notar, más sensiblemente, ese gran divorcio entre la realidad económica del bolsillo de las personas trabajadoras asalariadas vs. lo que dicen las cifras del gubernamental IPC.
Prácticamente, entonces, el congelamiento salarial es una realidad dolorosa que no guarda relación alguna con la velocidad con que en Costa Rica la riqueza se concentra.
“Tras de cuernos, palos”: luego de meses y meses y meses de una inmisericorde campaña de agresión ideológica y de terrorismo ideológico en contra de quienes laboran para el sector Público; ahora, sus grandes segmentos laborales (no los de la pequeña élite súper asalariada), ven aún más reducido el poder de compra de su salario porque éste no se expande en épocas de inflación “cero”.
Y, para peores, pese a que los empleados públicos son puntuales pagadores de impuestos, no se los roban, viene diciéndosele a la ciudadanía, de manera mentirosa y con perversas patrañas de por medio, que sus salarios (ahora congelados, prácticamente), son los culpables del déficit fiscal) y, por tanto, hay que acabar con la dedicación exclusiva, con la disponibilidad, con los riesgos, con las anualidades, con la peligrosidad, con las cesantía superiores a ocho años, etc., etc.
En ANEP y en el Colectivo Sindical Patria Justa anhelamos que más rápido de lo que podamos imaginar, la unidad sindical en la acción permita la expresión de miles y miles de conciencias laborales del sector Público, utilizando el pacifismo de la Democracia de la Calle, para defender el salario, el empleo y la estabilidad de las familias; repudiando a un único coro de miles de gargantas tanta agresión psicológica, tanto escarnio, tanta infamia, tanta calumnia, tanto ataque en contra de quienes, honradamente, laboran para el sector Público.