El presente, más que un artículo de opinión, pretende respetuosamente ser una señal de advertencia, y un llamado a la participación de todas y todos quienes realizan la abnegada labor de servir, desde la importante tarea de exponer sus vidas, como miembros de la Fuerza Pública, el llamado incluye a diversos actores sociales, que no son ajenos de la coyuntura de (in)-seguridad que se vive en la actualidad, consideramos se hace necesaria la participación de la diversidad, sin “desechar” la posibilidad de discusión de temas, que de alguna manera nos atañe a todos.
Es momento de hacer una profunda revisión de nuestro modelo de seguridad, de manera respetuosa, hemos venido señalando aspectos importantes según nuestro criterio y la recopilación de sentimientos de nuestras compañeras y compañeros del gremio de la Fuerza Pública, representados por nuestra organización, (ANEP) e inclusive algunos otros, que igual nos confían sus “frustraciones”, por esto pensamos, que llegó la hora de quitar el “polarizado” en aras de la depuración, de esta institución, es hora de hacer uso de la estrategia de responsabilidad compartida, participando a nuestra ciudadanía, de la situación que enfrentan algunas de las personas que les están brindando seguridad ciudadana.
Resulta una completa paradoja, que las personas encargadas de velar por la seguridad de sus bienes, los mismos que cuidan sus niñas y niños a la entrada de las escuelas, a quienes usted acude en casos de violencia intrafamiliar , quienes cuidan en razón de sus funciones a las familias costarricenses, estén perdiendo de manera desproporcional a sus propias familias, si señoras y señores, seguimos hablando del altísimo nivel de desintegración familiar que se está dando entre los trabajadores de la “ley”, al menos de un 70%.
Hablamos de un problema psicosocial, que evidentemente tendrá repercusiones en la misma sociedad, y consecuentemente se reflejara en algunas situaciones dentro de la Fuerza Pública, claro que también comprendemos que, de repente algunas de estas se motivan en actitudes y aspectos culturales, pero en su gran mayoría el “epicentro” está en los roles, las distancias (desarraigo) y las jornadas, aunado a los problemas de liquides financiera, de trabajadores que tienen su salario “embargado”, que lleva como producto implícito, rupturas en los hogares que no tiene si quiera como “suplir” los tiempos fuera de casa, con vacaciones familiares dignas, y tiempo de calidad en familia.
¡Cómo no decirlo! El policía, no recibe vacuna contra la corrupción. Podría ser que quien esté cuidando su comunidad, o con quien esté uno trabajando, llegue a ser (o ya sea), un delincuente “disfrazado” de policía, como producto del “sistema”, en una estructura “vertical”, donde se maneja el “sistema” a conveniencia de unos, donde de pronto pareciera ser tierra de “nadie”, donde se violenta la Constitución, las leyes, y los tratados, donde extrañamente muchas voces nos “susurran” de favorecimientos, de nombramientos irregulares, con posible tráfico de influencias, sin que nadie haga nada!!, por esto no sorprendió, que en este este Ministerio, alguien sugiera literalmente, que no es lo mismo, mentir que faltar a la verdad, y nada pasa “si la persona no miente, solo falta a la verdad”!!! Jurídicamente al declarar bajo juramento, “faltar a la verdad”, es incurrir en falso testimonio.
Es por esto que hemos acuñado, la necesidad de enfrentarnos al “sistema”, y la “enemistad, de unos pocos incompetentes” a sabiendas que está surgiendo una nueva conciencia de hegemonía en la Fuerza Pública, con pensamiento social, que está despreciando la corrupción y la “falsa milicia” que algunos pretenden manejar, abogando una “disciplina” que no son capaces de mostrar en sus actitudes cotidianas, sin llamar a la “rebelión”, hablamos de la necesidad de cambiar prácticas arraigadas en el pasado, que mantiene a unos pocos en un odioso status quo.
Estamos en procura de mejorar la relación del policía con su familia, y con la ciudadanía, mediante modificación de roles y jornadas de trabajo, las cuales de todos es sabido, atentan contra los hogares de las y los policías, es urgente minimizar la desintegración, así como valorar que los problemas emocionales atendidos en el año 2012, ascienden a más de dos mil sesiones, en la sección de psicología.
Si analizamos que el salario base, con el “súper aumento” ahora sea de ç260.200,00, aunque para algunos “es bueno”, este no es el mejor para quien está expuesto, a la delincuencia común, y a la organizada, esto incluye a la posibilidad de ser tentado a “ganar mejor”, menos si se revisa que en muchos casos, el salario líquido asciende a veinte mil colones mensuales, (ç20.000,00) producto de los embargos y pensiones alimentarias… como resultado de la desintegración familiar.
Por eso compañeras y compañeros, igual resulta una completa paradoja, que siendo policías, con la figura de autoridades públicas, representantes de la ley, no acuñemos el derecho y el valor de defendernos, en materia laboral, como trabajadores miembros de la sociedad.
Es la hora del cambio, y de levantar la voz, por un trato justo, por igualdad de oportunidades, por mayor transparencia, por jornadas que permitan la calidad humana, en favor de las familias, y la efectividad, es hora de reivindicación salarial, y social, luchemos por, una jubilación decente y una pensión digna.
ANEP es el sindicato que te representa, únete a esta lucha, que también es tuya y por tu familia.