Podemos afirmar que actualmente el concepto sociopolítico de clase trabajadora es sumamente amplio como para que podamos comprender cuál es el carácter del desafío actual que debe enfrentar el Movimiento Sindical Costarricense a la hora de enarbolar, divulgar, fomentar, promover, proclamar, reclamar, pregonar, enaltecer, lo que le corresponde por naturaleza: defensa de los intereses de la clase trabajadora.
Tenemos clase trabajadora que podríamos denominar “clásica”: con empleo formal (incluido en la Seguridad Social) y salario fijo (aunque sea el de carácter mínimo, pese a su extendido irrespeto y violación). Tenemos clase trabajadora en la informalidad, en el cuentapropismo; la que labora procurando el sustento al día y que está al margen de la Seguridad Social. Tenemos clase trabajadora en el desempleo, en el subempleo y en el empleo precario y, también, excluida de la Seguridad Social. Tenemos clase trabajadora que, a su vez, emplea clase trabajadora (aunque sabemos que esta definición será controversial para algunos): microempresas, pequeñas y medianas empresas, cuyos propietarios viven verdaderas odiseas mensuales para pagar salarios, pagar la Seguridad Social, pagar los servicios públicos, pagar las patentes y otros.
Ahora bien, el sindicalismo costarricense y de cara al anterior desafío de representación obrera y social dada esa multiplicidad de expresiones del hoy amplio concepto sociopolítico de clase trabajadora, presenta en estos momentos diversas características dentro de las que destacan las siguientes (a nuestro juicio, por supuesto, y sin comprometer posiciones de agrupaciones colegas):
A) de mucha presencia y relevancia en el ámbito del sector Público, casi que la totalidad del mismo está en el seno del Estado;
B) débil y aislada presencia en el sector Privado;
C) sumamente fragmentado por una serie de circunstancias sociohistóricos y subjetivas;
D) cuantitativamente hablando se trata de un conjunto de agrupaciones, cual archipiélago, de membrecías pequeñas, medianas y grandes;
E) contenidos político-programáticos que van desde el corporativismo-gremial de corto plazo hasta elaboraciones de propuesta-país, en lo sectorial-institucional y en lo general-nacional;
F) en algunas de ellas hay presencias de fuertes contenidos político-ideológicos que son prioridad a la hora de definir muchas políticas sindicales.
Pese a tales características estamos convencidos de que es posible un actuar compartido, de que es posible construir acuerdos de unidad en la acción para coyunturas y situaciones especiales que ameritan juntar las diversidades, para potenciar las expectativas obrero-sociales de todos esos segmentos de la clase trabajadora que esperarían de la actividad sindical, una mejor y una representación más eficaz y eficiente de sus demandas y aspiraciones.
Nosotros que, en otros momentos, hemos pecado de hegemonismo, de protagonismo, de exclusivismo, de sectarismo, de excesivo corporativismo-gremialista, constatamos hoy cuán nefastos son estos comportamientos para una acción sindical de amplio espectro y de profundo impacto como lo demandan las circunstancias sociopolíticas y económicas nacionales e internacionales.
Si la lucha social y sindical por el bienestar de la clase trabajadora del sector privado, la que tiene empleo fijo y salario mínimo en las condiciones paupérrimas que el mismo presenta hoy en día, no nos convoca para una unidad sindical en la acción para tal fin, ¿entonces en qué estamos como sindicatos ?…
Si es urgente aportar en la dura pero justa y necesaria lucha por frenar el crecimiento de la desigualdad que lleva al precipicio de la pobreza a la golpeada clase media, no nos motiva para actuar unidos en la acción como sindicatos, entonces, ¿en qué estamos?…
Si ya todos estamos plenamente convencidos de que los salarios de las personas trabajadoras públicas no son los responsables del déficit fiscal, ¿qué nos impide trabajar en unidad sindical para la acción?…
Si está más que comprobado que tanto la clase trabajadora del sector Público como la del Privado es puntual y honesta pagadora de impuestos, ¿cuál es el problema para ponernos de acuerdo en, al menos, cinco propuestas para que este país tenga otro sistema tributario más justo y progresivo y luchar por ello, como sindicatos, en unidad en acción?…
Si hicimos un gigante esfuerzo de unidad sindical en la acción cuando luchamos contra la imposición del TLC con Estados Unidos, ¿por qué, ahora, no podemos hacer lo mismo con las amenazas de otros TLC’s peores a éste, como el TISA, la Alianza del Pacífico, el TPP?…
En estos momentos históricos que vive la clase trabajadora costarricense, la consigna de “porque es más lo que nos une que lo que nos separa”, que no es nada nuevo y que ya estaba inventada desde hace ya mucho tiempo, se impone a pesar de subjetividades.
Si las dificultades internas para los intereses de la clase trabajadora que proclamamos representar y defender, ya no nos dieran suficientes puntos de encuentro para agendar una lucha de acción sindical compartida; el entorno internacional no deja lugar a dudas de la gran cantidad de motivos que están presentes para justificar trabajar compartidamente bajo ese lema, añejo y viejo pero contundentemente actual, de “porque es más lo que nos une que lo que nos separa”.
La seguridad argumental con que se defiende una posición da pie, espacio, como para comprender otra seguridad argumental expresada desde una distinta sensibilidad político-ideológica, de manera tal que es posible encontrar un punto de encuentro, un cruce, un entronque, que genere el tema compartido y su contenido elemental, también compartido, que dé pie a la construcción de la agenda para la unidad sindical en la acción.
En el caso costarricense dos recientes experiencias de unidad sindical en la acción muestran que es posible acordar puntos de encuentro para el trabajo compartido haciendo honor a las demandas legítimas que proceden, en estos momentos, de parte de los representados en esa diversidad de organizaciones laborales.
Nuestra columna anterior en este mismo medio, se refirió al ejemplo sindical que nos están dando los sindicatos del ICE. El pasado viernes 15 de julio, en una dimensión más grande, importantes corrientes y grupos sindicales firmaron lo que hemos dado en llamar “EL ACUERDO DEL BALMORAL” (citando el nombre del hotel donde tuvo la reunión que fructificó con este acuerdo). De ambas experiencias hablarán, de seguro, las circunstancias por venir.