EXIJAMOS FIJACIONES SALARIALES TOTALMENTE JUSTAS Y DIGNAS

Gracias a las convicciones democráticas del Diario Extra, en el campo del respeto a la Libre Expresión, ANEP publica, semanalmente, en días miércoles, esta columna.

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Formulamos un enérgico y vehemente llamado a las máximas autoridades políticas de la presente administración con vinculación a este asunto (especialmente, al Presidente y a los ministros de Trabajo y Seguridad Social y de Hacienda, así como al Presidente del Banco Central) ; para que se aparten de los lineamientos de carácter restrictivo, fiscalista, de marcado sesgo macroeconómico (neoliberal), en materia de fijaciones salariales; y, por el contrario, procedan a variar, radicalmente, la política de empobrecimiento de la clase trabajadora vía salarios deprimidos, hasta hoy en día vigente.

Las fijaciones salariales de los últimos gobiernos, incluido el actual, han sido de corte neoliberal, caracterizadas por:

a) Los reajustes salariales no compensan, debidamente, el alza en el costo de la vida del período precedente.

b) Los reajustes salariales no incrementan el poder de compra del salario (recuperación salarial).

c)
Los reajustes salariales no ayudan a cerrar la creciente brecha de la desigualdad en cuanto a la concentración del ingreso (no distribuyen riqueza).

d) Los reajustes salariales no reconocen la sistemática pérdida del poder adquisitivo acumulada a lo largo de los últimos años.

e) Ausencia de voluntad política para discutir sobre la necesidad de instaurar políticas salariales de carácter integral, para mejorar la calidad de vida de la familia de la persona trabajadora asalariada.

Hay tres razones de peso, sólidamente fundamentadas, para que el presente Gobierno piense más en el bienestar de la persona trabajadora que vive de un salario:

1) La cadena de aumentos en los precios de los combustibles se ha convertido en un disparador, sin control, del aumento del precio de los productos y servicios básicos.

2) La brecha de la desigualdad social se sigue ensanchando, generándose un peligroso proceso de concentración de la riqueza y una creciente y sistemática exclusión social.

3) Las finanzas públicas están en un buen momento, según la prédica oficialista de todos los días, aunado al real crecimiento de la riqueza nacional.

Es necesario hacer especial énfasis en la grave injusticia que representa el crecimiento de la desigualdad social, pues la clase trabajadora está tremendamente afectada por tal circunstancia. Veamos este dato, científicamente comprobado. En 1988, el 25 % de familias costarricenses de mayores ingresos, ganaba 5 veces más que el 25 % de familias con menores ingresos. Dieciséis años más tarde, en el 2004, las familias más ricas ganaban 14 veces más que las familias más pobres. Las fuentes de este dato son enteramente confiables y serias.

Es hora ya de que, al menos, por la vía salarial, algunos de los beneficios del crecimiento económico lleguen a sus verdaderos generadores: la población trabajadora asalariada.

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