Después de la convención liberacionista y desde el afuera de esta comunidad político-partidaria, cuatro conclusiones principales podemos definir del devenir del PLN en estos tiempos de los TLC:
1) La verdadera filosofía política de la Socialdemocracia, la real y verdadera, está en cualquier otra parte menos en el PLN.
2) Los hermanos Óscar y Rodrigo Arias Sánchez, lo que ellos representan y los grupos de gran poder económico-financiero que son su base de poder real, están en el control total de ese partido.
3) La convención de la cual salió “ganador” don Antonio Álvarez Desanti quedó manchada, desprestigiada, desacreditada por las manifestaciones públicas de tardanza y dudas sobre el conteo de votos, de fraude, contra-fraude, chorreo de votos, mesas anuladas, etc.
4) La unidad político-electoral liberacionista en torno al “ganador” está en entredicho: grandes grupos de seguidores del contendor del “ganador” no trabajarán para la campaña de este. Esto nos consta pues lo hemos detectado en bases sindicales identificadas con el pensamiento socialdemócrata real.
El neoliberalismo liberacionista terminó de empeorar su propio panorama electoral para el 2018 con lo sucedido el pasado 1 de mayo en el Parlamento, cuando se “casó” con el evangelismo politiquero de los comerciantes de la fe, dando señales de que, ante la disminución de un caudal de votos auténticamente socialdemócratas que ya no tendrá para febrero entrante, tendrá que ir a pescarlos en las aguas del mesianismo religioso de ese tipo.
Así las cosas, les comparto unos numeritos electorales que me hizo llegar una buena amistad, todo un caballero auténticamente socialdemócrata, que dan pie para estimar que los hermanos Arias Sánchez no la tienen fácil para las elecciones presidenciales de febrero venidero. Veamos:
En la Convención PLN Desanti obtuvo 190.805 votos, lo cual equivale a menos de un 6 % del padrón nacional, que tiene 3.270.646 electores según el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), al momento de esa elección.
La votación que obtuvo Desanti también es menor que la cifra de 213.367 votos que obtuvo Johnny Araya Monge en la Convención del PLN en 2009; y mucho menos frente a los 284.689 votos que recibió Laura Chinchilla Miranda.
En las elecciones nacionales de 2014 se registró un abstencionismo mayor al 30%. Si en 2018 participara el 70% de los electores, el 40% necesario para ganar en primera ronda sería de, al menos, 915.870 votos. Para alcanzar esa cifra, Desanti debe más que cuadriplicar la votación obtenida el pasado 2 de abril.
Más de la mitad de las personas que fueron a votar en la reciente Convención PLN no votó por Desanti y aun si todos los participantes (445.010) lo hicieran en 2018, la totalidad de los que asistieron a esa elección interna no alcanza para que el PLN gane en primera ronda. Pero esto es muy poco probable porque la convención liberacionista dejó llagas abiertas, cuentas políticas por pagar, clavos no sacados que indican que habrá un gran número de verdes que no votará por los hermanos Arias Sánchez. Es decir que es muy difícil que el señor Desanti logre para sí el 100 % de todos los votos liberacionistas de la pasada convención de su partido.
El PLN está lejos de ganar en el 2018, ahora que no es más que neoliberalismo arista; además de que las encuestas marcan una gran mejoría en la imagen del Gobierno PAC (nos guste o no) y, junto al PUSC, retoma espacio entre el electorado. Además, el PLN, en una segunda ronda, tendría posibilidades sumamente escasas.
Así las cosas, andan muchos socialdemócratas de convicción y muchos liberacionistas históricos y de corazón en busca de candidato presidencial para el 2018. No quieren mercadear sus principios y no quieren sufrir por partida doble: primero el PLN se hizo neoliberal; y, ahora, corre el riesgo de que el fundamentalismo evangelista entre por la puerta grande al Balcón Verde.