Acaba de terminar un movimiento de huelga de vendedores y de vendedoras de lotería, que duró cuatro días, durante los cuales surgieron diversas interrogantes sobre el rumbo actual que lleva la benemérita institución Junta de Protección Social (JPS), fundada en 1845 (hace 168 años), lo cual nos lleva a considerarla consustancial e intrínseca a nuestra nacionalidad e idiosincrasia costarricenses.
Como bien se sabe, hemos insistido en que la lógica de la hegemonía política actualmente imperante en el país es de signo neoliberal, que potencia la mercantilización plena de las relaciones sociales, ensalzando al mercado como único garante del desarrollo económico; aunque para ello tengamos más exclusión y más desigualdad.
Pues bien, pensamos que estas ideas están insertas en la JPS y, por ende, tenemos parte de la explicación del conflicto que con esta institución tienen las personas que, tradicionalmente, han comercializado los productos de la Junta, en forma de lotería impresa, principalmente.
No podemos impedir el avance del desarrollo tecnológico, de las infocomunicaciones y de la Internet. Sin embargo, la lotería electrónica bien pudo ser desarrollada por costarricenses y no por una transnacional. La plataforma informática nacional y el “know how” tecnológico instalado en el país, de altísima calidad, bien pudo permitir que cooperativas de vendedores de lotería ya existentes se hicieran cargo de esta nueva fase comercializadora, para que en un 100% siguiera inspirada en el Humanismo Cristiano y en el bien común; y no como ya se ve, en la “competencia” por el lucro generado de los juegos de azar.
Por otra parte, el incidente con un individuo, hoy exfuncionario de la JPS, quien a partir de su conocimiento informático logró incidir para que allegados suyos fueran a “La Rueda de la Fortuna” y ganaran plata, debe ser visto como algo sumamente grave, más allá de lo penal. Se ha abierto la posibilidad de manipulaciones tecnológicas de insospechado alcance con el avance entreguista del negocio social de la lotería costarricense a empresas transnacionales.
De hecho, durante el desarrollo del indicado movimiento de huelga, se pudo constar que las pretensiones, en tal sentido, son más fuertes y profundas de lo que se pensaba.
Sentimos que las pretensiones de una “lotería en línea” y su repercusión lógica e inmediata, la desaparición de la lotería física, impresa, en papel, podría transformar a la JPS en una especie de “call center”. Ya el país conoce algunas experiencias funestas de que estas cosas permiten el lavado de dinero y la movilización, sin control alguno, de capitales de dudosa procedencia.
Así que, el cuerpo social de las personas vendedoras de lotería; las organizaciones de bienestar social receptoras de los dineros que maneja la JPS; su propio personal actual y las conciencias patrióticas nacionales, quedamos notificados de hacia dónde llevan a la Junta de Protección Social.