En el mundo de hoy, caracterizado por una brutal desigualdad, la importancia estratégica de la lucha obrera y social es inobjetable. Es el caso de la amplia gama de organizaciones sociales y sindicales de la más diversa naturaleza que en el seno de los países de la Unión Europea (UE), libran una gigantesca epopeya para contrarrestar los nefastos efectos de un neoliberalismo criminal que ha venido arrasando con la otrora famosa “Europa social”, la de los estados benefactores que fueran ejemplo de inclusión y movilidad sociales.
Acabamos de conocer la importante noticia de que diez países de la UE han logrado un primer acuerdo para poner el impuesto más justo y necesario que se pueda pensar en los tiempos del gobierno de los banqueros, en esa zona geográfica de nuestro planeta: el impuesto conocido popularmente como “Robin Hood”.
Éste no es más que un pequeño tributo que se deberá pagar por ese gigantesco movimiento de capitales bancarios que se dan día a día, en un océano de operaciones de corte financiero que movilizan miles y miles de millones de dólares, de euros y de otras monedas “fuertes”, como parte de la desenfrenada globalización económica neoliberal.
Con el impulso, nada más y nada menos que de los gobiernos de Alemania y de Francia, el pasado 6 de mayo los ministros europeos de Finanzas acordaron, paulatinamente, el establecimiento del impuesto “Robin Hood”, también conocido como “Tasa Tobin” (por el apellido de quien lo ideó).
Con este impuesto se obtendrían sumas multimillonarias para fortalecer las arcas públicas y, por ende, los servicios sociales en esos países que tienen a sus clases trabajadoras en estado precario al decidirse el desmontaje de muchos de los programas del famoso “Welfare State” (Estado de Bienestar) que venía existiendo en esas naciones, hasta la ofensiva de los bancos, con la crisis financiera global de los años 2008-2009.
Esta tasa a las transacciones financieras (FTT, por sus siglas en idioma inglés), surge por la presión sistemática de una ciudadanía activa europea que en movilización organizada y junto a una compleja articulación de entidades de la sociedad civil (entre ellos, los sindicatos), generaron las condiciones políticas para que los detentadores del poder real en esas sociedades del “viejo continente”, aglutinadas en la UE, aceptaran, aunque tímidamente, el establecimiento del impuesto “Robin Hood”.
Quienes han venido luchando por el impuesto “Robin Hood”, ven en él la oportunidad de recursos frescos para proteger puestos de trabajo, revitalizar alicaídos servicios públicos, mejorar condiciones de vida; e, incluso, extender programas a regiones y lugares de los más pobres del planeta.
Este impuesto, que caerá sobre los grandes capitales exhaustos de su propia reproducción obscena, gravará a partir de 2015, por ejemplo, todas las operaciones de compra-venta de acciones en España, Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Austria, Portugal, Grecia, Estonia, Eslovaquia y Eslovenia. Su más fuerte opositor, el Reino Unido, sufrió una derrota tratando de impedir su avance, pues el tribunal de justicia europeo rechazó sus argumentaciones en contra de la Tasa Tobin.
Evidentemente, la victoria de la ciudadanía europea al respecto es apenas un paso del largo camino que han andado al respecto. Les falta mucho más y nos causa mucho orgullo estar desde esta tierra costarricense involucrados en esta noble cruzada por la justicia social, en tiempos crueles de la globalización neoliberal criminal. Saludamos a nuestras organizaciones sindicales hermanas de la Internacional de Servicios Públicos (ISP), que en el seno de la UE libran esta histórica batalla. Es un extraordinario ejemplo que queremos aplicar en Costa Rica.