La gente está enojada. Hay indignación general. Deben admitirlo. Escogieron el peor momento para anunciar el aumento de un uno por ciento (1 %) en el monto de la cotización obrera para el régimen de pensiones más importante del país, el de Invalidez, Vejez y Muerte de la Caja Costarricense de Seguro Social (IVM-CCSS).
Pero, además, lo hicieron cuando ellos mismos habían vendido la idea de un “diálogo” social entre los principales actores involucrados en el tema: patronos, trabajadores y Estado; “diálogo” social para, supuestamente, construir un mágico consenso sobre el futuro mediato, inmediato y de largo plazo de IVM-CCSS.
Y la pifia, el error político, es triple: la cuota patronal no se tocó. ¿Y cuál fue el papel del representante sindical en el seno de la Junta Directiva de la CCSS? Vaya usted a saber…
Y como si todo esto no fuera suficiente, quedó en evidencia que entre la Presidencia Ejecutiva de la CCSS y el Presidente de la República (el Gobierno), no hubo comunicación alguna al respecto pues el mandatario le pidió a la Caja reconsiderar su decisión.
Desde una perspectiva obrero-asalariada en realidad, la desafortunada decisión de la Caja es abiertamente una rebaja en el salario, es una reducción de un 1 % en el mismo, lo que representa un mayor impacto en épocas de congelamiento salarial prácticamente real como las que ya estamos sufriendo.
Como el trabajador no come macroeconomía, el bienestar de la misma no le llega a él puesto que, por ejemplo, el salario mínimo no sufre expansión alguna, no incrementa su poder de compra, no amplía su potencial adquisitivo.
Y en un país de tan alta carestía de vida, que le quiten un 1 % al salario no es más que una medida a favor del proceso concentrador de riqueza que vivimos que equivale a más aumento en la desigualdad.
Pero, además, la sumatoria general que dará el 1 % de cada trabajador, tanto público como privado, generará una masa de dinero gigantesca de prácticamente un tercio de punto porcentual de Producto Interno Bruto (PIB) al año. Según los entendidos, cerca o poco más de 100 mil millones de colones. A lo mejor esta cifra podría ser mayor.
El prestigioso economista y académico don Luis Paulino Vargas Solís nos llama la atención con relación al impacto que tendrá ese punto PIB que le sacarán al bolsillo de la clase trabajadora para trasladarlo al mercado financiero de las inversiones objeto de llegada de estos nuevos recursos; un impacto que será negativo para el consumo, para la producción nacional y para las importaciones que complementan el consumo interno: menos ventas y más reducción del comercio y, por ende, menor crecimiento de la economía para este 2017. Estamos seguros que el propio Banco Central de Costa Rica (BCCR) tendrá que hacer alguna revisión de su programa macroeconómico para este año.
Esta es una perspectiva del problema que muestra una consecuencia digamos que en su superficie. Pero nos preguntamos, ¿acaso hay un “mar de fondo” en todo esto?
Si en verdad el IVM-CCSS está mal y el estudio que le hizo la Universidad de Costa Rica (UCR) es “inmaculado”, es decir, no hay interés doble o por escrutar al respecto más allá de lo que parece ser sus contundentes conclusiones; para nadie es un secreto que hay poderosos intereses financiero-bancarios que no solamente están al asecho de este bacanal fresco de recursos para incrementar su poderío lucrativo y especulativo al respecto; sino que ansían que el esquema solidario del IVM desaparezca de una vez por todas para que el famoso esquema de cotización individual se imponga y que cada quien, al final de su vida laboral, reciba la pensión en proporción a lo que aportó para la misma.
La crisis financiera del IVM es un problema político. Y pese al enojo generalizado que tenemos por la rebaja salarial en perspectiva de ese 1 %, se impone un enfoque sindical unitario que combine la movilización organizada, la demanda de rendición de cuentas con relación a decisiones que nos hicieron llegar a esa crisis, los aspectos objetivos técnico-demográficos, así como la construcción del necesario blindaje para cerrarle el paso a los promotores de la privatización y del individualismo para su sostenibilidad futura.
Para el capital la salida es simple: esa, de la cotización individual derogando el esquema solidario del IVM-CCSS. Para la tecnocracia político-gerencial intocable de la CCSS responsable de su crisis, la salida es simple: rebajemos el salario en un 1 % y esa reducción se pasa a las finanzas de este régimen pensional.
Para un sindicalismo que pretenda ser responsable el asunto debe ir más allá de la consigna legítima que se impone en cuanto a reclamar que es siempre la clase trabajadora la que paga los platos rotos.
Se debe ir más allá y tiene razón el citado economista Vargas Solís cuando nos dice lo siguiente: “Costa Rica necesita un relanzamiento de la productividad de su economía, lo cual es base necesaria para hacer sostenible en forma perdurable la seguridad social en el contexto de cambio demográfico que vivimos. Esto sólo es posible mediante una profunda reorientación del ‘modelo` económico”. La necesidad de la movilización es incuestionablemente contundente, en tal sentido.