José Francisco Soto: «Hay un vacío de liderazgo en la Iglesia»

JAVIERRDOBA MORALES
redactor Universidad

José Francisco Soto, uno de los 94 sacerdotes que se manifestaron en contra del TLC, analizó con UNIVERSIDAD el papel de la jerarquía católica antes y después del referendo.

Para el padre Soto, los obispos cedieron ante el poder político que desde un principio intentó silenciarlos y mantenerlos a raya, de la misma forma que se ha hecho con la Asamblea Legislativa, la Sala Cuarta y casi todas las instituciones de importancia.

Soto comentó que desde el inicio de la administración Arias, el presidente creyó que las relaciones con la iglesia se podían manejar directamente con el Vaticano, sin la mediación de la Conferencia Episcopal de Costa Rica.

La primera señal de esta actitud fue el hecho de que Óscar Arias organizara un acto religioso en la capilla de la Nunciatura Apostólica (embajada del Vaticano) y no en la Catedral Metropolitana, como se hace tradicionalmente.

“En derecho internacional una embajada es territorio del país que representa. El presidente no hizo oración en Costa Rica, no fue a la Catedral. No hubo Tedeum en la toma de poder porque lo hizo en la Nunciatura. Todo esto como diciendo “yo no necesito mediadores y tengo la capacidad de ir directamente al Papa”, explicó Soto.

Posteriormente se dio el incidente en el que Arias solicitó al Vaticano que pidiera a los obispos costarricenses manifestarse a favor del TLC; ante lo cual Soto reconoce que al menos hubo una reacción de repudio por parte de los prelados.

En su criterio, estos hechos y otras manifestaciones directas del gobierno lograron silenciar a los obispos y, sobre todo, evitar una pronunciamiento ético contundente sobre el TLC.

“La Iglesia sí estaba en condiciones de hacer una valoración ética del TLC de acuerdo con su doctrina, su magisterio y su vocación profética, porque el tema lo ameritaba. La actitud de los obispos demuestra que la Conferencia no estaba compacta y que ellos no tienen el liderazgo que se espera de la Iglesia Católica; por eso fueron tan cautelosos y se marginaron”, comentó Soto.

Para este historiador, el episcopado ha perdido protagonismo desde la salida de Monseñor Víctor Sanabria hace más de medio siglo; que sin mucho éxito intentó recuperarlo el anterior Arzobispo de San José, Román Arrieta.

“Si vemos las encuestas y estudios, llegó un momento en el que Monseñor Arrieta no tenía ya poder de convocatoria en el sector obrero y sindical. Esta era una oportunidad de ganar liderazgo, como lo tuvo Monseñor Ignacio Trejos, de enfrentar un nuevo proyecto pastoral”, afirmó Soto.

DE LUCES Y SOMBRAS

José Francisco Soto también analizó el pronunciamiento que realizó la Conferencia Episcopal luego del referendo, el cual tiene manifestaciones relevantes, aunque también omisiones.

Entre los aspectos positivos, los obispos reafirman su opción preferencial por los pobres amparados en los pronunciamientos de la última conferencia de obispos latinoamericanos realizada en Aparecida, Brasil; que para Soto debe traducirse en acciones concretas.

También se habla de la necesidad de realizar cambios para revertir los mecanismos generadores de desigualdad social, y reconocen que la globalización sigue una dinámica de concentración de riqueza en manos de pocos, por lo que llama a los_ “laicos”_ a insertarse en la vida política y en los procesos sociales.

Aseguró que la primera gran omisión se da precisamente al citar los documentos de Aparecida y dejar de lado el punto 406-d, que habla de forma clara sobre los tratados de libre comercio.

“Examinar atentamente los tratados intergubernamentales y otras negociaciones respecto del libre comercio. La Iglesia del país latinoamericano implicado, a la luz de un balance de todos los factores que están en juego, tiene que encontrar los caminos más eficaces para alertar a los responsables políticos y a la opinión pública acerca de las eventuales consecuencias negativas que pueden afectar a los sectores más desprotegidos y vulnerables de la población”, dijeron los obispos latinoamericanos.

El clérigo criticó también que en el documento no se reconoce la labor de los Comités Patrióticos, en el cual hay muchas personas católicas, ni se les alienta a seguir vigilantes como nuevos actores de la vida política nacional.

“Si bien los obispos reconocen la división del país, tampoco alientan a los grupos del No a mantener la vigilancia en aspectos éticos. No observan que los Comités están más allá de los intereses partidistas, y que el modelo político está agotado”, aseveró el religioso.

Los obispos también mencionan en su documento que de cara a la agenda de implementación se debe excluir “cualquier medida que afecte el respeto a derechos fundamentales como el derecho a la vida, a una existencia digna, a las prácticas tradicionales de producción y comercio solidarios”.

Además solicitan que estos proyectos vayan acompañados de “medidas que beneficien a quienes se encuentran en situación de mayor debilidad ante el impacto de la nueva legislación”; pero sin referirse a ningún proyecto en particular.

En criterio de Soto hace falta un pronunciamiento ético más contundente, como el que hicieron los sacerdotes antes del referendo; pues hay materias muy concretas como el acceso a las semillas y hasta el mismo resguardo de la vida humana.

“El problema es que en esas leyes se están aprovechando para ir más allá de lo que el mismo tratado pide. La iglesia debería mantener una vigilancia, reconocer que el TLC es una ley, y procurar que lo que viene como implementación no vaya a violentar principios relacionados con la ética cristiana”, añadió el presbítero.

UNA IGLESIA CRÍTICA

Soto afirmó que la Iglesia Católica en Costa Rica tiene todas las condiciones para ser protagonista en el diálogo político y social del país, pues la Doctrina Social de la Iglesia es muy clara, aunque falta mucha formación, sobre todo entre los feligreses.

“El laico aquí es concebido como monaguillo. En Brasil, las comunidades de base son tremendamente fuertes y hacen sus propios concilios, y el mismo Leonardo Boff las asesora, es como un magisterio paralelo. Tal vez eso se teme aquí, porque es pérdida de poder“, cuestionó.

En su opinión, la jerarquía católica puede sentirse “amarrada” por los privilegios que teme perder, como el simple hecho de ser la religión del Estado, las ayudas recibidas para construir la Catedral de Limón, o el mantenimiento de las lecciones de religión en la educación pública.

“Es tan grande el vacío de liderazgo de los obispos, que los eméritos y los sacerdotes que nos pronunciamos tuvimos que salir a llenarlo. Faltó, por ejemplo, un pronunciamiento fuerte de censura al memorando Casas-Sánchez, ellos exageraron el silencio”, criticó Soto.

Añadió que no hay nada que tenga neutralidad política, y no es malo tener una posición, pues tampoco hay grupos que pueda subsistir sin líderes, quienes al ejercer poder sobre el conjunto, hacen política.

“La Iglesia es política, Monseñor Sanabria fue político, el Obispo Thiel fue político, porque defienden el bien común. Pero callar es ser político también, que hizo la Iglesia de Nicaragua con la dictadura de Somoza”, comentó.

Fuente: Semanario Universidad

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