Los fundamentalistas del extremismo neoliberal con escaño diputadil, los que le hacen el juego a los mismos dentro del escenario legislativo, así como todos cuantos extramuros parlamentarios están en la misma sintonía, no paran en su retórica demagógica de “recorte del gasto”, cuando se habla del presupuesto general de la República; especialmente, cuando los señores diputados y las señoras diputadas empiezan a tramitar el del año siguiente.
La ceguera ideológica y esa especie de “yihadismo fiscalista” de estas personas, con su santa cruzada por la austeridad, nos están llevando a situaciones desesperadas en varios de los servicios públicos más necesarios para los actuales momentos que vive el país a raíz del crecimiento de la violencia en todas sus manifestaciones, la cual, a su vez, es producto del crecimiento de la desigualdad y de la pobreza. Nuevamente, tenemos que insistir en el punto pues la austeridad que siguen promoviendo es una austeridad que mata; y, dolorosamente, con este tipo de austeridad, la Democracia muere.
Como hemos indicado, producto de este tipo de austeridad que mata, el deterioro de una gran cantidad de servicios públicos necesarios para la población que más los necesita, es impresionante. Reiteramos hoy varios ejemplos, quizás de los más dramáticos en estos momentos.
Se dice que viene una nueva oleada migratoria de carácter masivo: 20 mil africanos estarían por llegar a territorio nacional. El servicio público migratorio nacional está críticamente debilitado, en alta condición precaria. La Policía Profesional de Migración y Extranjería (PPME), ha sido sometida a severas restricciones presupuestarias en aras de esa austeridad que mata, tanto como la propia Dirección General de Migración y Extranjería (DGME), lo que nos lleva a afirmar que Costa Rica ha perdido el control de la irregularidad migratoria, prácticamente.
Esa austeridad que mata es la responsable del actual estado de situación de crisis del Sistema Penitenciario Nacional (SPN). Varios años de severas restricciones presupuestarias impuestas al Ministerio de Justicia y Paz tienen al personal carcelario del país en altísimas condiciones de riesgo de vida por la precaria situación de salud ocupacional en que desarrollan su quehacer; destacándose la grave explotación laboral a que es sometido su personal policial, así como las enormes presiones que soportan de parte de la población privada de libertad y de los propios jueces, el escaso personal profesional, técnico y administrativo del SPN.
La caza furtiva, la tala ilegal e indiscriminada, la actividad del narcotráfico y el comercio ilegal de especies están acabando con los parques nacionales y con las áreas de conservación de ese 25% del territorio nacional que Costa Rica dice tener protegido, según la propaganda turística oficial que se difunde en el exterior. Esa austeridad que mata, está matando lo mejor de lo mejor del patrimonio ecológico nacional. Prácticamente y a pesar de la entrega y sacrificio de los pocos guardaparques con que se cuenta actualmente, ya perdimos el control del riquísimo territorio verde costarricense.
Sigue sin detenerse la matazón en las carreteras nacionales. El control vial es ya una quimera. El servicio público de la Policía de Tránsito está colapsado y por más integrantes de otros cuerpos policiales que pongan a hacer partes, no podrán ocultar el grave daño que a este estratégico servicio público que ayuda a preservar la vida, le ha hecho daño esa austeridad que mata.
La inseguridad ciudadana sigue avanzando precisamente en esas comunidades donde sigue avanzando la pobreza, el desempleo, la precariedad salarial, el deterioro habitacional, la penetración del negocio narco al menudeo, la violencia intrafamiliar, los asesinatos y las violaciones. La austeridad que mata ha golpeado al honorable cuerpo policial de la Fuerza Pública, cada vez más impotente para enfrentar tales desafíos pese a las cada vez más grandes presiones que sufren sus integrantes, internas y externas, para cumplir con su deber en medio de gran explotación salarial y precariedad logística.
“ POR QUÉ LA AUSTERIDAD MATA – El coste humano de las políticas de recorte ”, es un texto que acabamos de conocer y que estamos recomendando buscar y leer, tanto para nosotros mismos como para esos señores partidarios del fundamentalismo fiscalista de los recortes presupuestarios y defensores de la austeridad que mata. Los autores, David Stuckler (investigador de la Universidad de Oxford) y Sanjay Basu (investigador de la Universidad de Stanford), lanzaron “… el primer libro que afronta el debate político y económico sobre la crisis desde una nueva y muy necesaria perspectiva: su coste humano ”. Así lo indica el material electrónico promocional de esta publicación.
Además se nos indica: “… Son las recetas de austeridad las que agravan fatalmente las consecuencias de las crisis, mutilando programas sociales clave justo en el momento en el que más se necesitan, empeorando el desempleo y obstaculizando la recuperación. Este libro defiende que las decisiones económicas no son únicamente una cuestión de ideologías, de tasas de crecimiento y de déficits presupuestarios, sino también una cuestión de vida o muerte. Solo un sistema más justo e igualitario, acompañado de políticas inteligentes que refuercen las redes públicas de protección, garantizará el bienestar de nuestras sociedades ”.
Los empleados públicos y las empleadas públicas que presentan su servicio al país en los arriba indicados servicios públicos están pagando un alto coste humano dado que esa austeridad que mata está atentando contra su propia salud físico-laboral y psicoemocional. El deterioro del servicio que prestan es el deterioro de sus propias vidas. En un ámbito donde la austeridad mata, la Democracia muere.
Finalmente, recomendamos la lectura y el análisis del artículo “La austeridad no funciona” que en nuestro país ha publicado, curiosamente, el semanario El Financiero, escrito por el señor Bill Emmot, quien fuera jefe editor de The Economist, una de las publicaciones periodísticas (si no la más), “alabada” por los neoliberales del planeta.
Dice el señor Emmot lo siguiente: “Entre los mayores frenos que retrasan el crecimiento hoy está la austeridad fiscal. Cuanto más recortan los déficit los gobiernos, más rápido se desacelera el crecimiento -y más inalcanzables se tornan los objetivos de reducción de deuda. Así es el ciclo contraproducente de la austeridad fiscal”.
Para él el problema de la austeridad es que “reside en un crecimiento económico muy lento, que socava el crecimiento salarial, debilita los ingresos tributarios y hace que a los gobiernos les resulte imposible saldar sus deudas”.
Cualquiera podría decir que el señor Emmot tuvo a la Costa Rica de hoy como una de sus fuentes de inspiración para su artículo “La austeridad no funciona”.Si la austeridad mata… la Democracia muere, es nuestra conclusión.