El Informe “Hacia la Sociedad de la Información y el Conocimiento”, presentado ayer por el PROSIC de la Universidad de Costa Rica, dedica uno de sus capítulos al análisis de la brecha digital en nuestro país.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico define la brecha digital en función de dos elementos: el acceso a computadoras e Internet, y las habilidades de uso de las nuevas tecnologías.
La expresión se acuñó para describir las limitaciones de incorporación de personas y grupos sociales a las tecnologías de la información: telecomunicaciones e informática.
Se dice que la apertura de la brecha digital la inició el teléfono análogo, la
apuntaló el computador y terminó ahondándola Internet y la revolución de las comunicaciones.
La Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información celebrada en Túnez el año pasado acordó crear un Fondo de Solidaridad Digital con el propósito de “transformar la brecha digital en oportunidades digitales para el mundo en desarrollo.”
Se considera que el conocimiento es el principal recurso para la construcción de lo que Manuel Castells ha denominado la “sociedad en red”, pero también se admite que mientras existan los problemas de acceso tecnológico, educacional y de integración que se presentan actualmente, no se podrá acceder de manera equitativa a ese recurso.
La brecha digital en Costa Rica no ha sido cuantificada de manera exhaustiva. Sin embargo, datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares de 2005, presentados en el informe del PROSIC, permiten establecer desigualdades importantes en el uso de las tecnologías de la información (TIC) en diferentes estratos de la población.
. En el ámbito urbano el 30,2% de las familias costarricenses tiene computadora y el 10,4% conexión a Internet en la vivienda. En las zonas rurales solo el 11,8% posee computadora y la conectividad disminuye al 2,8%.
. El gasto promedio destinado a TIC en los hogares de las áreas urbanas es de ¢22.864 mensuales. En las zonas rurales se reduce a ¢9.647.
. Mientras en el quintil I, el de menores ingresos, se contabilizan 855 viviendas con servicio de Internet, en el quintil II el número se incrementa casi cinco veces (3.673), alrededor de nueve veces en el quintil III (7.561), más de 27 veces en el quintil IV (23.514) y aproximadamente 77 veces en el quintil V (65.541), que es el de mayores ingresos.
. El gasto mensual promedio en TIC, según el grado de instrucción del jefe del hogar, muestra diferencias considerables. Los que no tienen ninguna instrucción destinan únicamente ¢5.846, los que han completado secundaria ¢20.252 y los que han realizado estudios universitarios ¢41.049.
. En razón de género no parecen existir grandes diferencias. No obstante, del total de personas que reportaron usar Internet, el 52,2% esta integrado por hombres y el 47,8% por mujeres.
La brecha digital es producto de la evolución de la sociedad y la tecnología. Está determinada tanto por las características de los usuarios: ingreso, nivel educativo y ubicación geográfica, como por otras particularidades socioeconómicas: género, edad y etnia.
Coincidimos con la CEPAL en que el acceso a las TIC y su uso replican la heterogeneidad típica de las sociedades. Es por ello que reducir la brecha digital, como señala el PROSIC, depende no solo de la existencia de una infraestructura adecuada y de bajos costos, sino también de políticas públicas dirigidas a los estratos sociales marginados y excluidos.
8/18/2006