La “chequera secreta” de los hermanos Arias

Gracias a las convicciones democráticas del Diario Extra, en el campo del respeto a la Libre Expresión, ANEP publica, semanalmente, en días miércoles, esta columna.

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La “chequera secreta” de los hermanos Arias, es el nuevo capítulo de la novela política que separa al autoritario dúo presidencial del periódico que los llevó al poder; teniendo ambas partes al inicio de su alianza, como representantes visibles de conglomerados económicos de gran poder, el objetivo estratégico compartido (logrado a través del TLC), de tener acceso al suculento mercado de los negocios con los servicios públicos de telecomunicaciones (hasta hoy prestados por el ICE) y de los seguros comerciales hasta hoy suministrados por el INS.

El infame periódico, presuntamente, sabía de la “chequera secreta” de los hermanos Arias mucho antes de que lo diera a conocer. Se lo habría guardado para no arriesgar el TLC en el parlamento. Aprobado éste (y aparte del vano intento de recuperar credibilidad), ahora viene la pelea por el gigantesco negocio de las telecomunicaciones y alguien tiene que quedar fuera.

La “chequera secreta” de los hermanos Arias es una piñata de 2 millones de dólares (unos mil millones de colones), donados al Gobierno por el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE); distribuidos como contratos de “consultorías” (también secretos); plata que ha ido a los bolsillos –entre otros-, de personajes conocidos por su máxima lealtad al dúo, trepadores de la política tradicional y elementos importantes que integran el conocido PLUSC.

Particularmente resaltan los dineros (todavía no se sabe cuánta plata se repartió en cada caso), pagados a un vil informático y a un pseudoempresario de nombre parecido a la marca de una famosa mayonesa; quienes trabajaron con alta perversidad y bajeza buscando ensuciar, en lo más intenso de la campaña sobre el referéndum del TLC, el buen nombre de personas limpias.

La “chequera secreta” de los hermanos Arias, representa un clásico ejemplo de cómo se pervierte no solamente el carácter mismo de lo que significa la transparencia en la función pública; sino que revela cómo se ha venido profundizando el proceso de degeneración de la práctica política, en las esferas del poder neoliberal que asaltó la institucionalidad republicana, arrasando con la autonomía parlamentaria, con la imparcialidad en los fallos constitucionales y con la neutralidad del máximo órgano electoral.

Parlamentarios honestos y otros no tanto, han anunciado su intervención política en este vergonzoso asunto. En la Asamblea Legislativa nada pasará. La “chequera secreta” de los hermanos Arias llegó hasta la oficina del descolorido diputado Echandi, pretendiendo éste repartir bonos de vivienda para conseguir vigencia política.

Por su parte, la Contraloría ha decidido iniciar una investigación de oficio, una acertada y esperanzadora decisión. No obstante, tiene una brasa en sus manos, sabiendo que uno de los destinatarios de la “chequera secreta” de los hermanos Arias, el exmagistrado constitucional Sr. Arguedas, tiene un hijo trabajando en las altas esferas del ente contralor.
Paralelamente, otra “chequera” estaba en funcionamiento, en el Ministerio de Vivienda. Los traicionados taiwaneses, siguiendo su tradicional costumbre de regalar plata a partir de reconocimiento diplomático, habían entregado a este Gobierno, otra millonada de dólares para construir 600 viviendas para familias pobres en Rincón Grande de Pavas. El llamado “Ministro de los Pobres”, don Fernando Zumbado, para poder serlo ocupaba de muchas consultorías y toda esa plata terminó en otros lugares, menos en Rincón Grande de Pavas.

La “chequera secreta” de los hermanos Arias no es más que otra característica de su estilo de gobierno (_“dictadura en democracia”_; como el mismo Oscar Arias lo definió): un absoluto desprecio a las reglas del juego de la institucionalidad pública de sesgo republicano, que establecía como norma fundamental la separación de poderes y la transparencia en el ejercicio de la función pública; optando, al parecer, por el pacto, la componenda, la compra de conciencias y la repartición de prebendas y canonjías.

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