La culpa también es del dólar

Entre los economistas todavía no hay una opinión definitiva sobre lo que está sucediendo. Existen hipótesis que se acomodan a las concepciones de cada uno y que buscan sustento en las cifras y en los hechos, pero una explicación clara, concreta y sustentada, aun no la he escuchado, ni siquiera de las autoridades monetarias.

Hay que reconocer, desde luego, que hallar esa explicación no es tarea fácil. Entender cómo funciona un mercado que no es transparente ni de competencia, y que puede estar sometido a intereses espurios y a la codicia desenfrenada, como hemos visto durante esta crisis en la mayoría de los mercados, es tarea poco menos que imposible.

Pero también porque en el mercado cambiario costarricense falta información. Por ejemplo, no sabemos quiénes son los compradores y vendedores de dólares, ni la frecuencia y monto de sus transacciones, por lo que no es factible determinar si existe o no especulación. Tampoco conocemos los flujos de dólares vinculados con el narcotráfico, que no se contabilizan en las estadísticas oficiales.

Estos dos elementos, la especulación y los movimientos ilegales de divisas, podrían estar incidiendo en el comportamiento del tipo de cambio, no solo en esta coyuntura sino de manera más sistemática, dada la excesiva amplitud de la banda cambiaria.

Pero mas allá de estas consideraciones, los datos del Banco Central muestran que efectivamente se ha producido un aumento en la oferta de dólares, y que las reservas internacionales del sistema bancario nacional se incrementaron en el último año en más de $1,100 millones.

Esto se debió a que el desequilibrio comercial se redujo en el 2009 de $5,868 millones a $2,618 millones, consecuencia de una drástica caída en las importaciones; y aunque la inversión extranjera, las remesas y el turismo sufrieron contracciones, éstas no fueron tan violentas como la merma en el déficit del intercambio de bienes y servicios.

Así las cosas, en el mercado cambiario parece existir una abundante oferta de dólares que podría sustentar una reducción temporal del tipo de cambio. Sin embargo, ese excedente no parece justificar una disminución tan grande (cerca del 11%) y durante un período tan prolongado (ya supera los tres meses).

Es por eso que podría plantearse la idea de que lo que está sucediendo en Costa Rica con el dólar también está relacionado con el devenir del propio dólar. Más específicamente, con la política monetaria de la Fed, el Banco Central de los Estados Unidos, cuya intervención en la economía ha mantenido las tasas de interés en casi cero desde hace muchos meses con el fin de reactivar el aparato productivo y reanimar el consumo.

Con tasas de interés tan bajas las inversiones especulativas tienden a buscar nuevos horizontes y se mueven internacionalmente a la caza de oportunidades en otros países. Esos “capitales golondrina” podrían estar aterrizando en el territorio nacional y causando ruido en las cotizaciones del dólar.

Ante esta situación algunos dirán que hay que volver a las minidevaluaciones y otros repetirán la monocorde melodía de la dolarización. Pero el frio no está en las cobijas.

Miércoles 14 de Abril de 2010 05:04

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