El pasado viernes 14 de julio al personal asalariado de la Universidad Técnica Nacional (UTN) no le fue depositado su salario como esperaban. Al parecer, el Ministerio de Hacienda no hizo la transferencia del caso en la fecha previamente anunciada en su calendario de pagos.
El salario de este cuerpo laboral estatal, como el salario del resto del personal de las universidades públicas, el salario del personal del Poder Judicial, las pensiones a cargo del presupuesto central del Estado, así como el salario del personal activo de todos los ministerios (incluido el de Educación), y de todas las instituciones adscritas a los mismos que dependen de las transferencias de Hacienda para pagar a sus respetivos grupos laborales… ¡ESTÁ EN PELIGRO!
Igualmente, los pagos a proveedores en sus múltiples modalidades por compras que hace el Estado central de una amplia gama de bienes y servicios estarían ya sufriendo retrasos o los presentará en futuro próximo.
No nos preocupa que nos tilden de irresponsables por plantear esta potencial circunstancia de quiebre social si no se arregla el grave problema de las finanzas públicas.
Somos conscientes de los gigantescos esfuerzos del señor Ministro de Hacienda y de su equipo político-tecnocrático de mayor confianza para que no ocurra algo así, jamás pensado pero que podría ocurrir: ir al cajero a retirar el salario y que éste no esté depositado según se anunció en el calendario de pago anual… Ni al día siguiente, ni al que sigue…
Nuestros informes indican que por estos días solamente había recursos fiscales disponibles para el pago de salarios. Que otros pagos del Estado no pudieron hacerse o que fueron postergados. Que los meses siguientes la situación podría agravarse hasta niveles insospechados.
Dos anuncios públicos formulados por el Gobierno en estos días nos confirman que la cosa fiscal está muy delicada. Por un lado, el Gobierno quiere que la Asamblea Legislativa le dé permiso, vía proyecto de ley, para ir a pedir plata prestada al extranjero.
La deuda que hay que honrar por plata que ya está comprometida con acreedores internos hace que el Gobierno necesite un billón doscientos mil millones de colones en el año 2018. ¡4 puntos de Producto Interno Bruto (PIB)! En cifras así: 1.200.000.000.000.00.
Para el presente año 2017 había que saldar deudas por una suma parecida, pero Hacienda “se la jugó”: renegoció la mitad de esa deuda, pero antes de que termine el año tiene que pagar la mitad: unos 576 mil millones de colones. ¿De dónde?… De seguro tendrá que subir las tasas de interés para conseguir que le presten para pagar parte de lo que le habían prestado…
Nuevamente, ante un escenario fiscal tan desesperante, el Gobierno insiste en sus proyectos de impuestos más imprescindibles según su visión del caótico estado actual de las finanzas públicas: aumentar el de ventas transformándolo en impuesto al valor agregado (IVA), pasándolo del 13 al 15% y más generalizado; y el de renta estableciendo dos nuevos conceptos: renta global o universal y renta mundial.
Un movimiento sindical responsable no puede eludir esta discusión. Desde el Sindicalismo Sociopolítico que defendemos y su expresión concreta en lo cotidiano, el Sindicalismo Ciudadano, nos encontramos alarmados ante datos fiscales objetivos (aunque susceptibles de interpretación política subjetiva con perspectiva de clase), que plantean la gravedad de superar la barrera de un endeudamiento PIB cercano al 60% en fechas próximas, o un déficit fiscal que supere los 7 puntos en tiempos que están a la vuelta de la esquina.
En el caso de la corriente sindical en la cual militamos, que luego de un intenso trabajo de gran laboriosidad de muchos meses de duración, logramos derrotar la tesis de que el déficit fiscal no se debe al salario que devengan las personas trabajadoras asalariadas del sector Público (hoy así reconocido por tirios y troyanos); nos compete conceptuar como la lucha social más grande de nuestro tiempo, esa que tiene que ver con la transformación tributaria estructural del sistema de impuestos que impera en Costa Rica; ese mismo que está en la base del principal problema nacional que nos agobia: la desigualdad y todas sus derivaciones de concentración de riqueza, congelamiento y alto endeudamiento salarial, violencia, inseguridad, precarización y exclusión. Atacar de raíz la perversidad que para el sistema democrático representan estos flagelos sociales implica aportar para el desarrollo, como apuntamos arriba, de la lucha social más grande de nuestro tiempo. Seguiremos con el tema…