Quienes luchamos desde la corriente sindical que nos motiva y con cuyo pensamiento nos identificamos, creemos que Costa Rica está perdiendo la batalla de la seguridad ciudadana, uno de los ámbitos más sensibles para una convivencia en paz, con seguridad y con inclusión social.
Los principales cuerpos policiales adscritos al Poder Ejecutivo están dentro del conjunto de grupos civiles víctimas directas de una sociedad cuya hegemonía político-económica de los últimos treinta años decidió apostar por la apertura comercial irrestricta, por la desigualdad social y por la concentración de la riqueza, más la precarización de las condiciones de empleo y de trabajo.
Los y las integrantes como servidores públicos de Fuerza Pública, Policía Aeroportuaria, Policía de Control de Drogas, Policía Penitenciaria, Policía Profesional de Migración y Extranjería, Policía de Tránsito, de lo que podríamos denominar policía ecológico-ambiental (guardaparques), Policía Fiscal, aunando Policía Municipal; adolecen de serias carencias en su quehacer cotidiano que les impiden cumplir su estratégica misión de seguridad ciudadana en todos estos órdenes de servicio público.
Los roles de trabajo, las condiciones de inseguridad física y jurídica, las jornadas de trabajo extenuante, régimen laboral de excepción, débil y precario avituallamiento, rezago tecnológico, ausencia y/o deterioro de salud ocupacional, precariedad y congelamiento salarial, acoso jerárquico-laboral, enormes distancias en cuanto a remuneraciones de los que mandan con relación a los que son mandados, déficit de personal, posibilidades de pensión y jubilación especial, etc., etc.; forman parte de una molestia policial de orden sociolaboral que ha ido creciendo, que es vista con desdén, a la cual no se le pone la debida atención y que desde la organización sindical (la que es responsable, profesional y civilista), se procura canalizar en función de la preservación de la institucionalidad republicana.
Por no decir todos, estos cuerpos policiales en ese estado de situación de vulnerabilidad interna y de precarización sociolaboral y salarial, precisamente desarrollan su quehacer en ámbitos sociales donde la vulnerabilidad social y de pobreza, donde la exclusión social y donde la desigualdad han hecho estragos.
Hemos venido planteando que actualmente hay dos Costa Rica: la de los incluidos y la de los excluidos o en vías de serlo, en lo que atañe a la mejor distribución de la riqueza y de los beneficios del crecimiento económico. Pues bien, el personal de los cuerpos policiales del país (al menos los mandados no los “rayados”), y las poblaciones que atienden, están ya inmersos o van para adentro de esa Costa Rica de los excluidos.
La carencia de personal es grave en todos estos cuerpos policiales y por ello es que afirmamos que el país está perdiendo la batalla de la seguridad ciudadana.
Urgen más policías en las comunidades, especialmente las violentadas por la exclusión y por la desigualdad, aunque la verdadera esencia de la violencia y de la delincuencia es la exclusión social, la ausencia de oportunidades y la carencia de políticas estratégicas de prevención; agravado todo ello por las debilidades en cuanto a planificación operativa, incapacidades de ejecución presupuestaria y despilfarro de recursos.
Urgen más policías migratorios pues por nuestras fronteras terrestres está entrando “Raymundo y todo el mundo”. El narcotráfico y el crimen organizado muestran su potencia y su fuerza con todo despliegue y cinismo y nuestras policías dedicadas a enfrentarles cada vez están más en indefensión. ¿Para qué fanfarronear al mundo que somos un país verde si todo el patrimonio ecológico nacional se lo está llevando la caza furtiva, el comercio ilegal de especies y el negocio sucio del narcotráfico por la carencia de guardaparques? La matazón en las carreteras crece y crece y no tenemos ya suficientes policías de Tránsito. Las cárceles urgen de más policías para alivianar, humanizar las condiciones de sobreexplotación laboral de la vigilancia penitenciaria, urgidísima de mucha salud ocupacional.
Les sobra razón a los cuerpos policiales en esta justa lucha y a quienes se han de manifestar (se manifestaron) en este día, no importa la cantidad. Deben saber que recogen el mayoritario sentir de este abrumador malestar policial-laboral que sigue creciendo.