Información suministrada por el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) nos anuncia el cierre del año 2017 con un posible incremento en la cantidad de homicidios registrados, en comparación con los últimos dos años.
El lamentable anuncio hecho por las autoridades judiciales presupone un tercer año con pandemia por homicidios, según lo establece Organización Mundial de la Salud (OMS).
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) un país es considerado con un nivel de pandemia cuando la cifra de homicidios supera la cantidad de 10 personas asesinadas por cada 100 mil habitantes.
En Costa Rica, tristemente estas cifras fueron superadas en los años 2015 y 2016 con 558 homicidios y 577, respectivamente. Según la proyección realizada por el OIJ, el 2017 podría cerrar con la preocupante cifra de 600 homicidios dolosos.
Dada la realidad en nuestro país, es posible pensar que dicha cifra podría ser superada. Los medios de comunicación y las autoridades informan de homicidios dobles, triples, e inclusive con mayor cantidad de víctimas en una misma escena del crimen. Cada vez se observa una connotación de mayor violencia, con técnicas de ejecución empleadas sumamente similares al estilo de los más peligrosos carteles de la droga. Cadáveres decapitados, mensajes en los cuerpos y otras atrocidades.
La situación es realmente alarmante, es por ello que no puedo dejar de señalar que mediante escritos publicados hace varios años en la sección de Opinión del Diario Extra advertí que dejábamos de ser país de paso para convertirnos en bodega del narcotráfico. En aquellos años me desempeñaba como oficial de la Fuerza Pública en la Zona Sur; la experticia policial, los constantes movimientos de drogas que se daban en el sector y las reiteradas alertas de trasiegos procedentes de Paso Canoas, me permitían hacer el análisis y la advertencia. ¡Nadie le dio importancia al tema! Ahora vemos las consecuencias.
Los gobiernos de turno parecieran darse por satisfechos con la incautación de drogas, cuando esa “cuota” es posiblemente la que utilizan los carteles para distraer a la policía y trasegar con tranquilidad, una cantidad mayor.
Usualmente vemos caer a los “burros”, la mayoría de las veces por que los “cantan”, pueden ser sus rivales, un infiltrado de la DEA o la misma organización, como parte de su estrategia de distracción.
Muy a pesar de la tasa creciente de homicidios, aún nuestro país carece de una política de contención contra los hechos ilícitos, al menos contra los referentes del tráfico ilegal de estupefacientes y por el contrario acepta en su programación habitual circunstancias que pueden empeorar la situación.
“El señor de los cielos” Una narco-novela que transmite el canal de la Sabana, que nos muestra una situación que bien podría estar sucediendo en nuestro país; me refiero a la riesgosa infiltración del narcotráfico en todas las esferas de la sociedad. ¡Alerta! Por otro lado, promueven lo que se denomina el aprendizaje de modelos negativos, es decir, los malos ejemplos donde se idealiza como un gran “líder” a una persona dedicada a trasgredir las normas jurídicas.
En torno a la creciente situación de inseguridad han surgido hipótesis que indican que hacen falta más policías, se solicita más dinero para atender la seguridad ciudadana. Sin embargo, considero que no es más seguro el país que más policías tiene, sino el que produce menos delincuentes. Son necesarias políticas públicas, oportunidades, y transparencia en el ejercicio de los cargos en la función pública.
¿Cuántos policías tenemos entre los distintos cuerpos policiales? ¿Cuánto se está invirtiendo en seguridad? Si cuantificamos el presupuesto de la República, le agregamos el presupuesto de la Policía Judicial y sumamos las donaciones que recibe nuestro país podremos ver que es una suma nada despreciable, por ejemplo: La Unión Europea entregó al Gobierno de Costa Rica un total de €13 millones, el equivalente a unos ¢7.630 millones, el Gobierno de la República Popular China, también donó la nada despreciable suma de cinco millones de dólares ($5.000.000).
La situación actual nos lleva a encender las luces de emergencia, no es momento de tener miedo, es hora de que asumamos la defensa del legado que nos heredaron nuestros abuelos.