Si la imagen presidencial ya venía acercándose al record histórico del descrédito ante la ciudadanía desde que se hacen este tipo de mediciones; la tormenta política por el vuelo presidencial a Perú, utilizando una aeronave de “extraño” olor, le dará más velocidad al deterioro de la credibilidad ciudadana con respecto a la gestión de la Presidenta Chinchilla; deterioro que ya está en caída libre, prácticamente sin esperanza de revertirse.
La renuncia ipso facto del ya ahora Exministro de Comunicación y Enlace, Francisco Chacón González, no atenuará tal situación. Su continuación en el gabinete se hizo insostenible pues cada vez que abría la boca para referirse a los cuestionamientos que se le formulaban al respecto, lo que hacía era hundirse más, políticamente hablando y pringar con la duda y la desconfianza a la propia mandataria.
Faltan más renuncias: la del Director de Protocolo de la Casa Presidencia, señor Ludwig Sibaja; la del señor Mauricio Boraschi, Viceministro de la Presidencia y Director de la Dirección de Inteligencia y Seguridad (DIS). Las razones en ambos casos son más que obvias.
Y también, falta la renuncia de la señora Anabel González, Ministra de Comercio Exterior (COMEX), quien tiene responsabilidad compartida junto con su esposo, el ahora Extraministro Chacón, al planear la ahora amarga experiencia presidencial por el país andino.
La renuncia del señor Francisco Chacón no disipa el mar de interrogantes que están en el ambiente sobre el mar de fondo que deja el uso de una aeronave de un estupefaciente mal olor; ni tampoco dándose las renuncias que faltan, se disiparán del todo la gran cantidad de especulaciones que ya se han generado por esta extraña mescolanza: gas natural, petróleo y presunto lavado de dinero… Potente golpe a la confianza ciudadana, ya de por sí altamente deteriorada, en la clase política tradicional.