La vida humana tendrá “marca registrada”

Gracias a las convicciones democráticas del Diario Extra, en el campo del respeto a la Libre Expresión, ANEP publica, semanalmente, en días miércoles, esta columna.

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Estamos hablando del Tratado de Budapest, que “constituye una de las agresiones a la ética y la moral más monstruosas y aberrantes que la sociedad comercial corporativa multinacional le haya impuesto a la población mundial. El Tratado de Libre Comercio… sirvió para abrirnos los ojos en relación con los alcances a los que se ha llegado en la mercantilización de toda materia y sujeto existentes, incluyendo el ser humano”. Así lo definió un prestigioso grupo de costarricenses, dado que el Tratado de Budapest le da legitimación a la experimentación científica con la creación de la vida humana. En un artículo anterior nuestro sobre este tema, planteamos que Dios ahora tiene “competencia” en cuanto a la creación humana.

No nos equivocamos. Nos fue suministrado una copia del anuncio de que “científicos fabrican el primer genoma sintético de la historia”, según lo divulgó el diario decano de la práctica de la infamia como quehacer periodístico. Así que, de ahora en adelante, la vida tendrá “marca registrada”, dado que se ha quedado “a solo un paso de crear vida sintética”.

La euforia y el despliegue que se hace de tal noticia, es indicación clara de que se ha abierto una gran “oportunidad de negocios” con la experimentación de este tipo de ciencia en cuanto a la creación humana. Así se dice sin ambages: se está en la segunda de tres etapas hacia la creación de un organismo vivo enteramente artificial.

Desde una perspectiva del humanismo cristiano, no creemos que sea una “proeza”, una gran “hazaña”, quedar a tan solo un paso de “la creación de un organismo vivo enteramente artificial”. Recientemente, y al respecto de esta situación, las organizaciones sindicales ANEP, ASDEICE y UNDECA, formularon un respetuoso pero vehemente planteamiento a los señores obispos costarricenses integrantes de la Conferencia Episcopal de Costa Rica.

Al día de hoy, ni siquiera un acuse de recibo se ha tenido de esa carta enviada a nuestras máximas autoridades eclesiásticas. Sabemos que la Iglesia Católica tiene una enorme preocupación por el tema del Tratado de Budapest. Igualmente, conocemos que otras denominaciones religiosas cristianas están igual de alarmadas.

Pareciera que es hora de actuar y llamar, con vehemencia, a las correspondientes feligresías para que tomen parte activa en la definición final de esta grave situación; es decir, en cuanto al rumbo de esta transformación profunda acerca de la concepción de la vida humana y su relación con la experimentación científica.

¿En verdad, hay alguna persona honesta que crea, realmente, que en el referéndum se votó por patentar la vida humana, es decir, porque la vida humana tenga “marca registrada”? Sólo la pérfida manipulación mediática de los últimos meses puede tragarse el cuento de que el Tratado de Budapest, el proyecto más aberrante de la “agenda de implementación”, también se votó con el TLC.

Tenemos muchas dudas de que los 35 apóstatas que le dieron el voto parlamentario al Tratado de Budapest, tengan un mínimo respeto por las fuertes convicciones religiosas que anidan en el pueblo costarricense, en este sensible aspecto de la creación de la vida humana. Igualmente, pensamos que en los máximos orientadores políticos de la jerarquía del actual Gobierno, en materia de “libre” comercio, tampoco existe ese respeto. En este caso, particularmente, emplazamos al máximo jefe del COMEX, el colega sindicalista empresarial Marco Vinicio Ruiz Gutiérrez; quien, por cierto, se nos escondió, tuvo miedo, se acobardó y quedó en ridículo con relación al plazo “fatal” para aprobar la “agenda de implementación” del TLC.

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