Todavía no vemos por ningún lado en qué podría beneficiar a la clase trabajadora costarricense (asalariada, no asalariada, desempleada, en empleo parcial, informal y como mypmes), que Costa Rica ingrese a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), entidad que más bien parece ser como la oficina de estadísticas más completas del planeta; aparte de integrar ese conjunto de entidades mundiales inherentes a la hegemonía total de la globalización neoliberal en desarrollo y su expresión más preponderante, la del capital financiero-bancario internacional.
Además, aún no se le ha dicho al país la cuantía que habrá que pagar por afiliarse a la OCDE y bien haría el presente Gobierno en indicarlo abiertamente a la ciudadanía.
La visita de los personeros de la OCDE a Costa Rica fue recibida con entusiasmo, aplauso y genuflexiones por parte de la clase político-corporativa y empresarial-financiera afín al pensamiento neoliberal. Sin embargo, pareciera que algunos señalamientos por los expertos visitantes de la OCDE habrían sido “inapropiados”, dado que estarían señalando serios fracasos de las políticas públicas costarricenses de los últimos Gobiernos marcados por el neoliberalismo.
Por ejemplo, la OCDE fue enfática en que no puede el país entrarle en serio a la reducción de las desigualdades con la clase de sistema tributario actualmente vigente, dado que este es débil en materia de impuestos directos, es decir, es sumamente regresivo: pagan más, proporcionalmente hablando, los que menos tienen. ¡La OCDE descubrió el agua tibia en Costa Rica!
Efectivamente, llevamos tiempo insistiendo en la necesidad de una Transformación Tributaria Estructural para que, por ejemplo, se incrementen los impuestos a las rentas del capital, ahora sumamente débiles como lo reconoce la propia OCDE; a la necesidad de aplicar, con rigurosidad, lo tributariamente concerniente a las actividades profesionales ejercidas en el mercado de los servicios; y, en lo que podríamos conceptuar como el “manjar” dejado en su visita al país por estos señores de la OCDE, es que Costa Rica tiene que tener un registro de accionistas que le permita al sistema tributario conocer los beneficiarios finales de las sociedades anónimas. Punto. ¡No se hable más!
Si bien es cierto la OCDE habló del tema de los salarios públicos, los enfoques mediáticos de corte neoliberal lo sobredimensionaron, tratando de opacar estratégicos señalamientos como los apuntados en el párrafo anterior.
Ahora bien, a nuestro modo de entender los desafíos actuales del Empleo Público vinculados al tema del déficit fiscal, no van para ningún lado. Si bien es cierto, estamos convencidos de que es más que necesario nuevos paradigmas de evaluación del desempeño en la función pública para resaltar la excelencia y dejar en evidencia la mediocridad; la mezcla tóxica neoliberal de que los salarios públicos son igual al déficit fiscal, no ha dejado espacio alguno para abordajes pausados, constructivos, dialogados y acordados, sobre la imperiosa necesidad de que la eficiencia y la eficacia del desempeño en el servicio público se impongan definitivamente en aquellos ámbitos donde muestran perniciosas debilidades.
Y si se trata de abordar el tema salarial del Empleo Público, las generalizaciones propiciadas por los enfoques mediáticos del capital neoliberal, la peonada político-parlamentaria a su servicio, más la corte de amanuenses contratada para “disparar” a mansalva e indiscriminadamente al respecto, tampoco ha dejado espacio alguno para el diálogo y para la negociación; toda vez que, por ejemplo, áreas doradas del “otro” Estado han estado por la libre en material salarial, se han dado cuatro gustos al respecto y no han sido objeto de abordajes “periodísticos” subjetivizados, malintencionados, manipuladores y satanizadores.
Los altos y escandalosos salarios en las Superintendencias (de Pensiones, de Seguros, de Valores, de Entidades Financieras, de Telecomunicaciones); los de entes reguladores como la propia Contraloría y la Aresep; los de la alta cúpula gerencial del Sistema Bancario Nacional, por ejemplo, dejan al desnudo la precariedad salarial en zonas muy debilitadas del Gobierno Central, golpeadas por las políticas neoliberales; mismas en las cuales su segmento profesional tiene niveles salariales de tres a cinco veces inferiores a los de ese “otro” Estado, el que ha sido impuesto para el servicio de los sectores financieros, de la transnacionalización de la economía, de la apertura comercial desbocada y de la traslación hacia el sector privado de los servicios públicos estratégicos que todavía quedan como patrimonio estatal.
Cuando se acabe el histerismo apocalíptico del déficit fiscal, cuando se detenga la campaña de agresión psicológica y de terrorismo ideológico en contra del Empleo Público, con sus generalizaciones odiosas de alta carga subjetiva; cuando las correcciones estratégicas en materia fiscal-impositiva se materialicen por el lado correcto, el de la progresividad; entonces podría haber disposición para la construcción compartida de soluciones con relación a los desafíos integrales en estos campos señalados por la OCDE.
Por ahora, solamente podemos entregarnos a una intensa labor de concientización, de recomposición de fuerzas, de relanzamiento de articulaciones unitarias al menos en el plano de la acción para la movilización, antes de que nos pasen por encima. En eso estamos…