12/14/2007
Las diferencias entre las naciones del Norte y las del Sur son formidables. De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, el ingreso per cápita promedio de la población de los diez países con mayor nivel de desarrollo rebasa los US$47 mil anuales, mientras que el de las diez economías más retrasadas, de un total de 179, no llega a los US$900; es decir, menos de $3 diarios. La estimación para Costa Rica es de US$11,862.
Por su parte, el Indice de Desarrollo Humano que construyeron los economistas Mahbub ul Haq y Amartya Sen y que computa el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) también muestra enormes diferencias entre los países. En los más ricos el índice rebasa el 0,95 mientras que en los más pobres apenas llega al 0,40. El indicador para Costa Rica es de 0,85 y ocupa el lugar 48 de un total de 177 estados.
En cuanto a la tecnología, el Foro Económico Mundial de Davos calcula el Networked Readiness Index, que es una valoración de la preparación tecnológica de los países para insertarse en la globalización y en la llamada Sociedad en Red o Sociedad del Conocimiento. La escala máxima del índice es de seis. Los diez países más avanzados alcanzan calificaciones que superan el 5.4, mientras que la decena de los más rezagados tiene notas inferiores a 2.7. La puntuación de Costa Rica es de 3.77 y se ubica en el lugar 56 de 122.
La comparación de estas tres dimensiones: ingresos, calidad de vida y nivel tecnológico, pone en evidencia un planeta ampliamente desigual. Pero hay otras dimensiones dignas de resaltar que son consecuencia del contexto en que se desenvuelven las personas. Tiene que ver con la forma disímil en que los colectivos sociales perciben su realidad y su entorno.
El sondeo efectuado por GlobeScan sobre la percepción de los habitantes de las naciones del Norte y del Sur en relación con los principales problemas que los aquejan muestra resultados ampliamente divergentes en cuatro áreas.
En los países desarrollados la guerra y el terrorismo constituyen la principal preocupación de los ciudadanos. El 46% de los entrevistados así lo manifestó, mientras que en las economías más pobres solo el 18% consideró que esas fueran sus mayores inquietudes.
En relación con la pobreza, el desempleo y la brecha social, el 31% de las personas de los países ricos los consideró como problemas importantes; pero ese porcentaje se elevó al 53% cuando se interrogó a los ciudadanos de las sociedades más pobres, que manifestaron que esas eran las principales patologías que tenían que enfrentar.
En lo concerniente al deterioro del medio ambiente y el cambio climático el 19% de la población que vive en el Norte y el 11% de los que residen en el Sur los consideran como dificultades serias que afectan su cotidianidad y el porvenir de la familia.
Finalmente, una cuarta categoría incluye la delincuencia y la corrupción, que son conceptualizadas como perversiones sociales que requieren atención prioritaria por un reducido 4% de los residentes en los países desarrollados y por un 18% de los que viven en las naciones más rezagadas.
Sin duda cohabitamos en un mundo donde las desigualdades se reflejan no solo en las estadísticas sino también en las percepciones de la gente.