Memorándum del miedo: La memoria popular no lo archivará

Gracias a las convicciones democráticas del Diario Extra, en el campo del respeto a la Libre Expresión, ANEP publica, semanalmente, en días miércoles, esta columna.

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El diputado Fernando Sánchez, primo hermano de don Oscar y de don Rodrigo Arias, quien fue autor intelectual de uno de los episodios más sucios de la política costarricense, jamás será olvidado, ni “archivado”, en el corazón de los miles y miles de costarricenses patriotas que dimos alma, vida y corazón, en la gesta histórica de la lucha contra el TLC que ha Costa Rica le fuera impuesto, con los Estados Unidos de América; un TLC que ya, hoy en día, está mostrando sus pérfidas consecuencias, sino que lo digan, por ejemplo, los lloriqueos lastimeros de la infame Cámara Nacional de Radio (CANARA).

Igual suerte ha de correr el compinche político del diputado Sánchez, el señor Kevin Casas Zamora, por la altamente repudiada estratagema que ambos urdieron en contra de los más preciados valores de la democracia, como lo son la transparencia y la credibilidad. Hablamos del ya tristemente célebre Memorándum del Miedo.

Una mayoría de diputados y de diputadas de la actual Asamblea Legislativa, del binomio PLUSC más las turecas consabidas pro TLC, decidieron “archivar” el caso del diputado Sánchez, por su co-autoría del Memorándum del Miedo. Para ello, argumentaron débiles excusas pseudojurídicas y triquiñuelas políticas de baja ralea, a fin de que el citado legislador quedara exonerado de rendir cuentas por su ataque frontal y su delito político en contra de la institucionalidad democrática del sufragio, en el caso del referéndum sobre el TLC, del 7 de octubre de 2007.

A los miles y miles de costarricenses que votamos por el NO al TLC, más los otros miles que hoy están arrepentidos y los otros miles que ya descubrieron la naturaleza de la manipulación de que fueron víctimas, nos basta y nos sobra el señalamiento que a ambos políticos se les hizo desde la Procuraduría de la Ética, en cuanto a que violentaron el deber de probidad establecido en la Ley contra la Corrupción y el Enriquecimiento Ilícito.

En la conciencia popular ambos señores, Sánchez y Casas, no quedarán impunes, catalogándoseles como delincuentes políticos, cuyo delito cívico jamás será olvidado, dado que cometieron la más grave falta ética y moral de las últimas décadas, en contra la decencia y la transparencia republicanas y contra la institucionalidad democrática.

Como era de esperarse, la mayoría parlamentaria que hoy le exoneró, señor diputado Sánchez, se montó sobre la lavada de manos que de su caso hizo el tribunal electoral afecto a los deseos de los señores Arias Sánchez; y, también, de la pasividad cómplice del cuestionadísimo tribunal constitucional, no menos afecto a la actual administración gubernamental, cuya gerencia imperial eliminó la división constitucional de poderes, para que la camarilla política neoliberal que controla la iniciativa política en el país, tuviera más posibilidades de realización de negocios privados, a partir del mejor patrimonio público que hasta ahora habíamos conservado como sociedad inspirada en la inclusión social.

Toda su vida, señor diputado Sánchez, usted tendrá que enfrentar su maniobra antidemocrática. Toda su vida, señor diputado Sánchez, usted no podrá alzar su frente ante un patriota, ni mirar directamente a los ojos a un verdadero demócrata. Su vida política futura, al igual que la de su par en la conjura del Memorándum del Miedo, no tendrá nada de transparencia, puesto que tendrá que ser tutelada desde las alturas del poder corrupto de compra de conciencias y desde los escondrijos donde se diseñan las triquiñuelas para burlar la voluntad del electorado.

Nuestra consigna cívica, la de los miles y miles y miles que amamos profundamente a nuestra querida Patria, es que el Memorándum del Miedo no debe olvidarse jamás, no solamente porque constituyó una despreciable pieza de política corrupta en la comisión del fraude contra la voluntad del elector, en el histórico 7 de octubre de 2007; sino que, algo todavía de mayor impacto, nos señaló, en un único documento, la profunda naturaleza de la putrefacción de un sistema político carcomido por la compra de conciencias, el arribismo oportunista, la total ausencia de valores de toda naturaleza, la falsedad de la división constitucional de poderes, el predominio del dinero sobre la moral y, especialmente, la contradicción entre ética y política de personajes como los autores intelectuales y materiales del Memorándum del Miedo. Jamás olvidaremos.

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