Si bien es cierto los días sábados y domingos son para muchas personas trabajadoras días de merecido descanso, en algunas ocasiones se torna necesario asistir a actos, eventos, reuniones de índole político-laboral que deben ser comprendidas como deberes y no como sacrificios por los cuales se deba rendir admiración.
El punto en cuestión versa sobre la responsabilidad que se adquiere como persona política. La política como bien manifestado en reiteradas ocasiones no se circunscribe a lo electoral; la política es todo lo que hacemos y cuanto decidimos y por eso es que decidir participar de actividades en días de reposo es un deber, pero no al estilo del sacrificio. El decidir madrugar y ser partícipes en espacios de discusión y acción representa un compromiso ideológico, de clase y personal, es decir, un compromiso político.
Lastimosamente para muchos compañeros y compañeras el asunto no es claro o lo que es aún más problemático no está interiorizado. Por ejemplo, el pasado sábado 21 de marzo, hubo alusiones en varias ocasiones al hecho del gran sacrificio que se hizo por parte de quienes asistimos, ya que muchas personas no tenían que trabajar. Otra persona manifestó que la Asamblea debió hacer sido programada para un día entresemana para contar con los permisos. Ambos casos exponen esa no interiorización de la participación como compromiso político.
En el día a día ocurren otras situaciones que también ilustran lo anterior. Si no se nos gestiona permiso, no se participa; si no se gestiona permiso, no se solicita al promotor o promotora; si no se gestiona permiso, no se buscan alternativas como sacar el día de vacaciones u otra que pueda funcionar. Lo anterior en el caso de coincidir la actividad en día laboral.
Más aún, si ésta se programa para el día “libre” se hacen los desentendidos y las desentendidas y deciden inventar excusas o simplemente no asistir sin ninguna consideración hacia el compromiso político adquirido, como persona trabajadora afiliada. El caso más grave es cuando se cuenta con el permiso debidamente tramitado y se irrespeta al no presentarse del todo o el famoso asistir “para hacer acto de presencia” y estar ojeando cada dos minutos el reloj, o incluso presionando para obtener el comprobante de asistencia y salir literalmente “corriendo”.
El afán de esta reflexión no es lapidario, en absoluto. Su propósito persigue más bien una exhortación a realizar un autoexamen sobre nuestras propias acciones. Cada uno de nosotros y cada una de nosotras sabremos cómo anda nuestro compromiso político como anepistas y más que mirar quien hace o no hace, es nuestro deber motivar con nuestro ejemplo cotidiano. Decía el gran José Martí que “Hacer es la mejor manera de decir” y en este sentido es que tenemos la responsabilidad ética de participar activamente cuando tengamos permiso, pero sobretodo la responsabilidad ideológica y de clase trabajadora para cuando se nos convoque en un día libre de nuestra jornada laboral.
Finalmente, se debe como siempre recordar que no podemos generalizar y en ocasiones personas afiliadas aunque desearan no pueden participar en sus días libres. En muchos de estos casos, se trata de compañeras mujeres que, en este sistema patriarcal, siguen llevando la carga del hogar y de los hijos en un elevado porcentaje y quienes no tienen opciones de cuido a su alcance. Existirán otros casos que deberán ser estudiados en su particularidad, como el caso del sector privado altamente represivo. Empero estas excepciones, el sentido de nuestro compromiso político constituye una fortaleza de lucha diaria como trabajadores y trabajadoras que somos.