Para ser felices, o por lo menos, no tan infelices, hay que terminar con la compulsión de revisar obsesivamente la casilla de correo electrónico, sugiere una investigación realizada por un equipo de psicólogos británicos.
Los e-mails advierten los expertos, autores del estudio publicado hoy en el Sunday Telegraph pueden devenir “una fuente tóxica de estrés”.
El hábito de estar pendientes del correo electrónico se compara con una droga, es decir, es una forma de dependencia para aquellos que no dejan de controlar los ingresos de correos ni un minuto: en las computadoras portátiles, en las tablet, en los smartphone y ahora, incluso, en los relojes pulsera electrónicos, creado por la firma que lleva el símbolo de la manzana mordida. La tecnología, sin duda útil, está al alcance de la mano pero apuntan los investigadores hace que la gente esté todo el tiempo disponible y en alerta, por el trabajo o por cualquier tipo de cuestión. Las personas, hace notar el estudio, se convierten casi en esclavas.
Este comportamiento, establecido como “una regla no escrita” de la actual organización del trabajo e incluso de la vida, corre el riesgo de tener un pesado impacto negativo sobre lo que los psicólogos llaman “el bienestar emocional” de las personas.
El estudio dado a conocer hoy prueba, de hecho, que la verificación constante de los e-mails o de otros mensajes y el sonido continuo de los distintos sonidos de alerta de los dispositivos y sus vibraciones producen consecuencias directas en términos de aumento de la tensión y las preocupaciones. El consejo que se desprende de un informe del Future Work Centre de Londres, el centro de estudios que encargó la investigación, es al fin de cuentas muy simple: tomarse pausas de la lectura de los e-mails, desconectarse de tanto en tanto de los dispositivos electrónicos, y colocar en reposo los alertas de ciertas aplicaciones y diabluras varias. Y lo principal: no considerarse indispensables. (ANSA)