Tenemos ya bastante tiempo planteando el tema de que Costa Rica ocupa una profunda Transformación Tributaria Estructural. Lo hemos hecho desde la perspectiva de visión-país que se ha construido en el seno de la corriente sindical en la cual militamos y con el aporte de ilustres costarricenses solidarios que, desprendidamente, nos han colaborado para que tengamos una posición al respecto.
El drama social que ha venido viviendo Grecia en los últimos años alimenta nuestra convicción de que este asunto de la Transformación Tributaria Estructural es de carácter estratégico para nuestra amada Costa Rica; tanto como para estimar que debe ser prioridad número uno de la lucha sindical nacional en los actuales momentos sociohistóricos que vivimos.
Es un tema tan profundo que va más allá de la cómoda consigna panfletaria “que los ricos paguen como ricos y los pobres como pobres”, con la cual algunos (desde las tiendas sindicales, particularmente), creen que han “resuelto” tener un planteamiento alternativo al respecto.
Con lo poco que hemos leído sobre el drama heleno, pareciera que ellos no hicieron transformaciones tributarias estructurales, bloqueadas siempre por sus grandes ricos. Estos encontraron en el proceso de endeudamiento de ese país una veta extraordinariamente rápida de acumulación excesiva de riqueza; y como tenían el control de la partidocracia corrupta de corte tradicional, impidieron cualquier cambio tributario en la línea de la progresividad y de combate el robo fiscal.
Y aunque esa partidocracia corrupta tradicional griega (dentro de la cual estaba un partido “gemelo” al PLN costarricense, el Pasok), ahora fue derrotada por el movimiento popular de izquierda Syriza, encabezado por Alexis Tsipras; el pueblo griego debe lidiar con las consecuencias que les dejaron esos partidos neoliberales que llegaron a ser dominados, completamente, por la hegemonía del capital financiero-bancario; misma que, a su vez, controla toda la política de la Unión Europea (UE), con su máxima “gerente” a la cabeza, la canciller alemana Ángela Merkel.
En el caso costarricense, las fuerzas del capital neoliberal, particularmente, su segmento más radical, el financiero-bancario, tienen una importante influencia en la Asamblea Legislativa actual. Sanas iniciativas de ley para luchar contra el fraude fiscal y el robo de impuestos en todas sus formas, difícilmente prosperarán.
Otra sana iniciativa, esta vez propiciada en el seno de la administración tributaria, para que se sepa quiénes son y cuánto poseen los propietarios de las sociedades anónimas mercantiles, está recibiendo ya un fuerte torpedeo que amenaza con bloquearla.
Por otra parte, poner a pagar impuestos al gran capital, estableciendo por medio de ley la renta global; o incluso, algo más osado como una tasa a todas las transacciones financiero-bancarias diarias (tasa Tobin o impuesto “Robin Hood”), no muestran viabilidad política en el actual parlamento costarricense.
Estamos convencidos de que la derecha del capital neoliberal está completamente decidida a llevar al país a una crisis fiscal sin precedentes, al borde de la quiebra del Estado, para obligarnos a pedir “ayuda” al Fondo Monetario Internacional (FMI), con sus condicionantes “a la griega”: privatizaciones, despidos masivos de empleados públicos, reducciones salariales, eliminación de le negociación colectiva, tercerización y flexibilización laboral…
La más reciente misión del FMI que visitó el país y con cuyos integrantes pudimos conversar a petición de ellos, nos plantearon que el año 2019 es como el “último” chance que tenemos de arreglar, “solos” (sin FMI, entendemos), el grave problema del déficit fiscal nacional.
Aunque sabemos que en esto del déficit fiscal no pueden dejarse de lados sus contenidos ideológicos, responsablemente creemos que una perspectiva sindical seria no puede negar su importancia y ponerse “a ver para otro lado”.
Dada la gravedad del deterioro de muchos servicios públicos por carecer de fortalecimiento presupuestario; dado el impacto negativo que muchos de ellos están generando por escasez de personal; considerando que, por el contrario, se hace necesario contratar más empleo público en ámbitos dedicados a combatir la inseguridad, a detener el crecimiento de la pobreza y a contener el impetuoso avance de la desigualdad; no tenemos más opción que asumir una prédica de corte evangélico para llamar a luchar, con toda fuerza y con todos los medios a nuestro alcance, por esa Transformación Tributaria Estructural… antes de que nos pase lo de Grecia.