…pues no se vale que se siga fortaleciendo, robusteciendo, potenciando, el injusto carácter regresivo del sistema tributario costarricense. Regresivo porque pagan más impuestos, proporcionalmente hablando, quienes menos plata tienen.
Este proyecto, si bien tiene componentes muy importantes que van en la dirección opuesta, es decir, por el lado de la progresividad (para sacarle más plata a los que más tienen); la verdad es que quedó descalificado, satanizado, inviable y repudiable ante la ciudadanía, ante la gente, ante “_los y las de abajo_” por habérsele incluido su más perverso componente, la transformación del impuesto sobre las ventas, en impuesto al valor agregado (IVA), por más exoneraciones, exenciones que a su eventual aplicación se le hayan incluido.
Sin embargo, nos parece que la oposición del movimiento sindical y social organizado a este paquete de impuestos, no ha sido lo contundentemente explicada como para que el pueblo pueda diferenciar la naturaleza distinta de la oposición que se generó desde las poderosas cámaras empresariales, versus la oposición que se ha generado en los sindicatos y en otras expresiones del amplio y diverso movimiento social costarricense.
En nuestro criterio, son varias las alternativas que se pueden considerar a un paquete de impuestos como el que hoy está siendo cuestionado por “_tirios y troyanos_” aunque, como indicamos, con motivaciones distintas.
Pensamos que tanto el Gobierno como el Partido Acción Ciudadana (PAC), debieron haber acordado el trámite de un proyecto de impuestos que incluyese, únicamente, las medidas necesarias por el lado de la progresividad tributaria.
Es decir, debieron indicarle al país que se tramitaría una ley únicamente conteniendo los artículos sobre la renta mundial, sobre la renta global y sobre las transacciones financieras. Debieron mandar un potente mensaje de que, por primera vez y no sabemos en cuántos años, se impulsaría un cambio estructural tributario para que los que más tienen aportaran más.
La renta mundial es aquella que personas y empresas costarricenses generan por su actividad en el exterior, sólo que obligándoles a pagar impuesto de la renta en el mismo momento en que generan su ganancia y no cuando ésta ingresa al país.
La renta global es la suma única de todas las entradas que tienen las personas y las empresas por su actividad en el país: salarios, intereses, bonos, alquileres, etc.
El impuesto a las transacciones financieras es un monto que se cobra por mover la plata, por ejemplo, de un banco a otro y luego de cierto monto para no afectar a los pequeños y medianos ahorrantes y cuentahabientes bancarios.
Jamás se debió incluir la transformación del impuesto de ventas a IVA en un mismo proyecto de ley que contuviera medidas como la renta mundial y la renta global.
Creemos que la lucha popular de las próximas semanas en torno a la cuestión tributaria debe diferenciarnos, radicalmente, de las objeciones del gran empresariado, del gran capital, de las grandes fortunas que se niegan a ser gravadas con más impuestos; y no caer en la trampa de hacerles el juego, con una oposición “_per se_”, consignera, panfletaria y que a final de cuentas nada cambie en la estructura tributaria injusta que pesa sobre el pueblo trabajador y otros sectores populares y sociales.
Si lográramos articular nuestras propuestas para una ley tributaria por el lado de la progresividad (sin IVA); además de incluir la renta mundial, la renta global, el impuesto a las transacciones financieras (con los cambios de contenido que se necesitan en los tres casos); debemos incluir disposiciones y estrategias jurídicas en esa ley para estos tres aspectos centrales.
Uno: el combate a las cuatro “_E_” del “_apocalipsis tributario_” que amenaza con la quiebra del Estado costarricense: Evasión, Elusión, Exenciones y Exoneraciones.
Dos: La naturaleza de las medidas del fortalecimiento estratégico de la gestión tributaria: más personal especializado, más recursos, más tecnología.
Tres: Incentivos para tributar, para pedir la factura, para incrementar la responsabilidad cívica de pagar impuestos; implementando, por ejemplo, la pensión-consumo y la recompensa por denunciar a las personas y empresas evasoras.
Además, esa ley tributaria por “_el lado de los de arriba_” (repetimos, sin IVA), debería incluir la apertura parcial del secreto bancario únicamente bajo suposición de evasión fiscal y sin arriesgar su esencia (aquí ya hay un proyecto en la corriente legislativa, el número 17.677).
Igualmente, deben incluirse dos disposiciones transitorias que podrían regir por un período entre los 18 y los 24 meses: una ley de contingencia fiscal que grave, por ejemplo, el consumo suntuario; y un impuesto al patrimonio, por una única vez, similar al adoptado por don Pepe Figueres cuando impuso la Junta Fundadora de la Segunda República.
Como vemos, ojalá podamos construir una articulación popular con sentido estratégico para la revolución tributaria que ocupa nuestra querida Patria; de manera tal que el pueblo trabajador, que “_los y las de abajo_”, distingan, con claridad, porqué el gran capital no quiere que se le pongan más impuestos; pero, que a la vez, distingan cuáles son los cambios por los que sí vale la pena luchar completamente unidos para que tengamos la transformación estructural que sí ocupamos con urgencia.