Con este concepto terminó el texto de nuestro artículo de la semana pasada. Lo repetimos porque es clave para entender qué clase de momento sociohistórico estamos viviendo… Ni Trump, ni Clinton.
Recordemos que estamos comentando el mensaje del papa Francisco dirigido a los movimientos sociales y populares del planeta, con ocasión del Tercer Encuentro que él tuviera con sus líderes hace pocas semanas.
Notemos, ahora, esta otra magistral orientación papal para la lucha social de pueblos como el nuestro: “No caigan en la tentación del corsé que los reduce a actores secundarios, o peor, a meros administradores de la miseria existente. En estos tiempos de parálisis, desorientación y propuestas destructivas, la participación protagónica de los pueblos que buscan el bien común puede vencer, con la ayuda de Dios, a los falsos profetas que explotan el miedo y la desesperanza, que venden fórmulas mágicas de odio y crueldad o de un bienestar egoísta y una seguridad ilusoria”… Ni Trump, ni Clinton.
El papa Francisco está llamando a los movimientos populares, en consecuencia, a asumir roles políticos de primer orden en esta sociedad de la desigualdad, de la exclusión y de la corrupción; pero sin encorsetarnos, entendemos nosotros, para convertirnos en furgón de cola de partidos políticos y/o sin procurar que éstos atiendan las necesidades de la lucha social con políticas de institucionalización de la caridad, atenuadoras del despliegue total de la capacidad de bregar por el desarrollo integral de la persona humana.
El papa Francisco va más allá y nos da la tarea de cuestionar la política económica y la misma política que les da sustento a las prácticas del asistencialismo que representa, dice él, “…una política hacia los pobres pero nunca con los pobres,…”.
“Los movimientos populares, lo sé, no son partidos políticos y déjenme decirles que, en gran medida, en eso radica su riqueza, porque expresan una forma distinta, dinámica y vital de participación social en la vida pública”. ¡Esto dice el papa Francisco! y nos alienta en tal sentido: “Pero no tengan miedo de meterse en las grandes discusiones, en Política con mayúscula…”.
El papa Francisco refrenda así, le da la bendición, a un pensamiento que ha venido elaborándose e impulsándose en una diversidad de corrientes sindicales y sociales latinoamericanas (incluidas costarricenses), de que la política, o mejor dicho la Política (así en mayúscula, como él lo pone), hace tiempo dejó de ser monopolio de los partidos políticos (especialmente los de orden politiquero-electoral).
Es este el camino estratégico por el cual viene transitando hace tiempo la corriente sindical en la cual militamos; pretendiendo, por una parte, ir más allá del corporativismo gremial del sindicalismo tradicional, asumiendo una posición Política (así con mayúscula), pero sin caer en el panfletarismo del “comité central, ¡ordene!”. Es un camino altamente riesgoso, como lo dice el papa Francisco, y lo poco que hemos andado por él, en el plano nacional, nos ha sido tremendamente complicado.
Pese a ello estamos proponiéndoles a los y a las colegas sindicalistas afines al pensamiento sociopolítico que venimos profesando que pongamos nuestras miradas en un interesantísimo pensamiento sociopolítico y sindical de orden continental, a nivel de las Américas, que ha venido gestándose mucho antes de la llegada al trono papal del pastor Francisco, pero que conecta con la inspiración y con la guía que él está recomendando para los movimientos sociales, populares y sindicales de nuestra actual realidad.
Estamos hablando de la “Plataforma de Desarrollo de las Américas”, siglas PLADA, un enorme esfuerzo de interpretación política del estado actual de situación de nuestros pueblos, conteniendo un conjunto de propuestas en un todo integral y alternativo “…donde convergen las dimensiones política, económica, social y ambiental, pero donde lo social, lo humano y no lo económico, se constituyen en el eje y el centro del desarrollo de nuestras sociedades”… Así se apunta en la presentación del documento oficial de la PLADA indicándose que con esa finalidad, “…los trabajadores y las trabajadoras organizados, junto con el Estado, tienen un papel propio e irreemplazable en la construcción de una sociedad con trabajo decente y con justicia social”.
Nosotros vemos en la PLADA un proyecto sociopolítico para incursionar en la Política (así, con mayúscula), en búsqueda de una Democracia Social, interconectándolo con contenidos sindicales de propuesta alternativa que ya habíamos venido trabajando desde recién pasado el combo ICE. Volveremos la semana próxima con una cuarta parte.