Hija de la unidad gestada entre todos los trabajadores tras la derrota del fascismo, la Federación Sindical Mundial aunó la más amplia y diversa representación de las organizaciones sindicales existentes al concluir la guerra en 1945, y devino así, con el particular y decisivo respaldo del Estado soviético y sus trabajadores, una pujante fuerza para la defensa de los intereses de la clase obrera a escala planetaria.
Dentro del movimiento sindical internacional fueron posibles numerosas conquistas, gracias a la posición unitaria, clasista y de resuelta lucha enarbolada por esta federación de sindicatos.
Su existencia hizo que se alcanzaran fructíferos resultados en beneficio de la clase obrera. Una muestra de ello fue la aprobación del Convenio 87 de la Organización Internacional del Trabajo, importante instrumento para la lucha por los derechos sindicales, aún vigente.
Con la desaparición del campo socialista y particularmente de la URSS, la FSM ve afectada su unidad y representación. A partir de los años 90 una crisis sin precedentes se abate sobre el movimiento sindical; se afianzan las doctrinas de la globalización neoliberal, se priva al individuo de sus derechos colectivos y se ataca a la organización sindical, a la vez que fenecen los servicios públicos y el papel del Estado.
Al iniciarse el segundo lustro de la actual centuria, la Federación Sindical Mundial, tras haber celebrado en diciembre del 2005 su XV Congreso en La Habana, despliega una labor dirigida al logro de una coordinación más dinámica con las uniones sindicales internacionales, a la vez que se encamina a la formación de redes de colaboradores capaces de apoyar y multiplicar su presencia donde los trabajadores lo requieran, particularmente en nuestra región, donde comienzan a materializarse condiciones más propicias para la revitalización de los sindicatos.
En tal sentido, Ramón Cardona, reflexiona sobre el presente y futuro de la organización.
“Es cierto que nos hemos enfrentado a una crisis sin precedentes en el movimiento sindical.
Esta realidad es evidente tanto en el Norte industrializado como en el Sur, donde el trabajo precario y la economía informal en algunos casos alcanzan el 80% de los nuevos ‘puestos de trabajo’. En no pocos países importantes segmentos del sindicalismo han renunciado a la lucha, lo que ha contribuido a su descrédito ante los trabajadores, por su incapacidad para dar respuesta a los crecientes problemas que afectan la vida de los pueblos”.
Este verdadero desastre afecta por igual a todas las organizaciones internacionales, las cuales han visto reducirse su capacidad de organización, movilización e influencia, señala Cardona.
“En nuestro caso, fue tal la fuerza que la FSM había alcanzado, que el imperialismo, sabedor de su papel, aprovechó bien la coyuntura, la enfrentó con todos los medios posibles y consiguió dividirla. Pero nuestra organización renace de esta debacle y retoma paso a paso el camino de la unidad en el marco de la compleja pluralidad sindical contemporánea”.
La lucha exige ahora determinadas prioridades —agrega—: la batalla en contra de las políticas antiobreras de los monopolios y las transnacionales; el enfrentamiento a la globalización neoliberal, el subdesarrollo, la pobreza, el hambre, contra las privatizaciones; a favor de la canalización de los recursos hacia el desarrollo y la inversión productiva; a favor de la salud gratuita y universal, la educación y los sistemas de seguridad social para todos.
“Los trabajadores y los pueblos en general oponen su rechazo a las políticas neoliberales y, particularmente en América Latina surgen posibilidades que nadie imaginaba hace un tiempo.
En este contexto, nos proponemos extender la coordinación de acciones unitarias, no solo con otras organizaciones sindicales, sino con agentes del cambio como los campesinos, las organizaciones de mujeres, de jóvenes, indígenas, jubilados, intelectuales, trabajadores informales, desempleados y todo aquel que con razón reivindique la justicia”.
Nuestra filosofía es hoy ocupar todos los espacios, ampliar el horizonte de relaciones. Respaldaremos nuestro trabajo con una red de abogados laboralistas que involucra a 11 países del continente, y también de investigadores, en un eje encabezado por Brasil, Cuba, México y Colombia. Dar servicios y beneficios al movimiento sindical será su papel, explicó.
“Del mismo modo estamos orientando con firmeza la más amplia divulgación y el combate con argumentos frente a la información amarilla, con nuestros puntos de vista ante todo lo que lesione en el continente los derechos laborales y sociales. Como soportes hemos concebido también la emisión sistemática de un boletín electrónico semanal y una revista teórica trimestral para América”.
El resurgir de un movimiento sindical unitario, no excluyente y adecuado a las nuevas realidades es posible. En esa aspiración contamos con la Central de Trabajadores de Cuba, resuelta abanderada de la solidaridad y la unidad plural que debemos alcanzar en todo el mundo para oponer una barrera a la hegemonía de la explotación capitalista, concluyó Cardona.
1 de enero
internac@trabaja.cip.cu