Cada 26 de abril se conmemora el Día de la Visibilidad Lésbica y ¿por qué conmemorar un día? Porque las mujeres lesbianas seguimos luchando por la visibilidad de nuestras realidades y de nuestra existencia como ciudadanas sujetas de los mismos derechos que cualquier otra persona que porta una cédula de identidad en este país.
Ahora bien, que significa nuestras realidades, hacer evidente que existimos, que somos hijas, hermanas, madres, abuelas, tías, primas, amigas; que somos parte probablemente de la familia que usted lector(a) tiene.
Que nuestras realidades no están lejos de la suya, somos estudiantes, profesionales, académicas, amas de casa, empresarias, realizamos distintos oficios y algunas o muchas también desempleadas.
Que en nuestra realidad también existen lesbianas en condiciones de pobreza, pobreza extrema; y también probablemente con recursos económicos medios y altos.
Que en nuestras realidades, igual que usted, necesitamos atención de calidad en temas como salud, educación, trabajo, casa, seguro social, créditos, etc.
Que en nuestras realidades, también tenemos relaciones de noviazgos, pareja, convivencias…ahhh pero ahí ya nuestras realidades se empiezan a distanciar de las suyas; ¿por qué?, se preguntará. Bueno porque usted puede decidir varias formas, en primer lugar para reconocer sus relaciones de pareja y no escribo solo de lo legal, sino pasa hasta por lo emocional: su alegría de sentirse enamorada(o) la puede externar, puede presentar a su pareja en todos sus círculos, le puede acompañar a las actividades que decida o bien si usted termina con su pareja o su pareja le termina, puede comentarlo a quien desee: su familia, sus amistades, sus colegas de trabajo y obtendrá el apoyo para el llamado “duelo de la separación”, pero muchas de nosotras no podemos hacerlo más que con nuestras personas más cercanas, porque a lo mejor poca gente sabe que somos lesbianas y muchas de nuestras emociones las vivimos en silencio, en soledad y en la clandestinidad.
Como le decía, somos parte de su familia y cuántas veces debemos escuchar en boca de nuestros propios familiares, expresiones de violencia y odio hacia el ser lesbiana, escuchar por ejemplo: “si tengo una hija lesbiana la desconozco” o “la echo de casa” o “no dejaría que esté cerca de las sobrinas o sobrinos”.
En las escuelas o universidades, sufrir el bulling (acoso) por ser lesbiana y más aun si sos muy “evidente”, esto quiere decir que si tu apariencia es muy “masculina” o no sigue la normativa impuesta de lo que debe ser una “mujer”.
Y en nuestros centros de trabajo ver cómo se aísla o se le aparta alguna compañera que se “sospecha” lesbiana o cuando se va a una entrevista laboral y escuchar que por lesbiana no se contrata.
O bien, intentar acceder ayudas del Estado, pero como sos una “mujer sola” no calificas para el bono equis.
Y cuando una mujer lesbiana con cierta edad se le asigna el rol para cuidar y atender a las personas adultas mayores de su familia, porque no tiene “responsabilidades”, léase marido o hijas/os.
Y al llegar a ser adultas mayores, ¿qué pasa con nuestra vida?, ¿dejamos de tenerla?
Bueno esto es parte de nuestras realidades, evidentemente las mujeres lesbianas somos diversas y muchas vivirán mejor que otras, unas seguro han “salido del clóset” y probablemente la vida es menos complicada, pero por todas aquellas que viven en silencio o soledad, reivindicamos nuestra existencia, nuestras realidades; porque queremos una vida sin violencia, una vida con el derecho a decidir cómo queremos vivirla, una vida con los mismos derechos, con los mismos nombres, ni más ni menos.
Las lesbianas somos mujeres, somos ciudadanas, somos parte de esta sociedad y como tales también queremos reconocimiento, respeto y ejercer los mismos derechos.
*Colectiva Irreversibles, Secretaría de Género ANEP