Primero de Mayo: ¡A las calles!

Pero, ¿qué hay con el poder real?… Somos de la tesis de que, con matices, unos visibles y otros no tan visibles (aunque éstos mucho más potentes), entramos a nueva fase donde la hegemonía del capital ha de imperar en la promoción de las principales decisiones políticas del período presidencial por venir y del nuevo parlamento.

Es más, hay ya señales clarísimas de que por más apertura al diálogo que las nuevas autoridades ejecutivas ya están demostrando (lo cual celebramos), la correlación de fuerzas es favorable a aquella parte del capital matriculado con la enfermiza obsesión de acumulación desenfrenada de riqueza en contra del bien común. Un ejemplo de ello es el dato de las utilidades que en el 2009 obtuvieron los banqueros privados: más de 40 mil millones de colones. ¡Y eso que decían que estábamos en “crisis”! ¿Cuánto de esta plata fue objeto de pago justo de impuestos?…

La privatización próxima, vía “apertura”, de la parte eléctrica del ICE; la continuación del proceso de privatización de los muelles del Atlántico, intermediando la más gigantesca corruptela de la vida republicana costarricense (la mordida de los 80 mil millones de colones); la ya anunciada negativa a la promoción de una reforma tributaria de carácter progresivo (para meter en verdadero control impositivo al gran capital ahora hegemónico); un proyecto de Empleo Público para reducir derechos de las personas trabajadoras del sector Público; la pretensión de darle rango constitucional al solidarismo para instrumentarlo con sentido perverso y así avanzar más hacia la liquidación total del Movimiento Sindical Costarricense; entre otros elementos, auguran que ese poder real hegemónico del capital abusivo y concentrador de riqueza ha de incrementar su peso político en el Ejecutivo por venir, en el Legislativo que se inaugura este venidero Primero de Mayo y hasta en la esfera judicial, como ya más que comprobado está.

Es en tal perspectiva que desde nuestra óptica social, el desafío histórico inmediato es relanzar la más fuerte acción de movilización ciudadana para, al menos, atenuar la nueva vorágine desenfrenada que se avecina de parte de ese gran capital, ahora en posición abiertamente hegemónica, pese a las relevantes señales de diálogo que se están haciendo evidentes y que nosotros hemos aceptado de buena fe, arriesgándonos al otorgamiento de una “cajita blanca”.

Hasta el último segundo de nuestro mandato organizacional, sindical y social, hemos de insistir en el poder que tiene la Democracia de la Calle, de igual relieve estratégico que la Democracia de las Urnas, aunque en este caso, el verdadero poder es el de la plata, mientras que en el primero el verdadero poder es el de la Gente.

Esa hegemonía desenfrenada del capital abusivo y concentrador de la riqueza, está impregnada, en gran medida, por el peso que dentro de la misma tienen los sangrientos capitales centroamericanos afincados en el país.

Si no que nos lo diga el ya saliente Ministro de Economía, don Eduardo Sibaja Arias, quien, tratando de regular el desenfreno del mercado de las tarjetas de crédito, impulsando un reglamento para intentar controlar la agresión a los clientes, se dejó decir que “las presiones en contra del mismo vienen del principal emisor de las tarjetas de crédito; es una entidad que opera desde Miami y cuyos principales socios son nicaragüenses.”

Pues es este tipo de capital, contaminado con sangre, el que ha venido a afincarse en suelo costarricense desarrollando insospechados tentáculos de poder dentro de nuestra institucionalidad republicana.

Debemos salir, en gran unidad sociolaboral y cívico-patriótica, nuevamente, a las calles. A la hegemonía del capital en abierto desarrollo desenfrenado, debemos contraponerle la hegemonía de la ciudadanía en movilización pacífica, bajo el enorme significado de la Democracia de la Calle. La Democracia de la Calle fue soporte fundamental en procesos eleccionarios institucionales de nuestra historia nacional reciente. Solamente con el fraude, con la triquiñuela, con el clientelismo más espernible de los últimos tiempos, el poder a la Gente le fue arrebatado.

Hacemos una vehemente exhortación para que este venidero Primero de Mayo lo veamos como la meta de salida para la recomposición de nuestra potencia articuladora intersectorial. Exhibamos ese poder real, ese poder de la Gente, ese poder ciudadano inherente a la movilización cívica para que la Democracia tenga, al menos, los necesarios equilibrios que la hagan precisamente y verdaderamente real, no solamente formal.

Como personas trabajadoras asalariadas; como personas trabajadoras de la informalidad y por cuenta propia; como personas trabajadoras sin empleo; como personas trabajadoras activas pero no remuneradas (las amas de casa, por ejemplo); como personas trabajadoras en actividad propia de micro, de pequeña, de mediana empresa; como personas defensoras de los Derechos Humanos, contra toda forma de discriminación; como personas que repudiamos la intervención policial en las universidades públicas, violentando su sagrada autonomía, aunque fuera por motivos de carácter penal; como personas preocupadas y luchadoras contra el capital agresor de la Ecología y del Ambiente; como estudiantes, como juventud de futuro tan incierto; como personas de bien que luchamos al amparo del humanismo socialcristiano; todos y todas tenemos sobrados motivos para recomponer y relanzar la poderosa fuerza de articulación ciudadana en movilización organizada. Sí, otra vez, ¡a las calles! este Primero de Mayo.

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