Tal y como lo planteó de manera pública, en su documento-manifiesto “Al Pueblo Trabajador Costarricense”, dado a conocer el pasado jueves 8 de febrero, el Colectivo Sindical PATRIA JUSTA está emplazando a los señores Fabricio Alvarado Muñoz y Carlos Alvarado Quesada, que le digan al país cuáles serían las personas que ocuparían las más relevantes carteras ministeriales y las más significativas presidencias ejecutivas, en caso de que, al ganar las elecciones presidenciales de segunda ronda, previstas para el domingo 1 de abril próximo, uno de los dos sea el nuevo Presidente de la República a partir del 8 de mayo siguiente.
Pensamos que votar a ciegas no es moralmente válido, ni éticamente correcto como tampoco contribuiría a la legitimidad del nuevo gobernante ejecutivo.
Considerando cuál ha sido el núcleo fundamental de las personas electoras de primera ronda en uno y en otro caso, resultaría sumamente determinante tener claridad previa de a quién convocaría don Fabricio y a quién convocaría don Carlos para, por ejemplo, hacerse cargo de la gestión-económico-hacendaria en el marco de la tan llevada y traída situación fiscal del país.
¿Cómo resolverá don Fabricio la escogencia de su equipo económico si sus votantes primarios lo que jamás esperarían de él, es que avale la subida en el impuesto sobre las ventas, del 13 al 15 por ciento, el más injusto de todos los impuestos; sabiendo que su electorado proviene de sectores sociales muy afectados por la pobreza, por la exclusión, por el desempleo y por la precariedad salarial?
¿Cómo resolverá don Carlos la escogencia de su equipo económico si entre sus votantes primarios hubo muchas personas trabajadoras asalariadas del sector público y sus familias, que jamás esperarían una puñalada por la espalda, al pretender pasárseles, vía ataque neoliberal a sus salarios, la factura por un déficit fiscal del cual no tienen responsabilidad absoluta?
Sabemos bien que los sectores más poderosos del país, hegemónicamente hablando, desde el plano político-económico, aunque estaban seguros de que se iba a dar segunda ronda electoral, no tenían considerado que ésta sería entre los dos señores Alvarado. Entre sus preferidos, estaba el que tranquilizaría a los mercados, mismo que se quedó botado en primera ronda.
Es evidente que, en uno y en otro caso, tales sectores ya se han venido moviendo y pretenden colocar sus fichas en las carteras de Hacienda, de Economía, del Comex y del Banco Central, por ejemplo.
Por ello resulta determinante conocer esos nombres con antelación. Nosotros, ni en uno ni en otro caso, esperamos cambios abruptos en la conducción ideológico-macroeconómica del rumbo del país; pero sí puede ser determinante que las figuras que podrían estar en tales cargos, al saberse sus nombres, su entorno, sus procedencias y sus amistades, nos den una pista de la naturaleza del desafío obrero-social al cual habría que enfrentarse, si la cuestión fiscal sigue deteriorándose.
En todo caso y aquí es lo neurálgico del punto, es más que urgente un férreo posicionamiento popular-social ante el desafío fiscal, sin importar cuál de los dos Alvarado sea, finalmente, el presidente.
Los al menos 3 puntos de Producto Interno Bruto (PIB) que requiere, con urgencia, el sistema para corregir el desajuste fiscal actual y para darle tranquilidad a los mercados, pretenden ser extraídos de las masas votantes primarias de ambos candidatos (la Costa Rica excluida ya y la que se resiste a serlo); toda vez que buscar esos 3 puntos PIB para sacárselos a los sectores ganadores del modelo económico dominante en los últimos gobiernos, requiere una fortaleza política de tal magnitud que un presidente débil no va a desplegar; mucho menos cuando actualmente la figura presidencial es muy frágil.
En tal sentido, y considerando la composición del próximo parlamento, muy proclive a los intereses de los sectores ganadores del modelo económico hegemónicamente dominante, presupone que desde lo social-laboral y desde lo popular-cívico, no solamente consolidemos un fuerte frente de resistencia y de potencialidad movilizadora, sino las muestras de una contundente voluntad de diálogo para construir acuerdos, partiendo de que desde nuestro lado de la acera sí existen propuestas y existen expertos prestos a apoyar nuestros esfuerzos en tal sentido.
Albino Vargas Barrantes, Secretario General, Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP)