Ser policía es un sentimiento, luchar por derechos de mis compañeros es una pasión

El intelecto de un hombre, se mide por el respeto a la hora de comunicarse y defender sus ideales; por eso he venido defendiendo las causas que considero justas conforme a mis convicciones.

En los inicios como Policía de la Fuerza Pública, se me hacía difícil asimilar ¿por qué a la hora de llegar a determinada situación, con el objeto de garantizar el orden público y el respeto de la Ley, algunas personas lanzaban improperios hacia los oficiales que como autoridad pública, ejecutábamos nuestro trabajo?

Ahora como dirigente de una lucha sindical, desde mi perspectiva y convicción, justa, valida, y por mucho titánica, surgen situaciones similares. Encuentro algún parecido entre lo que se vive como Policía, cuando a pesar de que haces lo correcto y actúas a derecho, recibes reproches e improperios de muchos.

En ambos casos, existen situaciones buenas, algunas no tan buenas y muchas por mejorar, porque el ideal del Ser Humano, desde mi pensamiento, es la búsqueda del mejoramiento continuo (individual y social).

Como Policía, luche por brindar siempre un servicio asertivo, respetuoso, esforzado; principalmente, en aquellos años en que sentía que todo valía la pena, época en la cual arriesgue mi vida, lideré decomisos de droga y de contrabando (de los cuales existe registro), en la que rechace sobornos, en la que fui amenazado. En esa época, me esmeré por servirle a las comunidades en las cuales fui destacado como Oficial de Policía, por el Ministerio de Seguridad Pública y mis superiores.

Líderes comunales de varias de estas comunidades, pueden dar fe de los procesos, los proyectos, y los sacrificios que juntos hicimos por mejorar la seguridad de sus comunidades.

Ahora explico ¿cuál es la similitud? Que como dirigente sindical, que lucho por mejorar las condiciones de trabajo de mis compañeros y compañeras de la Fuerza Pública, me encuentro con que existe un sector de la población que muestra animadversión hacia la actividad sindical; No importa si ésta es justa; no importa si las consignas son válidas; solo importa para este sector de opinión, el que seas parte de una organización sindical.

¿Acaso no resulta esto producto de una cultura de intolerancia, político-sociolaboral, que se refleja en situaciones como las tan cuestionadas por muchos de estos mismos ciudadanos?

Esa es la naturaleza humana. Bien dice por eso un adagio popular, “Hagas lo que hagas, jamás le quedaras bien a todo el mundo”. Por eso, debes hacer lo que tus valores, tus ideales y tus creencias te dicten que debes hacer.

Eso fue precisamente lo que hice en este caso (demanda), por cuanto mis años como trabajador, me permiten tener la dignidad y la moral para defender el honor, ante cualquier persona que pretenda mancillarlo, sin importar clase social o nivel político.

Ahora bien, ¿Cómo me siento? Tranquilo, en calma con mis actuaciones, creyente en mis convicciones y con más ganas de trabajar que nunca, todo con tal de lograr mis ideales socio-laborales.

Compañeros, se equivocan quienes crean que actúo por soberbia, ya que esa no es mi intención. Actuó porque la pasión que me aferra a mis ideales, no me permite otra cosa.

Por otro lado, la Ley es razón sin pasión (trayendo a colación al distinguido Aristóteles) y siendo de esa forma, no se le puede pedir que actúe más allá de lo que está escrito por el legislador.

Cuando un personaje público agrede de forma verbal a un sector social (en este caso policial y sindicalista) es normal que hayan consecuencias; principalmente cuando lo expresado no se apega a la realidad. Pero cuando ese comentario, intolerante y falto de esencia intelectiva, es dirigido por parte de un “padre de la patria”, simplemente debe quedar en el olvido.

Respeto la decisión tomada por los diecinueve magistrados, y valoro el que tres de ellos me dieran la razón. En mi conciencia queda plasmada la verdad; una verdad que ni un diputado, ni un magistrado, van a borrar de mi entendimiento. Importante es decir, que este fallo se da por inmunidad, misma a la cual el señor Solís se aferró, dejando de lado su habitual discurso, cuando ha retado a otros a renunciar a ésta.

Por tanto: Las opiniones que se vierten sobre este fallo, por parte de un pequeño sector desconocedor del fondo de este asunto, y posiblemente, seguidores del diputado Solís, no generan mella en mis valores y convicciones; por cuanto, al fin y al cabo, son solo eso; opiniones.

La “guerra” en favor del Funcionario Público, del trabajador de la Fuerza Pública, acaba de comenzar. Es hora de levantar la voz en pro de nuestros derechos y de un mejor mañana para las futuras generaciones.

_“Se vive con valor, o se muere con él”. _

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