Ya pasaron tres años de la entrada en vigencia del TLC y curiosamente quienes menos quieren hablar del tema son las élites políticas, económicas y mediáticas que impusieron su aprobación.
Desde luego ni una palabra dicen del referéndum de octubre de 2007, pues tendrían que recordar el Memorándum del Miedo que desnudó las armas con las que el bloque dominante tiene que ejercer su dominación. Se comprende entonces que los que llevaron a cabo la política de la infamia y de la perversidad, recurran a esta estrategia del olvido.
Lo extraño y patético es que hoy se sigan escuchando voces que en su momenton se opusieron al TLC, que recocimendan “pasar la página“, y que por lo visto quieran que el pueblo olvide la lección, tanto el pueblo que se levantó y dijo No, como otra parte del pueblo que bajo las amenazas y la guerra psicológica dijo Sí.
Han pasado tres años y las promesas esperadas desaparecieron como hojas llevadas por el viento. Hay unas imágenes de Oscar Arias que quedaron grabadas para siempre y para escarnio permanente del bloque vendepatria. Los que andaban en bicicleta tendrían su moto BMW, los que circulaban en Hyundai su Mercedes, las comunidades abandonadas su zona franca y así todo, Costa Rica iba a ser el parque temático de la globalización feliz y de la prosperidad.
¿Vamos a olvidar? ¿O tenemos la obligación política y moral de restregarlo todos los días ante el sucio rostro de esa plutocracia sin alma?
Dicen unos y otros que somos nostálgicos y que sólo miramos el pasado, pero ¿acaso se puede construir el futuro olvidando el pasado? Algunos van más allá y nos insultan: rencorosos, vengativos. Otros aprovechan para llamarnos agitadores, peligrosos y subversivos agitadores llenos de odio que queremos acabar con la paz y la democracia. Igual que le dicen ahora a los pueblos de Europa que toman las calles para defenderse de las políticas de corrupción y de hambre del neoliberalismo.
El hecho es que se borre de la memoria colectiva la mentira y la ignominia con las que impusieron el TLC, que la gente no se pregunte sobre las promesas incumplidas.
Tres años de vigencia. ¿Dónde están los empleos y todas las maravillas prometidas? Lo que estamos viendo y sufriendo es todo lo contrario.
Mientras haya memoria, dignidad y lucha no habrá lugar para el olvido. Necesitamos recordar y recordarles para que Costa Rica cambie y se emancipe.