TLC azota con más fuerza a El Salvador

_* Proceso , México _
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La implementación del Cafta a partir del pasado 1 de marzo en El Salvador, y del 1 de abril en Honduras y Nicaragua, ha provocado protestas sociales. Existen ya sectores afectados y otros que auguran el cierre de sus empresas y fuentes de trabajo. En el agro el pronóstico es de fatalidad para productos tradicionales y generadores de fuertes de empleo.

La firma de este pacto comercial obedece a la tendencia de conformar “bloques de integración regional”, y podría interpretarse como parte de la política estadounidense de mantener su hegemonía sobre los países centroamericanos como en la isla caribeña.

Hace unos años, el mismo exsecretario de Estado norteamericano, Colin Powell, reconoció que el tratado comercial “trasciende del plano estrictamente comercial y económico a uno de seguridad nacional” para Estados Unidos. Un acuerdo que, para el economista salvadoreño Raúl Moreno, es “una versión del Caballo de Troya al estilo del siglo XXI, ya que en sus cláusulas, el Cafta apunta a una reconquista del istmo centroamericano”.

El Cafta fue negociado durante 2004 en un tiempo record de 12 meses (la negociación del Nafta duró casi 10 años entre Estados Unidos, México y Canadá). Las presiones de Washington hicieron que El Salvador, Nicaragua y Honduras ratificaran el acuerdo y que modificaran legislaciones internas, sin que se implementaran debates, como ocurre actualmente en Costa Rica, nación que todavía no ha ratificado el Cafta.

Los primeros golpeados

Los vendedores informales de CD, DVD, ropa y calzado “piratas” han sido los primeros en sentir los efectos del Cafta. Inmediatamente después de que el parlamento salvadoreño reformara a petición de Washington– varias leyes de propiedad intelectual en las que se criminaliza la venta de “productos piratas”, la Policía Nacional Civil (PNC) realizó operativos de decomiso y persecución de este sector de informales.

Recientemente, mientras la policía realizaba decomisos en el centro capitalino, los vendedores informales protestaron violentamente, con un saldo de 20 detenidos y procesados por “terrorismo y desórdenes públicos”, ya que incendiaron un camión comercial, dos almacenes y cabinas telefónicas.

Los vendedores de productos “piratas”, que se estiman en unos 60 mil, han reiterado que no dejarán de vender sus productos porque esa es la única forma que tienen de sobrevivir.

“Este es un tema social y de falta de empleo”, alegó Pedro Julio Hernández, dirigente de un movimiento de vendedores informales, quien lamentó que el gobierno salvadoreño desarrolle medidas legales y represivas. Se calculan que el empleo informal en El Salvador algo parecido en el resto de Centroamérica– alcanza el 49 por ciento de la Población Económicamente Activa.

Pero el Cafta también ha hundido a otras empresas del sector formal. El empresario Erick Zedán es uno de los primeros distribuidores de películas que fue sacado del mercado al entrar en vigor el pacto comercial. Importador y distribuidor de películas en VHS y, luego, DVD de los estudios Paramount Pictures y Columbia, Zedán libró desde hace 12 años una batalla legal para hacer valer la ley ante la producción paralela y “pirata” de películas. Hasta antes del 1 de marzo, las autoridades salvadoreñas no habían hecho mucho o quizás muy poco caso al respecto, asegura el empresario.

Días después, las cosas cambiaron súbitamente. Zedán se queja que sectores de mucho poder están por monopolizar este mercado, y es por eso que ahora la policía arremete contra los vendedores de productos “piratas”.

“A nosotros nos sacaron del mercado. La ley protege pero no lo hace democráticamente. Las leyes las hicieron para proteger a los grupos de poder”, afirmó Zedán a Apro. Señaló a la compañía Videomarck y a la Telecorporación Salvadoreña (TCS) monopolio que controla la televisión local con los tres canales más poderosos del país– de estar detrás de este negocio.

El economista y diputado del partido Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), Salvador Arias, denunció que el Cafta afectará también a unas 60 empresas de cable local, lo que amenaza con desaparecer unos 2 mil empleos.

“El día que entró en vigor el Cafta, la superintendencia de Energía y Telecomunicaciones (Siget) y Amnet (empresa transnacional estadounidense dedicada al negocio de servicio de cable), comenzaron a cortarles las señales, pese a que tenían contratos y autorizaciones vigentes”
, añadió Arias.

Lo peor está por venir

Mientras tanto, representantes del sector agropecuario salvadoreño auguran que “la peor parte del Cafta aún está por llegar”, al referirse irónicamente al slogan de la campaña presidencial del actual mandatario, Antonio Saca en el 2004, que decía: “Lo mejor está por venir”.

“Nosotros estamos claros que el impacto del Cafta va a ser bastante negativo; no tenemos capacidad competitiva en ningún rubro. Nos van aplastar”
, sentenció Mateo Rendón, dirigente de la Federación Salvadoreña de Cooperativas de la Reforma Agraria (Fesacora), que agrupa a sectores agrícolas y pecuarios.

Aseguró que, entre el sector agropecuario estadounidense y el salvadoreño, existe una inmensa asimetría que los deja en una gran desventaja, particularmente en su desarrollo tecnológico, financiamientos y subsidios que reciben los agricultores en Estados Unidos.

Rendón dice que, mientras los estadounidenses cultivan 53 millones de manzanas de maíz, los locales apenas 300 mil. Pero además, explica, mientras en Estados Unidos se cosecha un promedio de 121 quintales de maíz por manzana, en El Salvador solamente 40.

En contraste, la presidenta de la Cámara de Comercio e Industria de El Salvador (CCIES), María Elena de Alfaro, asegura que el tratado ha traído algunos beneficios. “Lo positivo es que las pequeñas y medianas empresas son las que más se han beneficiado. Lograron subir en 19 por ciento el volumen de nuestras exportaciones con respecto del año pasado. Esas son buenas noticias; han aprovechado esta oportunidad”, aseguró.

Pero una reciente investigación realizada por el economista Alfonso Goitia sobre el impacto del Cafta en El Salvador, señala que su implementación traerá consecuencias negativas. “Los productores de arroz, por ejemplo, tendrán un desplome inmediato, debido a que el acuerdo permite a los productores estadounidenses vender ya sin pago de arancel unas 68 mil toneladas”, afirma el investigador, quien estima que en 10 años ya no habrá producción local de este grano.

Además, Goitia además que el pacto comercial impactará negativamente en muchas empresas dedicadas a la producción de lácteos, carne porcina, hortalizas, frutas y a la pequeña y mediada empresa. También pronostica un deterioro del medio ambiente y una escalada en la emigración.

Actualmente, al menos 700 salvadoreños parten diariamente a buscar el “sueño americano”, la misma alternativa que podrían tomar los cerca de 400 mil pequeños agricultores y jornaleros que se dedican a la producción de granos básicos y que el investigador pronostica que serán arrasados por el Cafta.

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