Don Marco Vinicio Ruiz Gutiérrez, exitoso empresario neoliberal y quien funge hoy como Ministro de Comercio Exterior del gobierno de los hermanos Arias, se presentó ante el amo a rendir cuentas y más bien salió regañado. Quien se arrodilla, termina lamiendo botas
Los gringos le han dicho que todavía no ha hecho bien la tarea: el Instituto Nacional de Seguros (INS), la empresa aseguradora más exitosa de toda la zona centroamericana y caribeña, debe ser pulverizada completamente, para que la engullan sin mayor problema, los gigantescos consorcios de seguros estadounidenses (y sus socios internos), verdaderos oligopolios del negocio de los seguros en el campo internacional.
Tras de cuernos palos. La genuflexa coalición diputadil de los 38 votos (38 más 1, en realidad), violentando los más sagrados principios de la “libre” competencia, le impidió al INS la venta de seguros en el exterior, precisamente cediendo a las presiones del gobierno gringo y sus acólitos internos.
El INS tiene demasiado prestigio, sobrada solidez financiera y una trayectoria legendaria que le hace amenazante para sus eventuales competidores internacionales en el mercado de seguros de esta región. Por eso había que impedirle que trascendiera nuestras fronteras, aunque sus competidores sí podrán ingresar a territorio nacional.
Ahora, hay que quitarle la garantía estatal al INS para terminar de construirle el cerco que le eliminará completamente del mercado, sueño dorado de los grandes grupos económicos de enorme poder en el actual gobierno de los hermanos Arias y que tienen en el ministro del COMEX, a uno de sus principales gerentes políticos en materia de TLC.
El INS es una empresa tan exitosa, de tanta rentabilidad y tan suculenta que no sola hay que impedirle que vaya al exterior a hacer negocios; sino que, ahora, hay que eliminarle la garantía estatal para que los pulpos extranjeros y sus agentes internos, pueden engullírselo con mayor facilidad y en el menor tiempo posible.
Ojalá que el alto grado de prosternación y de genuflexión de la coalición parlamentaria gobiernista (más el más reciente refuerzo que les llegó), no haya matado del todo el sentimiento de hidalguía y de decoro nacional necesario para evitar que, finalmente, los gringos se salgan con la suya, de destruir completamente al INS.
Anhelamos que algunos diputados y algunas diputadas de esa coalición, vayan a las fuentes originales de nuestro acervo histórico y, entre otras cosas, reflexionen a la luz del pensamiento del gran liberal criollo, don Ricardo Jiménez Oreamuno, fundador del INS, para evitar su destrucción total. Quien se arrodilla, termina lamiendo botas.
San José, 20 de junio de 2008.
Albino Vargas Barrantes
Secretario General